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Eva Mayordomo
Miércoles, 1 de julio 2015, 21:46
¿Asamblea, cafetería, chigre? Esos conceptos se mezclaron en el hemiciclo asturiano en la segunda sesión del debate de investidura. Y es que se peleó, y bastante, acerca de quién representa a más y mejor 'gente'. Por ello, Nicanor García, portavoz de Ciudadanos Astuias, recogió el guante lanzado en la jornada del martes por Emilio León, que había asegurado desde el estrado que la gente lo para en cafeterías para decirle "que es la primera vez que saludo a alguien a quien voté". Si aquello ya levantó murmullos de enfado en las bancadas, parece que alguno hasta lo consultó con la almohada, ya que García usó un tono desenfadado, cuanto menos, para advertirle "que nadie tiene un plus de legitimidad en esta cámara". Y no lo tiene "por mucho que se vaya a asambleas o a cafeterías a hablar con la gente y nos cuenten cosas. Por cierto, que yo prefiero los chigres o las sidrerías, pero bueno, que cada uno tome las copas donde quiera y hable con quien quiera", le espetó al candidato de Podemos, Emilio León. Éste respondería en su intervención de la tarde, visto el ambiente bronco que se había ido generando desde la tribuna de oradores durante toda la mañana, que afortunadamente la bebida que se sirve en el hemiciclo es a"gua y café, y no gin-tonic".
Una bebida muy dada a compartirse entre amigos, pero por ejemplo, el socialista Nino Torre lo tendrá difícil para irse de copas con los parlamentarios de Podemos Asturias. Al menos, según le explicó la diputada de la formación morada cuando se vió interrumpida por segunda vez por los socialistas. "Fuera de estas puertas los diputados serán compañeros quien quieren", empezó. Nino Torre apostilló "y amigos", pero Montejo continuó: " Pocos compañeros de Podemos Asturias tendremos interés en establecer relaciones personales con ninguno de ustedes". Con la mirada fija y manejando los silencios, la diputada Lucía Montejo respondió así tras pedir "compañerismo político para conseguir objetivos comunes". Aseguró sorprenderse "por la costumbre de pisar sistemáticamente las intervenciones". Y es que minutos antes lo había hecho el consejero de Sanidad, Faustino Blanco, que protestó desde el escaño ante la comparación que la diputada de Podemos efectuó entre la Sanidad asturiana y la madrileña.
Y si los colores de los diferentes partidos separan, no digamos ya los saltos generacionales. La misma Montejo arrancó su intervención reconociendo que "acaba de llegar a la política" y que cuando ella nació, "Mercedes Fernández ya era concejala" y Javier Fernández ocupaba diferentes cargos. La aludida en primer lugar, lejos de ofenderse, desvió la bola y le contestó que "gracias" a que mujeres como ella se habían "involucrado en política desde jovencitas" ahora ella tenía el terreno más allanado. Y pegó un fuerte pelotazo hacia la otra banda: "El que es viejo, viejo, más viejo que yo, es usted", le lanzó al socialista Javier Fernández, que no le rió la gracia de la edad en absoluto, y le devolvió el golpe con un "pues no se te nota". La diputada popular lo resolvió contestando que eso es "porque 'trabayé' más que usted". Para 'Cherines', por cierto, "los chicos de Podemos sí trabajan, y usted ha venido con las manos 'en bolsu'", le afeó a Llamazares (IU) sobre su intervención, que consideró "poco preparada, y oiga, esto no es el Congreso, pero tenemos un nivel en esta cámara", le reprochó.
Pero la dirigente 'popular' tuvo que encajar lo suyo a su vez: Fernando Lastra llegó incluso a la parodia cuando, hablando de los apoyos con los que cada partido acudía al debate de investidura, criticó que "algunos vienen en función de unas cualidades personales presuntas". Para a continuación aniñar la voz e imitar a Mercedes Fernández: "Soy rebelde y estoy encantada de serlo, porque estoy ilusionada y porque soy enormemente novedosa". También se dirigió Lastra a los de Podemos, esta vez sin actuación, para decirles que "algunos son característicos activistas, faltaría más, son clásicos, pero no impresionan", valoró.
De las mismas filas populares salió el ofrecimiento de Luis Venta-Cueli, que para justificar el poder hablar de corrupción en Andalucía, se ofreció a ponerse "un sombrero cordobés". Si bien admitió rápidamente que dicho tocado "no era su estilo". Tal vez de habérselo puesto habría animado a Gaspar Llamazares, que manifestó "estar triste" ante la falta de un acuerdo sólido de izquierdas.
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