Javier Fernández y Pedro Sánchez, en la Escuela de Verano de la UGT, en el Antiguo Instituto de Gijón, el mes pasado. En ese foro quedó patente la falta de sintonía entre ambos.

Un pragmático para liderar la gestora

El secretario general de la FSA fue de los primeros en advertir de que ir a otras elecciones sería fomentar la mayoría absoluta del PP y que el gobierno en coalición al que se aferraba Sánchez «no es posible»

OCTAVIO VILLA

Domingo, 2 de octubre 2016, 08:29

Hubo un tiempo antes del surgimiento de Podemos en el que el PSOE vivía una aparentemente larga transición en la oscuridad de la oposición, a la espera de que los recortes sociales fuesen erosionando a un PP que vivía ya su segunda mayoría absoluta. Era 2013, y a nivel federal, cuando se llega a la Conferencia Política de noviembre, los máximos exponentes institucionales, además del secretario general, Alfredo Pérez Rubalcaba, eran los presidentes de los gobiernos autonómicos de Andalucía, Susana Díaz, y Asturias, Javier Fernández, este último, desde ayer, al frente de la gestora que dirigirá el PSOE hasta el próximo Congreso.

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Hace menos de tres años, se pensaba en el partido en tratar de recuperar poco a poco el terreno cedido en el Congreso frente a un PP que iba perdiendo fuelle electoral, y sin una competencia seria en el espacio del centro-izquierda.

En esa conferencia política, la intervención más esperada era la de la entonces recién estrenada presidenta andaluza, Susana Díaz, pero entre los asistentes menos vinculados con Asturias sorprendió el «brillantísimo» discurso de Javier Fernández. «¿De dónde lo habéis sacado?», preguntaron algunos, admirados, a la delegación asturiana.

En los meses siguientes, el partido se apoya en los dos únicos gobiernos regionales que tenía, y la estrella emergente de Susana Díaz se ve acompañada en muchos actos nacionales por el que casi todo el socialismo considera como un «referente ideológico y de talante», Javier Fernández.

Una corta victoria

Llegan las europeas de mayo de 2014, Podemos supone una convulsión y, tras los malos resultados de los socialistas, Rubalcaba anuncia su adiós en julio. Todos piensan que Susana Díaz y el vasco Eduardo Madina batallarán por la Secretaría General, pero la andaluza, casi recién llegada al escenario nacional y consciente de que el partido es un regalo envenenado, quiere ir poco a poco. Da un paso atrás y Pedro Sánchez aparece como la alternativa consentida y casi alentada desde Andalucía, donde se espera a tiempos mejores.

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En la campaña interna que llevaría al congreso federal de septiembre de 2014, Javier Fernández se decanta, con buena parte de la FSA, a favor de Madina, al que se veía como más oficialista y que finalmente pierde frente a Sánchez, aunque con un significativo 36% de los votos en las primarias de julio, frente al casi 49% que apoya al madrileño a nivel nacional. En Asturias, incluso, Madina es el más votado de largo, con 2.583 votos frente a los 1.867 de Sánchez y los 1.085 de José Antonio Pérez Tapias. Las urnas revelan un liderazgo precario, que obliga a una integración, y Madina pide a Pedro Sánchez que cuente con «su gente» para la Ejecutiva.

En el interín de las primarias al congreso de septiembre, se habla de Javier Fernández como opción lógica para dar el relevo a José Antonio Griñán como presidente del partido. El equipo de Pedro Sánchez lo descarta, y haciendo equilibrios de poder sitúa a la andaluza Micaela Navarro en el cargo.

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También se le supone bien colocado para seguir siendo el coordinador del hasta entonces Consejo Territorial (ahora Consejo Federal), pero de nuevo se interpone Susana Díaz, que sitúa a Antonio Pradas en esa responsabilidad, a pesar de que ello pueda irritar a la FSA y socavar de paso un tanto la autoridad de Pedro Sánchez. Al final, éste ubica a Javier Fernández al frente de un órgano específico, creado sobre la marcha y que ha tenido poca relevancia pública, el Consejo para la Transición Industrial y Energética. Fernández llegó a tensar la cuerda y aseguró que estaba dispuesto a dar un paso atrás y no volver a ser candidato en Asturias, pero aceptó.

Caballos de Troya

Sea por suerte o por una insospechada capacidad estratégica, a Susana Díaz le salió bien el movimiento. A Pedro Sánchez, del que no se tenía claro entonces si era su patrocinado o si simplemente le dejaba estar, le llenaba la Ejecutiva de caballos de Troya y, de paso, dinamitaba cualquier acercamiento entre el nuevo secretario general y los apoyos de Madina y la otra federación territorial que tenía una presidencia autonómica, Asturias.

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Y, tras la confirmación de la potencia de Podemos que supusieron las autonómicas de mayo de 2015, llegaron las generales del 20 de diciembre. El escenario que determinaron fue el de una nueva derrota de Pedro Sánchez, si bien satisfactoria para la estrategia a largo plazo de Susana Díaz. Ni el PP podía gobernar, ni Pedro Sánchez se consolidaría. A la espera de que Podemos se desinfle, Susana Díaz se reforzaba desde Andalucía. Mientras tanto, Javier Fernández iba hablando cada vez más claro de la necesidad de que España tenga gobierno. Su prestigio no decreció en el partido por el desplante diseñado por Díaz y aceptado por Sánchez. Al contrario, muchos militantes le comienzan a ver como el garante de que en la formación aún hay quien piensa en términos de política de Estado. Frente al 'no es no' de Pedro Sánchez, la postura de Javier Fernández, claramente opuesta a Podemos y favorable a posibilitar la gobernabilidad del país, le va acercando, paradójicamente, cada vez más a Susana Díaz, al punto de que los antiguos oficialistas son ya indistinguibles de los recién bautizados como críticos.

Caminos empedrados

Tras las segundas elecciones, las de junio pasado, Javier Fernández ya pone voz a toda una corriente del PSOE. Es en el Comité Federal de julio en el que el presidente asturiano dice con claridad que la posibilidad de llegar a unas terceras elecciones, que muchos ven causada por la postura maximalista de Pedro Sánchez, supondría que «estaríamos empedrando el camino para una mayoría absoluta del PP». Y no se ha cansado de repetir que la apuesta de Sánchez, un gobierno que combinara al PSOE con Podemos y Ciudadanos es, como han dejado claro tanto la formación morada como la naranja, inviable. Realpolitik frente a marketing electoral. De hecho, al inicio de este septiembre, la Escuela de Verano de la UGT fue, en Gijón, el foro en el que mientras Fernández insistía en que es prioritario que España tenga gobierno, Pedro Sánchez, con Fernández en primera fila, insistía en el 'no es no'.

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Mientras una parte del PSOE aún soñaba con un acuerdo con Ciudadanos, Podemos y tal vez alguna formación nacionalista, Javier Fernández, en plena efervescencia previa al Comité Federal de ayer y con la propuesta de los críticos de que liderara una hipotética gestora del partido, ponía el pasado viernes en público voz a aquéllos, al asegurar que dicho pacto, sencillamente, «no es posible», y que, desde su experiencia y pragmatismo político, «cuando una cosa no es posible y no existe, hay que reconocerlo aunque no guste». No se puede decir más claro.

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