Madrid y Damasco retomaron relaciones este miércoles tras 13 años de cruenta guerra civil en Siria. El ministro de Asuntos Exteriores, José Manuel Albares, se reunió en la capital del país con Ahmed al Shara, el líder del grupo yihadista Hayat Tahrir al Sham ( ... HTS), que a principios de diciembre encabezó la ofensiva junto a fuerzas rebeldes que derrocó al régimen de Bashar Al Assad. Pese a la desconfianza que existe, la diplomacia europea ha visto una ventana de oportunidad para encontrar un actor que contribuya a la estabilidad en la zona. Primero, avisó Albares, hay que «tomar el pulso» a una nueva autoridad cuya credibilidad debe medirse por sus actos.
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El ministro español, el cuarto de la Unión Europea en viajar en este último mes a Damasco, señala como líneas rojas el respeto a las minorías étnicas del país y también por la posición de la mujer en la sociedad siria. Tras el encuentro, Albares se mostró esperanzado con la actitud de su interlocutor e, incluso, adelantó que el próximo 27 de enero, cuando en Bruselas se debate el tema del levantamiento de las sanciones a Siria, defenderá suprimirlas «progresivamente». «Estamos en una muy incipiente transición, marcada por un proceso de diálogo nacional que, queremos, sea pácifico. He ofrecido todo el apoyo de España», desgranaba el ministro en la rueda de prensa que ofreció tras el encuentro celebrado en el Palacio del Pueblo.
Allí, el ministro anunció un paquete de ayudas de 11 millones de euros que irán, en parte, destinados al retorno de los refugiados sirios, más de 14 millones por todo el mundo, y también 1,6 millones para un programa alimentario. Antes, había presidido la izada de la bandera en el edificio que alberga la Embajada de España en Damasco. Otro gesto simbólico hacia un país cuya sede diplomática permanece vacante desde que hace 12 años el Gobierno de Mariano Rajoy llamara a consultas al embajador en protesta por la represión de Bashar Al Assad ante las protestas de la primavera árabe.
Por el momento, la sede seguirá vacante, ya que España solo ha elevado la representación a nivel de enviado especial, un grado menos que encargado de negocios. Eso sí, en el edificio, ahora coronado por la rojigualda, sigue trabajando a fondo Fida Al Boutros, traductora de la embajada condecorada este miércoles por Albares y una de las pocas personas que estuvo al frente de la legació durante estos difíciles años.
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Ella, que lleva sirviendo para la diplomacia española desde 1994 (acompañó a Juan Carlos I en su viaje a Siria y a cuatro presidentes de Gobierno) se muestra escéptica con la nueva administración. «Lo que este país necesita urgentemente es una nueva Constitución, elecciones democráticas que representen de verdad el sentir de la población», afirmó a este periódico en su despacho. Desde alli viajaba regularmetne a Beirut para hacer labores diplomáticas, jugándose en muchas ocasiones la vida.
El plato más indigesto del viaje relámpago de Albares a Damasco fue la visita a la prisión de Sednaya, conocida elocuentemente como 'matadero humano' y en el que el régimen de Al Assad asesinó a más de 30.000 personas solo entre 2011 y 2018 (cuando se dejó de llevar la cuenta). A la delegación española la recibió a pie de prision una representación de los Cascos Blancos, una organización de voluntarios para la defensa de la población civil famosos mundialmente por rescatar a personas atrapadas en los escombros tras los bombardeos de ciudades sirias como Homs o Alepo.
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El 8 de diciembre, la cárcel fue liberada y allí encontraron 40 cadáveres y 2.500 presos hacinados. Hoy, entre un fuerte olor a humedad, aún son visibles las señales de los combates y las celdas donde se hacinaban decenas de opositores políticos a Al Assad siguen cubiertas de prendas y mantas que fueron abandonadas por los reclusos en su huida apresurada. En las paredes, fotos de desaparecidos que han llevado en los últimos días los familiares (se calcula que hay más de 150.000 en todo el país). «Creemos que debe de haber cientos de fosas comunes, aunque no las hemos encontrado en el entorno de la cárcel», explica con tristeza un portavoz de los Cascos Blancos a este periódico. La esperanza, ahora, es lograr llevar adelante una transición que garantice que este crimen no volverá a repetirse.
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