Adrián Barbón (Laviana, 1979) ha tenido un agosto atípico. Lejos de la relajación que se espera de este mes, su llegada a la Presidencia del Principado le ha llevado a vivir jornadas frenéticas. Reconoce que lo que más le ha sorprendido de su cargo es que «todo va muy veloz y no hay espacios en blanco». Por delante tiene cuatro años para poner en marcha un programa para Asturias basado en tres ejes: el empleo, con el foco puesto en una combinación de ciencia e industria; el estado social, en el que destaca el mantenimiento de escuelas rurales con cuatro alumnos y una red sanitaria que llegue a todos, y el reto demográfico, en el que quiere implicar a toda la sociedad. Con veinte diputados de 45, su primer gran escollo será lograr el apoyo suficiente para aprobar los presupuestos de 2020, que serán «ambiciosos, pero realistas», según sus propias palabras.
Con las espadas en alto entre las diferentes autonomías en materia de financiación e impuestos, EL COMERCIO publica hoy en su edición de papel una amplia entrevista al jefe del Ejecutivo regional. Sobre este asunto Barbón es claro, defiende un cambio legal que implique una armonización de la fiscalidad en las comunidades, para que no se permitan bajadas de tributos como la anunciada por la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, contra la que carga con dureza. «La bajada de impuestos en Madrid no es solo una guerra fiscal. Es el mayor ataque a la Constitución en años», afirma, por ir, en su opinión, contra el espíritu del Estado autonómico, la solidaridad interterritorial. En este sentido pide que las competencias se reduzcan a decidir cada comunidad qué hacer con el dinero recaudado, pero no a dejar los impuestos en mínimos hasta crear «un paraíso para ricos«. «Tiene que haber una armonización fiscal para que no haya competencia entre regiones, si no será un suicidio para nuestro sistema autonómico», recalca también.
El presidente del Principado repasa durante la entrevista todos los asuntos de la actualidad asturiana, desde las infraestructuras, en las que reconoce que las cercanías solo se salvan con un plan inversor, a la industria, para la que propone un plan nacional en el que se reconozca la especifidad de Asturias, pasando por la demografía, una pérdida poblacional que considera una «emergencia autonómica». Durante la conversación, también defiende la oficialidad de la lengua asturiana y la calidad de la educación y de la sanidad en la región, aunque reconoce problemas en los que se compromete a trabajar. «Venimos para cambiar lo que no funciona y para mejorar lo que haya que mejorar», recalca, en una entrevista en la que da su visión sobre el futuro de la industria, las centrales térmicas, el precio de la energía, el salario social, la Ley de la Dependencia, la alta velocidad o el bloqueo institucional, entre otros asuntos.
Lea la entrevista íntegra en la edición impresa de EL COMERCIO y en Kiosco y Más.
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