El intento de Pablo Iglesias de pactar con IU choca con el rechazo de Podemos en Asturias

La intentona negociadora de Podemos e IU para concurrir de forma conjunta a las previsibles elecciones de junio comienza con malas perspectivas en Asturias. Mientras que en el ámbito estatal se da como muy probable el entendimiento entre Pablo Iglesias y Alberto Garzón, en la región todo parecen obstáculos. Primero, el hecho de que en el seno de Izquierda Unida conviven quienes son partidarios de explorar este camino, una mayoría en torno a Manuel González Orviz, y quienes, como Gaspar Llamazares, están frontalmente en contra. Y segundo, que los dirigentes de la formación morada en el Principado se oponen a la estrategia de su líder nacional y no están por la labor de pactar con una organización a la que consideran, más que aliada, adversaria. Este guirigay se escenificó ayer con las declaraciones de los principales actores de esta película.

El rechazo de Podemos en Asturias a la estrategia de Iglesias es frontal. Por muchas razones. Por un lado, porque se considera que pone el foco sobre un asunto, la potencial alianza con IU, aflojando la presión sobre el PSOE y la supuesta incapacidad de Pedro Sánchez y los suyos para articular una alternativa de gobierno en España. Por otro, porque se piensa que se pierde el discurso de la transversalidad, sobre el que se entiende que se ha articulado el crecimiento obtenido en estos meses de aventura, generando el riesgo de que se perciba a la formación como una opción claramente escorada a la izquierda. Y, además, porque se obliga a dar un giro drástico a la política desarrollada en estos meses de labor en la Junta General, centrada en presentar al PSOE como principal obstáculo para un cambio en Asturias y a Izquierda Unida como muleta y único sostén del partido de gobierno.

Las declaraciones de ayer del secretario general de Podemos en la región, Daniel Ripa, demostraron cualquier cosa menos entusiasmo por esa potencial alianza de la izquierda. Explicó la apuesta de su formación por los procesos de «desborde ciudadano», de búsqueda de espacios de crecimiento, pero siempre en genérico, huyendo de la hipótesis de un acuerdo con IU. Y defendió un crecimiento de Podemos a partir de gente que provenga de IU o de «desencantados» del PSOE, sin aludir en ningún caso a la confluencia tal y como se plantea en los contactos que en Madrid mantienen Iglesias y Garzón. Esto es, como un pacto entre los dos partidos para, bajo la fórmula que sea, presentarse en conjunto a las elecciones.

Condiciones

Ripa, además, puso condiciones a IU para llegar a plantearse este escenario de diálogo. Emplazó a la coalición a desmarcarse abiertamente del PSOE, con el que tiene vivo un acuerdo de investidura, y reprochó a sus dirigentes -en concreto a su coordinador, Manuel González Orviz- que estén más pendientes de Podemos que de Javier Fernández y del partido «que tiene paralizada Asturias». En IU, apostilló, «están más preocupados de que no se desmadren los casos 'Renedo' y El Musel que de impulsar un cambio real». Es el momento, avisó, de que se replanteen si quieren seguir siendo «sostén» de los socialistas.

Poco tardaron en llegar las palabras de Ripa a oídos de Orviz, que se despachó a gusto. Criticó su actitud «soberbia y prepotente» y le situó entre aquellos que, lejos de buscar el entendimiento de la izquierda, pretenden «dinamitar» esa posibilidad. Y le afeó que exija cambio a los demás y no aplique esa política en su organización, de la que cuestionó su «obstruccionismo» en la Junta General.

Recomendó Orviz a Ripa que «escuche a la gente, que quiere que desalojemos a Rajoy de la Moncloa», y le emplazó a sumar y no dividir. «Quizá algunos se encuentren más cómodos en modelos de ruptura, como el de Gijón», zanjó.