ANDRÉS SUÁREZ
Viernes, 30 de enero 2015, 09:02
Entre las cuatro paredes de la sala que acoge los trabajos de la comisión que investiga el origen de la fortuna de José Ángel Fernández Villa se escuchan hipótesis, rumores «de chigre», una expresión que han manejado varios asistentes, pero no aparecen pruebas concretas, documentos, indicios de la procedencia de los 1,2 millones de euros regularizados por el ex líder del SOMA. La sesión de ayer tenía en la agenda algunas de las comparecencias más esperadas -el ex vicesecretario general del SOMA Laudelino Campelo, el ex secretario general de la federación de mineros de UGT Antón Saavedra y el secretario de acción sindical de USO, José Vía- y se repitió el patrón. Se apuntó a las obras del geriátrico del Montepío en Felechosa, a los cheques emitidos por Hunosa para dietas de los representantes sindicales y a los cursos de formación como elementos a investigar, pero todos dijeron no poder demostrar nada. Fue una mañana tensa, a veces subida de tono y con algún cuerpo a cuerpo más propio de encendidas tertulias deportivas que del Parlamento.
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Aunque la presencia en la Junta de Saavedra hacía presagiar que los ánimos se encenderían, como sucedió en el enfrentamiento que mantuvo con el portavoz del PSOE, había más interés por conocer lo que tenía que decir Campelo en la medida en que, frente a la intensa exposición pública del primero, se había mantenido en un discreto segundo plano. Su discurso evidenció que tenía ganas de ajustar cuentas con Villa, cuya vida, vista la contradicción entre su discurso histórico y los hechos que ahora se investigan, definió como «una gran farsa» propia de una persona «carente de la más mínima dignidad».
Que la relación entre Villa y su antiguo lugarteniente acabó como el rosario de la aurora se constató en una frase de Campelo cuando narró el origen de la ruptura entre ambos. Contó el enfado del ex líder del SOMA «cuando ayudé a que le ganaran un congreso del PSOE en Langreo» y recordó cómo le llamó por teléfono y «me amenazó, me dijo que me iba a rajar de arriba abajo». Ahí comenzó, añadió, una operación contra su persona -el escándalo de las supuestas comisiones para la instalación de un centro comercial en la cuenca- de la que salió absuelto en los tribunales.
Admitió Campelo que no tiene pruebas de cuál puede ser el origen del dinero de Villa, pero aludió a comentarios, a rumores escuchados en su entorno, para señalar hacia el geriátrico de Felechosa como hipótesis factible. «Investiguen por ahí y es posible que encuentren respuestas: la adjudicación de la obra, si su valor real es el que se pagó...» Y se pronunció sobre una de las personas que están en el ojo del huracán, José Antonio Postigo, ex presidente del Montepío que, como Villa, también se acogió a la regularización. «Tanto como tenía de grande lo tenía de tonto, pero luego debió aprender mucho», dijo.
El ex vicesecretario del SOMA, como Saavedra minutos antes, fue interpelado por los cheques que Hunosa emitía para pagar las dietas de los sindicalistas que iban a las reuniones del comité intercentros. Aunque bailaron algunas cifras, quedó claro que durante años -al menos entre 1978 y 2011- ese cheque -que cifró en unas 215.000 pesetas mensuales- no llegaba a la central sino que iba a Villa, bien mediante talón nominativo, bien a nombre del sindicato pero dentro de un sobre con el nombre del secretario general. «No sé si al final se lo quedaba él o iba a la cuenta del SOMA», matizó. Campelo, en todo caso, trasladó su criterio de que los 1,2 millones en cuestión «probablemente no proceden de una sola cosa».
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«Mejor actor que Landa»
A Campelo, que puso en duda las excusas médicas aportadas por Villa para esquivar la comisión -«físicamente se parecía a Alfredo Landa pero era mejor actor»- le precedió Antón Saavedra. A diferencia de quienes habían intervenido en los días anteriores, el ex dirigente de UGT sí aprovechó el turno inicial de palabra. Y lo hizo con un encendido discurso que calentó el ambiente.
«Esta comisión nace muerta», comenzó. «Ustedes se denominan investigadores cuando deberían ser investigados por los fondos mineros», bramó señalando a los irritados representantes de PSOE y PP. «Hay que tener la cara de platino iridiado para juzgar al padre político», apostilló aludiendo a la actitud de los socialistas en relación con Villa, a quien expulsaron fulminantemente. De los dos grandes partidos añadió que «quieren cargar más de 30 años de basura minera sobre las espaldas» del antiguo líder del SOMA.
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Habló Saavedra de una «voladura minera controlada» y apuntó a Javier Fernández y su decisión de expulsar a Villa del partido «en una operación perfectamente engrasada». Al presidente del Principado y responsable de la FSA, que dijo estudiar una demanda contra Saavedra por algunas de sus últimas declaraciones, le dio réplica directa. Lo hizo al hilo de la 'trama carbonera', el fraude consistente en importar carbón internacional, más barato que el autóctono, y hacerlo pasar por mineral de producción propia, que gozaba de ayudas públicas para paliar su alto coste de extracción.
Según Saavedra, Fernández conoció ese escándalo. Según el presidente, en ningún caso tuvo noticia del mismo. El ex dirigente de UGT se ratificó en su versión: «¿Qué no sabe Javier Fernández de la 'trama carbonera' cuando él me dio información del tema? ¿Qué le falta por saber a él, inspector de minas, director general, consejero, hombre de la máxima confianza de Villa, de los miles de millones defraudados en La Camocha o en el conjunto de la desgraciada historia del carbón?»
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Saavedra habló del pago de comisiones, de mordidas, de empresas adjudicatarias de una obra a terceros, dinero que luego iba a parar a partidos o sindicatos, pero admitió que no tenía pruebas y que todo aquello que pudiera aportar con mayor concreción ya había sido entregado el día anterior a la Fiscalía. También se refirió a los cheques de Hunosa, confirmó que venían a nombre de Villa y cifró la cantidad que se podría haber movilizado por esa vía en unos 500.000 euros. Relató como el accidente que incapacitó al sindicalista para seguir en el tajo fue «un fraude» por el que «pasó a cobrar el máximo, más de 2.500 euros al mes». Y añadió, al hilo de los cursos de formación, que las irregularidades también tocaban de lleno esa materia. «Se daba al cursillista un boli y una carpeta, el curso no se hacía y el dinero, a la buchaca».
«¿De qué se ríe usted?»
Saavedra y el portavoz socialista se las tuvieron tiesas. Lastra cortó abruptamente al ex dirigente de UGT cuando este relataba una intermediación que hizo en 1983 entre el padre de Javier Fernández y el entonces responsable de Hunosa sobre el hecho de que el hoy presidente no hubiera entrado en la plantilla de la hullera. «Lamento que demos pábulo a este personaje, si quieren tener una conversación con él invítenle a un café», terció Lastra. «¿De qué se ríe? ¿Quién se cree que es?», contestó Saavedra. «Habla usted de financiación ilegal de partidos, presente pruebas o calle», contrarreplicó el diputado socialista.
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La mañana terminó más calmada con Belarmino García Noval, que fue coordinador general del SOMA, que dijo desconocer el origen del dinero y que, como quienes le precedieron en la comisión, cargó contra la figura de Villa. Era «insoportable» tratar con alguien que practicaba el «o conmigo o contra mí», de carácter «caprichoso» y que «de Sama a Oviedo dejó en las cunetas cadáveres políticos de su partido». Instó al Gobierno a retirarle la medalla al mérito en el trabajo.
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