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Un 'faiseur d'histoire'

Un 'faiseur d'histoire'

Las reacciones en el extranjero están siendo muy elogiosas en la dimensión institucional y en el registro político

enrique vázquez

Lunes, 2 de junio 2014, 12:05

Al modo clásico ("lo que vayas a hacer no lo dejes saber", que recomendaba un tal Talleyrand, maestro en estos menesteres) el Rey de España, Juan Carlos de Borbón, anunció hoy su abdicación tras 39 años de reinado.

Y lo hizo cuando su salud muy recuperada y su actividad intensa en las últimas semanas habían atenuado las especulaciones al respecto. Todo muy profesional y con el obvio objetivo de dar al asunto la dimensión de normalidad que, en efecto, tiene. Su hijo y príncipe heredero recibirá la corona según la previsión constitucional y en un marco de completa normalidad institucional.

Las reacciones en el extranjero están siendo muy elogiosas en la dimensión institucional y en el registro político. Más allá de errores circunstanciales en su conducta privada, que la crónica social y periodística recoge con delectación anecdótica y los manuales de historia olvidan invariablemente, el monarca ha cumplido sobradamente. En concreto, su papel en la liquidación por acuerdo de la dictadura, una muestra de solvencia estratégica y táctica, hace de él lo que los franceses gustan llamar un faiseur dhistoire.

En efecto, Juan Carlos I de España ha sido un hacedor de historia, un primer actor de un instante crucial de su azaroso recorrido y su conducta comparada, por ejemplo, con la de un Fernando VII o un Alfonso XIII, reaccionario sin tasa el primero, connivente el segundo con el dictador Primo de Rivera es un mezcla de patriotismo y perspicacia, una segura fórmula de éxito.

Una cierta imagen de España

Importa subrayar en este día que la personalidad y la convicción del rey ayudaron decisivamente a cambiar la visión que del reino de España (técnicamente ya era un reino bajo la legalidad franquista) se tenía en el mundo democrático, y singularmente en Europa occidental. Era decisivo ese hecho para asentar al país, aún sacudido por el carnavalesco y celtibérico intento golpista de 1981, y darle credibilidad en el extranjero.

Europeista convencido, se le reconoció tal condición con el premio Carlomagno, mientras él sabía sustraerse a lo que algunos medios insistían en describir como un oficioso sindicato de reyes que equivaldría a una suerte de poder de hecho en nombre de una especie de pasado europeo mal escrito y que había visto la desaparición de muchas monarquías. El supo asentar la borbónica haciéndola, sencillamente, nacional y socializándola. El matrimonio del heredero con una plebeya divorciada de su gusto sin la menor oposición, algo dice, por añadidura, sobre su personalidad.

Es seguro que nada sustancial cambiará con el acceso del príncipe heredero al trono, pero Felipe tendrá difícil mejorar la prestación internacional del rey Juan Carlos. Nacido en Roma como consecuencia del exilio de su abuelo Alfonso, educado en un ambiente confuso y espeso trufado de corrientes y conspiraciones pseudoaristocráticas demodées, el futuro rey llegó hasta el día de hoy porque supo, sencillamente, prevalecer.

Tuvo la cooperación de una visible mayoría social y una clase política patriótica y entrenada -Suárez, González, etc- en excelente sintonía con él. Se va hoy y hace, como de costumbre, lo que debe y, por añadidura, lo que conviene al país.

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