Andrés Suárez
Martes, 17 de mayo 2016, 07:29
Batalla táctica entre Podemos e Izquierda Unida en Asturias para tratar de encontrar una salida al conflicto generado en torno a la composición del cartel electoral conjunto para la cita con las urnas del 26 de junio. IU movió ficha ayer renunciando a la pelea para conseguir el segundo puesto de la lista al Congreso, que era su aspiración inicial, y conformándose con el tercero, pero con una condición innegociable: que esa plaza corresponda a su coordinador, Manuel González Orviz. La iniciativa tiene miga porque choca directamente con la exigencia de la formación morada de que ese lugar sea ocupado por una mujer para así presentar una lista cremallera. Pero el nuevo partido se resiste a las presiones y su portavoz, Emilio León, se mostró convencido de que en el ámbito de la coalición «seguro que existen mujeres dispuestas a recuperar el escaño histórico de Pasionaria». Una referencia un punto maliciosa y nada casual a uno de los mitos de la izquierda asturiana.
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La relación entre las dos organizaciones más representativas de la izquierda alternativa en Asturias no deja de ser curiosa. Una, IU, con un acuerdo de investidura suscrito con el PSOE en vigor. Otra, Podemos, con una estrategia política frontalmente opuesta a los socialistas. Las dos, enlazadas ahora bajo un mismo paraguas electoral, Unidos Podemos, suscrito en el ámbito federal sin negociación sobre el terreno en la región. Y, a apenas una semana de que se cierre el plazo para la presentación de las candidaturas, sin un entendimiento sobre la composición de las mismas. Un panorama, por tanto, nada conciliador.
La relación entre ambas partes ha derivado en una partida de ajedrez. Ayer le tocó a IU mover pieza. La coalición, visiblemente descontenta con el reparto de puestos en la candidatura por Asturias, que la desplaza a un tercer puesto que no tiene garantías de éxito, emplazó hace días a su dirección federal a reabrir la negociación en Madrid buscando saltar al segundo lugar. Pero, en el fondo, Orviz y su equipo saben que, a estas alturas, tal planteamiento es inviable, así que han buscado una vía alternativa. Se renuncia a ese número dos, sí, y se acepta el tres, pero con condiciones.
O, mejor dicho, con una condición: que ese puesto sea ocupado por Orviz. Y ahí comienza el lío si se tiene en cuenta que, entonces, se rompe la cremallera de la lista conjunta al ir una mujer como número uno Sofía Castañón, de Podemos y luego dos hombres en posiciones consecutivas, Segundo González también del partido morado en el segundo puesto y a continuación el propio Orviz. El coordinador de IU presentó esta cesión, la aceptación del tercer lugar, como una muestra de «generosidad» de su formación, de «sacrificio» en pos del objetivo común de la victoria, y pasó la pelota a la formación morada, que es ahora quién debería asumir la hipotética responsabilidad de un acuerdo o una crisis sin solución.
«No vamos a dedicar a las listas ni un minuto más; el objetivo es articular una mayoría de cambio, derrotar al PP el 26 de junio, dar el sorpasso al PP en Asturias», anotó Orviz, que dejó claro que IU tiene autonomía plena para designar a sus candidatos en las listas conjuntas, «sin vetos», y que recordó que él ya fue elegido en primarias cuando, para las elecciones del 20-D, su formación se presentó bajo la marca Izquierda Unida-Unidad Popular.
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Encaje práctico y político
La forma en que Izquierda Unida defiende el encaje de todas estas aspiraciones es, en la teoría, sencilla. Que Sofía Castañón y Segundo González intercambien sus puestos, de manera que Orviz pueda ser el tercero del cartel electoral respetando la cremallera. Solución sencilla en apariencia pero políticamente compleja por los equilibrios internos de Podemos y por el hecho de que el acuerdo alcanzado entre las dos organizaciones contemplaba un reparto que, sostienen desde la formación morada, no hay razón alguna para voltear.
Preguntado en los pasillos de la Junta General por el embrollo, Emilio León fue claro. «Es importante que las mujeres tengan protagonismo», indicó, y las listas cremallera son una buena apuesta en ese sentido. El portavoz parlamentario deslizó que si el líder federal de IU, Alberto Garzón, firmó este acuerdo con Pablo Iglesias y acepta su desarrollo en la lista en la que participa, la de Madrid, «no veo por qué no se va a hacer también aquí».
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Hay margen para desmadejar el hilo pero la cuestión es que el frente sigue abierto y que, aunque las dos formaciones se emplazan a finiquitar ya el debate de las listas para hablar de política, de los problemas de la gente, lo cierto es que las candidaturas continúan marcando la agenda y las cuestiones sectoriales están en segundo plano.
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