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ANDRÉS SUÁREZ
Miércoles, 5 de octubre 2016, 03:21
Comienza el lento y pesado viraje de la nave del PSOE desde el 'no' rotundo a Mariano Rajoy hacia una abstención que posibilite la investidura del líder popular. Fue el presidente de la gestora, Javier Fernández, quien inició el lunes el cambio de rumbo a partir del argumento de que prácticamente cualquier cosa es mejor que unas nuevas elecciones, y ayer le secundaron una mayoría de los diputados que tomaron la palabra en la reunión del grupo parlamentario del Congreso. El primero en intervenir fue el asturiano Antonio Trevín, que abrió el camino al gobierno del partido más votado, el PP, al descartar las otras dos opciones que están sobre la mesa: posibles acuerdos con Podemos, Ciudadanos y los nacionalistas catalanes y una tercera llamada a las urnas. Pero la travesía no va a ser fácil porque la fractura interna es de consideración. Los afines al ex secretario general Pedro Sánchez, con Adriana Lastra como referente, defendieron en los pasillos la vigencia del voto negativo al Partido Popular y reclamaron que cualquier giro en esa posición sea ratificado por la militancia.
Las heridas que dejó el comité federal del pasado sábado, que vienen de muy atrás pero que se escenificaron a las claras en ese cónclave, están lejos, muy lejos de cicatrizar. La gestora que rige provisionalmente los destinos del PSOE y Javier Fernández en particular no esconden su temor a que esa grieta se traslade al grupo parlamentario y acabe derivando en una escisión y por eso ayer, en la reunión que mantuvo con los diputados, pidió «responsabilidad» para evitar que la situación interna se agrave. «Me preocupa la división en el partido y es lo que tengo que evitar, que haya un enfrentamiento», dijo el también presidente del Principado minutos antes del inicio del encuentro. Su objetivo, apuntó, es «apaciguar» las cosas, lo que requiere de «diálogo».
De los diputados que tomaron la palabra, la mayoría -23 de 26- se alinearon con la gestora y su tesis de que es necesario evitar la convocatoria de otras elecciones. Solo los parlamentarios por Madrid Margarita Robles y Rafael Martínez Simancas y Odón Elorza, ex alcalde de San Sebastián, se desmarcaron de ese discurso general: más contundente la primera, más equilibrado el segundo, reiterando su apuesta por intentar un gobierno alternativo el tercero. El resto, cada uno con su perfil, siendo unos más claros que otros en la conveniencia de la abstención, término que por cierto muchos no utilizaron expresamente, sí vinieron a remarcar que no hay otra alternativa si el objetivo es no volver a las urnas el próximo mes de diciembre.
En su intervención, Trevín, el primero en hablar, abonó el terreno a la abstención al cerrar la puerta a las otras dos posibilidades. Un acuerdo con Ciudadanos y Podemos es inviable, explicó, porque las dos fuerzas se vetan la una a la otra. E incluir a las fuerzas independentistas catalanas en la ecuación tampoco sirve, agrego, por su exigencia de un referéndum soberanista. En cuanto a unas terceras elecciones, opinó que sería un escenario indeseable porque sería «imposible de entender» por la ciudadanía, porque no garantizaría que tras el recuento se asegurara la ruptura del actual bloqueo y porque, anotó, el PSOE no estaría en buena posición ni para acercarse al PP ni para marcar más diferencias con Podemos. Más bien al contrario. Su discurso dejó claro que no hay alternativa a la abstención. Una tesis que compartieron, entre otros, el castellano-manchego José María Barreda, el abulense Pedro Muñoz o el valenciano Ciprià Císcar.
Sin Sánchez ni su hasta hace poco número dos, César Luena, en la sala, sus afines optaron por guardar silencio al entender, según explicó Adriana Lastra, que la cita de ayer no era el lugar donde resolver este debate y para no convertir «en un circo» la reunión. «Javier Fernández sabe cuál es mi posición, no me hacía falta intervenir», señaló la diputada asturiana.
Los 'sanchistas' creen que la jornada sirvió para evidenciar quién está por la abstención. Lastra remarcó que ella y quienes integraban la extinta ejecutiva federal mantienen su 'no' a Rajoy y reclaman que, en caso de revisarse esa posición, se consulte a la militancia.
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