
ANA MORIYÓN
Sábado, 3 de octubre 2015, 00:15
Antón Saavedra presenta el próximo jueves su último libro 'Villamocho. La corrupción en el sindicalismo minero'. En sus páginas realiza un repaso por los casi cuarenta años de dominio del Sindicato Obrero Minero de Asturias (SOMA), departe sobre el poder «político y financiero» que adquirió quien fuera durante tres décadas su máximo líder sindical, José Ángel Fernández Villa, y alerta sobre cómo de forma paralela la industria del carbón entraba en una espiral de decadencia de difícil retorno. En definitiva, resume, «es la historia de la mafia del carbón asturiano».
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Saavedra desarrolla en su libro su teoría sobre la desaparición de la minería en Asturias. «Fue una operación premeditada y organizada desde Madrid, por el bipartidismo, que buscó en Asturias a unos sicarios dispuestos a seguirle el juego y cargarse a la minería para convertir el Principado en un paraje lunar. La situación actual del carbón no es una casualidad», afirma el expresidente de la Federación Estatal Minera de UGT y viejo enemigo público de Villa, a quien ya denunció hace más de una década por sus supuestas malas prácticas. En aquel momento sus advertencias no fueron escuchadas, pero ahora, tras saberse que el exlíder minero está siendo investigado por la Fiscalía Anticorrupción tras regular en la amnistía fiscal de 2012 unos 1,2 millones de euros de dudosa procedencia, toman especial relevancia.
Saavedra asegura que a raíz de que Felipe González asumiera la presidencia del Gobierno y advirtiera de que la empresa Hunosa tenía los días contados, el PSOE, y luego el PP, pusieron en marcha «toda su artillería» para acabar con la minería. Villa, dice, «se prestó a su juego y le convirtieron en el virrey de Asturias». Miembro de la ejecutiva federal del PSOE y portador de la «chequera de Hunosa», adquirió todo el poder en las comarcas mineras y, por extensión, en Asturias. «Todo en las cuencas estaba supeditado al poder sindical, para entrar a trabajar en Hunosa, para ser vigilante de un pozo y hasta para ser concejal o alcalde. Allí no se movía nadie sin pasar por la plaza de La Salve (sede del SOMA)», asegura Saavedra, que es de los que tienen la convicción de que Villa tenía capacidad para «poner y quitar» presidentes del Gobierno y hasta de la Caja de Ahorros. Muchas personas, en definitiva, que «deben sus puestos a Villa y que ahora -recrimina- niegan conocerle. Son unos cobardes traidores». Saavedra, pese a que asegura haber recibido amenazas, pone en su libro «nombres y apellidos» a muchos colaboradores del «capo Villa» que ahora, opina, tendrían mucho que decir sobre el destino de los fondos mineros y también sobre el origen de la fortuna oculta del de Tuilla. Le consta incluso, dice, que la Fiscalía Anticorrupción investiga sigilosamente a más de uno.
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