Sánchez y Díaz en la Solemne Sesión de Apertura de las Cortes Generales de la XV Legislatura en el Congreso de los Diputados EP

Equilibrismo

ENTRE LÍNEAS ·

La escenificación de una permanente subasta en las negociaciones políticas con Junts complica al máximo el relato del Gobierno de Sánchez

Alberto Surio

San Sebastián

Domingo, 14 de enero 2024, 00:30

Existen varias formas de practicar el equilibrismo. El norteamericano Nick Wallenda lleva toda su vida ejerciéndolo, era miembro de la séptima generación de una familia dedicada al funambulismo. Wallenda entró en la historia en 2012 al convertirse en el primer hombre capaz de atravesar las ... cataratas del Niágara sobre un alambre en más de un siglo. Solo necesitó media hora para recorrer los 500 metros que separaban las dos orillas de EE UU y de Canadá.

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Pedro Sánchez no es Nick Wallenda pero a veces parece que le mueve el mismo arrojo, sin temor a precipitarse en el vacío. La semana política ha ofrecido un ejemplo revelador de ese espíritu temerario para los más críticos con el inquilino de la Moncloa y audaz hasta el extremo para los más benevolentes. La victoria por la mínima de dos de sus decretos -el ómnibus y el anticrisis- y la derrota del tercero -que propugnaba la reforma del subsidio de desempleo- permiten extraer una serie de conclusiones sobre las turbulencias del proceso que ha iniciado. El Gobierno de coalición PSOE-Sumar está en minoría parlamentaria y tiene una red de aliados muy compleja con los que debe negociar todos sus proyectos y en todo momento. Esa premisa es sencillamente asumir el principio de realidad. Encajar este dato implica cambiar el método de negociación, identificar bien quiénes son los interlocutores y aconseja reducir el recurso a la vía de los decretos leyes, forzados en su momento por el ambiente excepcional de la pandemia y las restricciones sanitarias que se adoptaron.

La segunda variable es interiorizar que Podemos es un actor político que necesita un reconocimiento y un papel en este juego. Más allá de la lucha de egos que subyace en el asunto y que la ruptura con Sumar abre un frente muy incómodo para todos, la opción de un divorcio civilizado es la única salida a no ser que los antiguos compañeros de viaje opten por dinamitar la experiencia del Gobierno progresista.

La tercera derivada es la naturaleza tan difícil del acuerdo con Junts, que necesita continuamente visualizar que no está entregado al PSOE para desgastar a ERC. Ello le lleva a una excesiva hiperactuación y a una permanente y obsesiva gesticulación para escenificar que 'arranca' concesiones a Sánchez. En este caso, se ha metido en un jardín resbaladizo al tocar el asunto sensible de la inmigración, flirteando con discursos populistas de extrema derecha.

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Porque es muy posible que nos encontremos ante una mera escenificación y que, detrás de la polémica, haya más ruido que nueces. El acuerdo político entre el PSOE y Junts para que el Estado ceda la competencia de inmigración a Cataluña mediante la delegación del artículo 150 de la Constitución plantea la elaboración de una ley orgánica del Congreso que, previsiblemente, no va a ver nunca la luz por falta de mayoría. Una iniciativa que tendría dos límites claros. Uno, que el Tribunal Constitucional acotará los márgenes de la misma. Otra, que la Unión Europea establece unos márgenes de maniobra que no se pueden superar. En ese contexto, Cataluña podrá gestionar las políticas de inclusión de los migrantes pero muy difícilmente el Estado va a perder la competencia del control de los flujos migratorios, como plantea Junts. Una cosa es lo que se airea en el discurso y otra lo que va a ser posible. Quienes se rasgan las vestiduras ahora con este pacto quizá sean perfectamente conscientes del humo que hay detrás de ciertos argumentos aunque les interese envolverse en esta bandera para desgastar al Ejecutivo. Estamos en año electoral y la inmigración va a convertirse en una poderosa arma de erosión del adversario.

Sánchez sale casi indemne de este primer incidente. «Bien está lo que bien acaba», señaló con media sonrisa tras el pleno. Es verdad que, en definitiva, la coalición gubernamental salvó los muebles. Pero la sensación de subasta alimentada por Junts y por la afición de llevarlo todo al extremo y apurar hasta el último minuto la negociación complica la apuesta del Gobierno a la hora de hacer pedagogía. Y sin un relato más atractivo, la capacidad política de la izquierda queda notablemente mermada ante su base social.

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