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Episodio 4

El pintor borroso

El artista santanderino José Ramón Sánchez ha dibujado miles de ilustraciones. Pero ahora sus ojos se apagan. ¿Cómo sobrevive un pintor a la amenaza de la ceguera?, ¿qué inventar para seguir adelante?

Transcripción

Fuera del radar.

El pintor borroso

José Ángel Esteban: ¿Qué tal? Bienvenidas y bienvenidos a nuestras historias.

Una sintonía como esta, de silbidos y fanfarrias, les sonará a aquellos que tengan una edad entre los 40 y los 50 años. Los que eran niños en los años ochenta en España. Seguro que ellos se acuerdan de 'Sabadabada', un programa de Televisión Española. Ahí, con la presentadora Mayra Gómez Kemp también salía un hombre que dibujaba. Con sus pinceles y sus lienzos. Aquel hombre era el pintor santanderino José Ramón Sánchez, que años después llegó a ser Premio Nacional de Ilustración.

José Ramón se ha dedicado toda su vida al dibujo, se ha refugiado en el arte para superar los baches de su vida, como la enfermedad, el divorcio. Horas y horas cada día dibujando. Un oficio. Un talento. Y un refugio. Ahora, con 85 años, ha decidido dejar de pintar. Está cansado, las fuerzas le fallan. Tiene cataratas.

José Ramón: ¡Si eres un chaval! Tengo hijos de 52, podrías ser mi hijo pequeño.

JAE: José Ramón nos recibe en su estudio de Santander. Según se abre el ascensor, está esperando con la puerta de su casa abierta.

JR: Siéntate…

JAE: El piso donde vive José Ramón es amplio, está orientado al sur y a través de los grandes ventanales se ve el Palacio de Festivales de Santander. Es uno de los vértices de la cultura de la ciudad. Casi un símbolo. Por eso no deja de ser curioso que uno de los artistas vivos más importantes de esa tierra viva frente a ese edificio.

JR: Yo tengo que quitarme la mascarilla para conversar contigo. Es que si no, no puedo hablar.

JAE: José Ramón viste cómodo, porque está en su casa: un pantalón de chándal y un amplio jersey de lana. Así, desenfadado, a sus 85 años tiene el aspecto de un hombre frágil, mayor; aunque mantiene intacta la agilidad mental.

Se sienta en una butaca que preside su estudio, un espacio que conserva tal cual era cuando dibujaba, como si nunca hubiera dejado de hacerlo. Con las pruebas de color salpicando alguna cuartilla o incluso la pared. Los tarros de pintura ordenados sobre una mesa, aunque en el interior de cada uno no quede ya nada más que una masa seca.

Hay también decenas de pinceles que no se usan desde hace meses, o años, y que tienen las cerdas endurecidas como piedras… Allí, en medio de un estudio de pintura, no huele a pintura. Pero siguen estando los objetos.

JR: No se podrán ni abrir ya, mira. Yo soy eso. Un resto de pintura seca, inservible, y ya está. Y esto me recuerda a mí que pinté. Los pinceles.

JAE: José Ramón toma uno de esos botes, lo abre y lo muestra.

JR: No he limpiado eso, no, que se quede como estaba. Porque creo que tomé una decisión muy madura, y tirando a sabia. Tirando a sabia.

JAE: José Ramón no se ha deshecho de ellos. Porque eso sí sería definitivo: tirando a la basura los botes, el caballete, los lienzos significaría que también abandona su pasión. Pero allí siguen. No ha pasado página del todo. Todo es muy extraño; aunque él parece tenerlo muy claro.

JR: Yo no me arrepiento de esa decisión. No voy a volver a dibujar, ni a pintar. Me ha dejado de interesar. Estos tarros son objetos muertos. Secos.

JAE: Escuchándole es inevitable pensar que hay algo que no termina de encajar.

JR: Hay cosas a las que yo ya no llego. José Carlos, no llego. Porque se me ha acabado. No el talento, no se me acabó el talento. Mira, me fallan los ojos, que me lloran; me falla el pulso, que me tiembla. Me fallan las fuerzas, los riñones, las piernas, me falla lo físico.

JAE: ¿Cómo sobrevive un hombre para el que la vida ha sido el dibujo cuando ya no puede volver a coger un lápiz y una cuartilla?

CABECERA

JAE: El día que José Ramón Sánchez «colgó» los pinceles se convirtió en un hombre sin propósito. Abandonó lo que siempre le había dado sentido a su vida. Fue una decisión que tomó en el año 2020. Y entonces llegó la incertidumbre. Lo realmente complicado para él ha sido llenar el hueco que durante décadas le ocuparon sus fantasías sobre el papel. Pero es imposible comprender todo esto si no se descubre primero cómo el artista se convierte en esclavo de su arte. Un proceso que José Ramón comenzó a vivir cuando era sólo un niño.

Sigue contando esta historia José Carlos Rojo.

José Carlos Rojo: A José Ramón la enfermedad le ha acompañado durante toda su vida. Desde que era muy pequeño. Nació en una familia trabajadora santanderina en octubre de 1936. Tan solo dos meses después del levantamiento militar.

JR: El asma me sirvió para ver que el dibujo, como yo lo entendía, porque no era dibujar. Eran vaqueros, era un velero, un pirata… O sea, ya eran historias.

JCR: Sus ataques de asma comenzaron cuando apenas tenía cinco años. Estos episodios le sirvieron para explorar su mundo interior, un paisaje colmado de fantasías y aventuras que canalizó a través del dibujo.

JR: No eran dibujos que hacen los niños (una casa, un árbol, un animal). No, no, no. Yo ya me metía en que… tenía claro que el mundo del dibujo era un mundo tan rico, tan fantástico, tan inabarcable, que aquello iba a ser mi vida.

JCR: No era un niño que jugara con muñecos y coches como hacen los demás. Construía su particular mundo de ficción sobre las cuartillas.

JR: Mis juguetes eran un lápiz y un papel. Un cuaderno de dibujo. A mí me echaban los reyes plumillas, tinta china, una caja de acuarelas. Yo no quería coches.

JCR: A pocas calles de su estudio se mantiene aún en pie la casa donde vivió de pequeño.

JR: Mira, ese es el portal 19. Tengo unos recuerdos muy buenos.

JCR: El primer piso del número 19, en barrio Camino, Santander.

JR: Esa ventana es mi ventana, es la habitación donde estuve enfermo.

JCR: Desde la calle observa la cristalera de un lugar que lo transporta a otra época. Basta ese simple gesto para recuperar toda una memoria de infancia.

JR: Daba el sol, era una habitación muy alegre. Recuerdo que los días de sol casi siempre me ponía a dibujar porque tenía más ánimo. Y aquí pues entrar, salir, ir al cine. Aquí había un bar…

JCR: Muchos años después, ya adulto, José Ramón recuperó ese niño interior para conectar con la imaginación de millones de pequeños. Mentes inquietas que lo escucharon con atención hablar sobre los grandes pintores, escritores y músicos de la historia porque lo hacía dibujándolos en el programa infantil 'Sabadabada'. Un magacine de la mañana de los sábados presentado por Mayra Gómez Kemp en Televisión Española.

JR: Era un programa que nacía con vocación de ser el programa más importante que se había hecho para niños. Y niños eran desde los que podían ver la tele hasta los 12 o 13 años.

JCR: Un día de junio de 1977 José Ramón recibió una llamada. Era el periodista y director de televisión José Antonio Plaza. Le dicen que buscaban a alguien que supiera dibujar en directo. José Ramón quiso probar suerte y en la grabación del programa piloto llegó la sorpresa.

JR: Cuando acababa yo un retrato, supuestamente, Mayra Gómez Kemp pasaba por allí y decía «Bueno, José Ramón está dibujando al doctor Fleming» y ella, bla, bla, bla, contaba la vida del doctor Fleming. Entonces yo no sé por qué azar del destino no se puso a hablar, sino que me preguntó y me dijo «¿qué estás haciendo?».

JCR: A José Ramón no le quedó más remedio que explicarse y ahí comenzó la magia, porque al mismo tiempo que dibujaba, el ilustrador empezó a explicar la vida de todas aquellas personalidades.

JR: Fue la suerte de que me preguntara qué estaba haciendo. Y yo seguí dibujando y… «El doctor Flemming era un fenómeno de la humanidad, en mi barrio había una niña que se murió de meningitis porque no había penicilina y tal…».

JCR: José Ramón contó toda suerte de aventuras, batallas y anécdotas que se le ocurrieron mientras dibujaba sobre las láminas.

JR: Y cuando acabé, el director del programa dijo «¡corten! Ya vale, ya vale el plano». Y yo me quedé desalentado, pensé «¿Qué he hecho yo?».

JCR: Pensó que no volverían a llamarlo. Pero no fue exactamente así. Al día siguiente lo sentaron con todo el equipo de producción y proyectaron el programa.

JR: Entonces pasan lo mío y me preguntaron «¿qué te parece a ti?». Y dije yo «pues una metedura de pata como un piano». Es que vamos… Hablando mal y pronto, es que la he cagao.

JCR: Que un ilustrador tiene que hacer precisamente eso, dibujar, no hablar, ni explicar nada y menos historia;

JR: Porque quién me manda a mí contar lo que he contado, cuando está al lado una profesional como la copa de un pino que era Mayra, que llevaba ya diez años en televisión.

JCR: Un dibujante capaz de hablar mientras dibuja. Perfecto para televisión, pensaron los responsables de Televisión Española. Todos se dieron cuenta al instante de que era un diamante en bruto. Todos menos él.

JR: Es que es eso lo que ha pasado, que tú puedes dibujar mientras cuentas una historia paralela.

JCR: El programa 'Sabadabadá' tuvo un éxito arrollador, tanto que la voz de José Ramón forma parte de la memoria infantil de miles de españoles que hoy están entre la cuarentena y la cincuentena. Lo catapultó a los primeros puestos de la popularidad nacional.

Sonido campaña política

JCR: Madrid, 1977. Elecciones generales. Felipe González logra casi 120 escaños y convierte al Partido Socialista en el principal partido de la oposición. Dos años después, los españoles votan de nuevo y le siguen manteniendo como la segunda fuerza política. Ambos carteles son diseñados por José Ramón Sánchez. Y en ambos el color ilustraba la esperanza del cambio a la democracia. En el de 1979 se leía un lema: 'Cambia tu ciudad con los socialistas', y en el dibujo se veía el puño y la rosa en medio de un campo bajo una puesta de sol, o un gran parque colmado de gente disfrutando la vida. José Ramón vivía uno de los momentos más felices de su carrera. La vida en Madrid trajo su eclosión artística. Se sentía inspirado y eso se tradujo en muchas obras… Pero el golpe estaba esperando a la vuelta de la esquina.

JR: Cuando las cosas en mi casa estaban mal, ya sabíamos que no había forma de reconstruir aquello, aquellos años primeros…

JCR: En 1989, y después de un tiempo de crisis, su matrimonio se acabó.

JR: Yo ya viví un bajón anímico, porque estaba viviendo en mi casa, con mis hijos y mi mujer. Porque mi mujer ya no era mi mujer y mis hijos eran mis hijos pero los iba a perder.

JCR: La separación ha sido, sin duda, uno de los episodios más traumáticos de su vida. Ahora, con 85 años, todavía pone los pelos de punta escucharle hablar de ello. Pero una vez más, ahí, en el que probablemente fue el momento vital más crítico, el dibujo volvió a salvarle del abismo.

JR: Cuando yo he pasado una crisis de algo muy serio, el refugio era el dibujo.

JCR: Le había ocurrido desde pequeño. El dibujo le ayudaba a evadirse. A conectar con todas esas realidades paralelas, repletas de fantasía y aventuras donde, al contrario de lo que le sucedía en la vida real, él nunca era el perdedor.

JR: Yo necesité en aquella situación familiar volver a la infancia. Cómo volver al refugio del dibujo, de las cosas tiernas, de los libros, de los cuentos de hadas.

JCR: Por aquel entonces, José Ramón Sánchez ya había ilustrado un centenar de libros infantiles publicados por la editorial Santillana, así como varios volúmenes que tuvieron gran éxito, como 'La gran aventura del cine', '50 años de cine español', 'Nijinsky y los ballets rusos'... Se sentía en uno de los puntos más altos de su carrera.

JR: O sea que yo ya había crecido y estaba ahí, en mi altillo, por llamarlo de alguna manera. Yo necesité bajar a unos escalones cercanos a la infancia para superar aquello.

JCR: Fue entonces cuando terminó el José Ramón padre de familia, y quedó exclusivamente el José Ramón artista.

JR: Me bajé después del desayuno y me quedé en el estudio pensando, sentado en el diván que tenía.

JCR: José Ramón se acuerda de aquel día…

JR: Y pensé que si yo no me metía con una obra más grande, para mí muy inalcanzable, iba a pasar por una crisis, una depresión… Porque yo llevaba 27 años con mi mujer, yo estaba enamorado de ella, y para mí aquello, joder, fue muy duro.

JAE: En esos momentos era aún joven, tenía facultades para dibujar, así que se sirvió de su arte para salir a flote de ese profundo vacío. Volcó toda sus fuerzas en el dibujo, y como era de esperar en alguien con su talento, comenzaron a gestarse las que ahora son consideradas sus grandes obras.

Sonido trazo de José Ramón

JAE: Primero llegó 'El Quijote', que finalizó en 1992, más tarde los episodios bíblicos, 'La Divina Comedia', 'El Beato de Liébana'… Y una última con la que, como él mismo confiesa, tocó su cumbre como creador. Lamentablemente, también es la que le hizo ver que su cuerpo comenzaba a fallarle… Enseguida retomamos el relato.

PAUSA

JAE: El poder evocador del dibujo, como el de otras artes, es mágico. Un sencillo gesto físico, como la fricción de un carboncillo en una cuartilla de papel, puede dar lugar a la construcción de todo el universo sonoro de una historia de aventuras. En 'Moby Dick', José Ramón se adentró en el mar para dibujar la narración como si fuera el 'storyboard' de una película… Continúa José Carlos Rojo.

JCR: José Ramón retrató los planos generales del ballenero, el mar, el puerto de Nantucket, las manadas de ballenas, el gran titán blanco. El libro rezuma misterio y oscuridad. Es, según él mismo reconoce, la obra de su vida. Quiso ilustrar la novela desde que la leyó siendo un adolescente. Pero ese mismo sueño de infancia, ahora ya cumplido, le descubrió lo implacable que puede ser el paso del tiempo.

JR: Yo decidí dejar la pintura y dejar el dibujo. El dibujo lo dejé cuando terminé 'Moby Dick'. Dije «yo no puedo hacer más».

JCR: Fueron 1.000 viñetas que terminaron por arrebatarle la vista.

JR: Mira son.. 1.000 viñetas y en 1.000 viñetas hay dos o tres que yo hubiera cambiado y dije «chico, este es el momento de empezar a dejarlo, dejarlo arriba. El sitio donde te ha llevado la obra a ti y tú a la obra».

JCR: Estos días José Ramón se está leyendo el libro 'Conversaciones con Billy Wilder', en el que Cameron Crowe entrevista a este legendario cineasta…

JR: Dice «Después de 'El apartamento' tenía que haber dejado de dirigir. Porque todo lo demás me hizo perder el prestigio, perdí el público.

JCR: Billy Wilder se arrepintió de no haberse retirado tras dirigir 'El Apartamento', porque nada de lo que hizo después igualó la genialidad de aquella película. Jose Ramón también tuvo miedo de estropear su legado, de hacerlo cada vez peor.

JR: Yo me di cuenta que yo estaba durando mucho. Que mi trayectoria era más larga que la de la mayoría y que era ascendente. Entonces me preocupó mucho que lo que tú has logrado, al altillo donde has subido, lo que venga después sea caerte, descender… Perder. Y dije, no tengo por qué.

JCR: Fue la hora de la verdad, en que el cuerpo dijo basta. Hace unos meses le operaron de cataratas en un ojo, y está a la espera de que le intervengan el segundo.

JR: La primera operación de cataratas me ha dejado un ojo como lo tenía, mal, y otro ojo, el izquierdo, que veo Pedreña. Y con el otro no veo más como si estuviera nublado.

JCR: Pedreña, para los que no conocen Cantabria, es uno de los pueblos que se divisan desde Santander, al otro lado de la bahía. Está lo suficientemente lejos como para probarse la agudeza visual. Me conduce hasta la ventana y se tapa el ojo bueno con una mano.

JR: Yo ahora veo con el ojo malo. Veo el mar, la masa y una cosa blanca y las nubes. Con el operado veo las casas, veo el pantalán, veo las boyas, veo que se mueve el agua, veo que las nubes corren.

JCR: Tiene la esperanza de que la segunda intervención salga bien; pero eso no le llevará a coger de nuevo el lapicero. Lo tiene bien claro.

JR: No quiero dibujar, ni quiero pintar ya.

JCR: Nada parece que le vaya a hacerle cambiar de opinión. Ni siquiera el abismo que se le presenta ahora, cuando las horas del día se le acumulan sin saber muy bien qué hacer. Le gusta, por ejemplo, pasear por la bahía.

JR: Es el paseo más cercano que tengo al sitio donde vivo y porque no me cansa. Si hace sol, porque hace sol. Si está nublado, porque está bonito el cielo y el mar gris. Es un paseo contemplativo.

JCR: Lee el tiempo que puede, lo que le aguantan los ojos sin llorar por el cansancio. También es un fanático de las series. Ama 'Dexter' o 'El ala oeste de la Casa Blanca'. Acompaña unos días a su hijo, el director de cine Daniel Sánchez Arévalo, en el rodaje de su nueva serie en Netflix. Y para de contar. Se acabaron las aficiones. Lo que nadie imaginaba, ni siquiera él mismo, era que le quedaba un as en la manga para recuperar el pulso del creador.

JR: Pues cuando viene la pandemia yo tengo que decir «¿qué hago yo en casa todo el día?

JCR: En abril de 2020, en pleno confinamiento, una tarde aburrida llevó a José Ramón a husmear en el baúl de los recuerdos. Lo que encontró le ha servido para recobrar la ilusión artística por el dibujo, aunque no vaya a necesitar volver a hacerlo.

JR: ¿Qué hago si no quiero dibujar ni quiero pintar ya? Pues, lo que quiero es revisar mi obra. Empecé a mirar todas las carpetas que tengo como 200 carpetas.

JCR: En ellas encontró escritos, dibujos, bocetos, planes, proyectos que nunca llegaron a despegar…que quedaron guardados esperando su momento. Como la serie de Maestros. Un homenaje que José Ramón Sánchez dedicó a los grandes pintores, músicos y escritores que lo emocionaron, que le enseñaron a contar historias, que lo animaron a crecer como creador.

JR: Yo cuando lo leí dije «¡Me cagüen la leche! En vez de pasar al siguiente proyecto, ¿cómo no estuve unos meses tratando de publicarlo?». Y ahora es el momento en que puedo.

JCR: Con la emoción de un niño pequeño José Ramón corre a su biblioteca y coge los cuadernos donde tiene a Los Maestros. En ellos conserva bien ordenadas decenas de páginas llenas de fotocopias de las láminas donde años atrás inmortalizó a Shakespeare, a Stevenson, a Wagner o a Rubens…

JR: Dostoyevski y Tolstói.

JCR: José Ramón señala a cada uno, pasando las páginas. Todos vienen acompañados de una ilustración y una narración en que se ficciona parte de su vida. Son textos llenos de borrones en bolígrafo rojo. Él se detiene en uno de ellos… Ilustraciones y textos están montados en cada página con mimo. Por así decirlo, se ha molestado en hacer un concepto de diseño. Le ha dado la misma forma con la que le gustaría verlo publicado.

JR: Yo lo he hecho todo y tengo todos los libros. Mira. Thomas Mann, Dickens y Oscar Wilde, Victor Hugo… Yo gozo con esto, es que esto para mí es tan creativo.

JCR: Tan creativo, tan ilusionante, que en medio de este vacío existencial y aunque no vuelva a coger lápiz y papel, el dibujo vuelve a convertirse en su refugio.

JR: ¡Es que es como el que va a descubrir las fuentes del Nilo! ¡Es que son mis fuentes! Yo me había olvidado de que mis fuentes eran estos 36 personajes. Nunca había pensado yo que esto podía ser el cierre de la trayectoria. Como editorial, de lo que editas; porque son las fuentes. Doce pintores. Doce músicos y doce escritores.

JAE: Muchos de los rasgos que tenía el José Ramón niño aún perviven en la mente del hombre de 85 años. Esa inquietud por aprender, por vivir, por crear, por disfrutar del proceso artístico.

JR: Yo quiero gozar de las cosas que he escrito, leerlas, releerlas, porque en todas encuentro el gozo de haber sido joven y de haberlas escrito. ¿Por qué uno no se va a gozar de la niñez, de la adolescencia?

JCR: El arte ha alimentado su alma, le ha servido de parapeto contra los golpes de la vida y es, todavía a estas alturas, la fuerza que lo obliga a levantarse cada mañana con la inquietud de un colegial.

JR: Yo he recapacitado y me he dado cuenta de la vida tan creativa que he tenido.

JCR: La vida le ha devuelto el favor y le ha recompensado. Hace muy poco José Ramón recibió la Medalla de Plata de la ciudad de Santander, reconociéndole como uno de los ilustradores más importantes del país.

JR: Nunca me imaginé que me iban a editar libros, que me iban a dar la Medalla de Plata de la ciudad de Santander. O sea, yo sé que a la gente le quiere, pero no tanto.

JAE: Gracias, José Carlos. José Ramón no parará hasta lograr que la serie de Los Maestros esté en las librerías y eso, consciente o no de ello, le obliga a mantener la lucidez, a conservar la ilusión porque su proyecto, su anhelo, su meta.

En marzo de 2022 José Ramón recibió la Medalla de Plata de la ciudad de Santander. Cada mañana intenta descubrir el mar desde la ventana de su estudio.

Esta ha sido una más de las historias de Fuera del Radar. Un podcast de periodismo narrativo que se mueve más allá de la noticia. Soy José Ángel Esteban. Gracias por escuchar.

Esta historia ha sido escrita e investigada por José Carlos Rojo

En Santander la edición es de Pablo Bermúdez

Jueves, 19 de mayo 2022, 12:47

Frente al mar, el estudio de José Ramón Sánchez está abierto a decenas de colores y matices que este artista ya no puede ver. Las pinturas están resecas, los rotuladores cerrados. Pero él siente que todavía tiene mucho que contar.

Créditos

  • Una historia de José Carlos Rojo

  • Producida por Pablo Bermúdez

  • Ilustración de Alicia Caboblanco

  • Edición y coordinación de Andrea Morán

  • Producción sonora de Rodrigo Ortíz de Zárate

  • Narración y dirección de José Ángel Esteban

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Episodio 4

El pintor borroso

Fuera del radar.
El pintor borroso
José Ángel Esteban: ¿Qué tal? Bienvenidas y bienvenidos a nuestras historias.
Una sintonía como esta, de silbidos y fanfarrias, les sonará a aquellos que tengan una edad entre los 40 y los 50 años. Los que eran niños en los años ochenta en España. Seguro que ellos se acuerdan de 'Sabadabada', un programa de Televisión Española. Ahí, con la presentadora Mayra Gómez Kemp también salía un hombre que dibujaba. Con sus pinceles y sus lienzos. Aquel hombre era el pintor santanderino José Ramón Sánchez, que años después llegó a ser Premio Nacional de Ilustración.
José Ramón se ha dedicado toda su vida al dibujo, se ha refugiado en el arte para superar los baches de su vida, como la enfermedad, el divorcio. Horas y horas cada día dibujando. Un oficio. Un talento. Y un refugio. Ahora, con 85 años, ha decidido dejar de pintar. Está cansado, las fuerzas le fallan. Tiene cataratas.
José Ramón: ¡Si eres un chaval! Tengo hijos de 52, podrías ser mi hijo pequeño.
JAE: José Ramón nos recibe en su estudio de Santander. Según se abre el ascensor, está esperando con la puerta de su casa abierta.
JR: Siéntate…
JAE: El piso donde vive José Ramón es amplio, está orientado al sur y a través de los grandes ventanales se ve el Palacio de Festivales de Santander. Es uno de los vértices de la cultura de la ciudad. Casi un símbolo. Por eso no deja de ser curioso que uno de los artistas vivos más importantes de esa tierra viva frente a ese edificio.
JR: Yo tengo que quitarme la mascarilla para conversar contigo. Es que si no, no puedo hablar.
JAE: José Ramón viste cómodo, porque está en su casa: un pantalón de chándal y un amplio jersey de lana. Así, desenfadado, a sus 85 años tiene el aspecto de un hombre frágil, mayor; aunque mantiene intacta la agilidad mental.
Se sienta en una butaca que preside su estudio, un espacio que conserva tal cual era cuando dibujaba, como si nunca hubiera dejado de hacerlo. Con las pruebas de color salpicando alguna cuartilla o incluso la pared. Los tarros de pintura ordenados sobre una mesa, aunque en el interior de cada uno no quede ya nada más que una masa seca.
Hay también decenas de pinceles que no se usan desde hace meses, o años, y que tienen las cerdas endurecidas como piedras… Allí, en medio de un estudio de pintura, no huele a pintura. Pero siguen estando los objetos.
JR: No se podrán ni abrir ya, mira. Yo soy eso. Un resto de pintura seca, inservible, y ya está. Y esto me recuerda a mí que pinté. Los pinceles.
JAE: José Ramón toma uno de esos botes, lo abre y lo muestra.
JR: No he limpiado eso, no, que se quede como estaba. Porque creo que tomé una decisión muy madura, y tirando a sabia. Tirando a sabia.
JAE: José Ramón no se ha deshecho de ellos. Porque eso sí sería definitivo: tirando a la basura los botes, el caballete, los lienzos significaría que también abandona su pasión. Pero allí siguen. No ha pasado página del todo. Todo es muy extraño; aunque él parece tenerlo muy claro.
JR: Yo no me arrepiento de esa decisión. No voy a volver a dibujar, ni a pintar. Me ha dejado de interesar. Estos tarros son objetos muertos. Secos.
JAE: Escuchándole es inevitable pensar que hay algo que no termina de encajar.
JR: Hay cosas a las que yo ya no llego. José Carlos, no llego. Porque se me ha acabado. No el talento, no se me acabó el talento. Mira, me fallan los ojos, que me lloran; me falla el pulso, que me tiembla. Me fallan las fuerzas, los riñones, las piernas, me falla lo físico.
JAE: ¿Cómo sobrevive un hombre para el que la vida ha sido el dibujo cuando ya no puede volver a coger un lápiz y una cuartilla?
CABECERA
JAE: El día que José Ramón Sánchez «colgó» los pinceles se convirtió en un hombre sin propósito. Abandonó lo que siempre le había dado sentido a su vida. Fue una decisión que tomó en el año 2020. Y entonces llegó la incertidumbre. Lo realmente complicado para él ha sido llenar el hueco que durante décadas le ocuparon sus fantasías sobre el papel. Pero es imposible comprender todo esto si no se descubre primero cómo el artista se convierte en esclavo de su arte. Un proceso que José Ramón comenzó a vivir cuando era sólo un niño.
Sigue contando esta historia José Carlos Rojo.
José Carlos Rojo: A José Ramón la enfermedad le ha acompañado durante toda su vida. Desde que era muy pequeño. Nació en una familia trabajadora santanderina en octubre de 1936. Tan solo dos meses después del levantamiento militar.
JR: El asma me sirvió para ver que el dibujo, como yo lo entendía, porque no era dibujar. Eran vaqueros, era un velero, un pirata… O sea, ya eran historias.
JCR: Sus ataques de asma comenzaron cuando apenas tenía cinco años. Estos episodios le sirvieron para explorar su mundo interior, un paisaje colmado de fantasías y aventuras que canalizó a través del dibujo.
JR: No eran dibujos que hacen los niños (una casa, un árbol, un animal). No, no, no. Yo ya me metía en que… tenía claro que el mundo del dibujo era un mundo tan rico, tan fantástico, tan inabarcable, que aquello iba a ser mi vida.
JCR: No era un niño que jugara con muñecos y coches como hacen los demás. Construía su particular mundo de ficción sobre las cuartillas.
JR: Mis juguetes eran un lápiz y un papel. Un cuaderno de dibujo. A mí me echaban los reyes plumillas, tinta china, una caja de acuarelas. Yo no quería coches.
JCR: A pocas calles de su estudio se mantiene aún en pie la casa donde vivió de pequeño.
JR: Mira, ese es el portal 19. Tengo unos recuerdos muy buenos.
JCR: El primer piso del número 19, en barrio Camino, Santander.
JR: Esa ventana es mi ventana, es la habitación donde estuve enfermo.
JCR: Desde la calle observa la cristalera de un lugar que lo transporta a otra época. Basta ese simple gesto para recuperar toda una memoria de infancia.
JR: Daba el sol, era una habitación muy alegre. Recuerdo que los días de sol casi siempre me ponía a dibujar porque tenía más ánimo. Y aquí pues entrar, salir, ir al cine. Aquí había un bar…
JCR: Muchos años después, ya adulto, José Ramón recuperó ese niño interior para conectar con la imaginación de millones de pequeños. Mentes inquietas que lo escucharon con atención hablar sobre los grandes pintores, escritores y músicos de la historia porque lo hacía dibujándolos en el programa infantil 'Sabadabada'. Un magacine de la mañana de los sábados presentado por Mayra Gómez Kemp en Televisión Española.
JR: Era un programa que nacía con vocación de ser el programa más importante que se había hecho para niños. Y niños eran desde los que podían ver la tele hasta los 12 o 13 años.
JCR: Un día de junio de 1977 José Ramón recibió una llamada. Era el periodista y director de televisión José Antonio Plaza. Le dicen que buscaban a alguien que supiera dibujar en directo. José Ramón quiso probar suerte y en la grabación del programa piloto llegó la sorpresa.
JR: Cuando acababa yo un retrato, supuestamente, Mayra Gómez Kemp pasaba por allí y decía «Bueno, José Ramón está dibujando al doctor Fleming» y ella, bla, bla, bla, contaba la vida del doctor Fleming. Entonces yo no sé por qué azar del destino no se puso a hablar, sino que me preguntó y me dijo «¿qué estás haciendo?».
JCR: A José Ramón no le quedó más remedio que explicarse y ahí comenzó la magia, porque al mismo tiempo que dibujaba, el ilustrador empezó a explicar la vida de todas aquellas personalidades.
JR: Fue la suerte de que me preguntara qué estaba haciendo. Y yo seguí dibujando y… «El doctor Flemming era un fenómeno de la humanidad, en mi barrio había una niña que se murió de meningitis porque no había penicilina y tal…».
JCR: José Ramón contó toda suerte de aventuras, batallas y anécdotas que se le ocurrieron mientras dibujaba sobre las láminas.
JR: Y cuando acabé, el director del programa dijo «¡corten! Ya vale, ya vale el plano». Y yo me quedé desalentado, pensé «¿Qué he hecho yo?».
JCR: Pensó que no volverían a llamarlo. Pero no fue exactamente así. Al día siguiente lo sentaron con todo el equipo de producción y proyectaron el programa.
JR: Entonces pasan lo mío y me preguntaron «¿qué te parece a ti?». Y dije yo «pues una metedura de pata como un piano». Es que vamos… Hablando mal y pronto, es que la he cagao.
JCR: Que un ilustrador tiene que hacer precisamente eso, dibujar, no hablar, ni explicar nada y menos historia;
JR: Porque quién me manda a mí contar lo que he contado, cuando está al lado una profesional como la copa de un pino que era Mayra, que llevaba ya diez años en televisión.
JCR: Un dibujante capaz de hablar mientras dibuja. Perfecto para televisión, pensaron los responsables de Televisión Española. Todos se dieron cuenta al instante de que era un diamante en bruto. Todos menos él.
JR: Es que es eso lo que ha pasado, que tú puedes dibujar mientras cuentas una historia paralela.
JCR: El programa 'Sabadabadá' tuvo un éxito arrollador, tanto que la voz de José Ramón forma parte de la memoria infantil de miles de españoles que hoy están entre la cuarentena y la cincuentena. Lo catapultó a los primeros puestos de la popularidad nacional.
Sonido campaña política
JCR: Madrid, 1977. Elecciones generales. Felipe González logra casi 120 escaños y convierte al Partido Socialista en el principal partido de la oposición. Dos años después, los españoles votan de nuevo y le siguen manteniendo como la segunda fuerza política. Ambos carteles son diseñados por José Ramón Sánchez. Y en ambos el color ilustraba la esperanza del cambio a la democracia. En el de 1979 se leía un lema: 'Cambia tu ciudad con los socialistas', y en el dibujo se veía el puño y la rosa en medio de un campo bajo una puesta de sol, o un gran parque colmado de gente disfrutando la vida. José Ramón vivía uno de los momentos más felices de su carrera. La vida en Madrid trajo su eclosión artística. Se sentía inspirado y eso se tradujo en muchas obras… Pero el golpe estaba esperando a la vuelta de la esquina.
JR: Cuando las cosas en mi casa estaban mal, ya sabíamos que no había forma de reconstruir aquello, aquellos años primeros…
JCR: En 1989, y después de un tiempo de crisis, su matrimonio se acabó.
JR: Yo ya viví un bajón anímico, porque estaba viviendo en mi casa, con mis hijos y mi mujer. Porque mi mujer ya no era mi mujer y mis hijos eran mis hijos pero los iba a perder.
JCR: La separación ha sido, sin duda, uno de los episodios más traumáticos de su vida. Ahora, con 85 años, todavía pone los pelos de punta escucharle hablar de ello. Pero una vez más, ahí, en el que probablemente fue el momento vital más crítico, el dibujo volvió a salvarle del abismo.
JR: Cuando yo he pasado una crisis de algo muy serio, el refugio era el dibujo.
JCR: Le había ocurrido desde pequeño. El dibujo le ayudaba a evadirse. A conectar con todas esas realidades paralelas, repletas de fantasía y aventuras donde, al contrario de lo que le sucedía en la vida real, él nunca era el perdedor.
JR: Yo necesité en aquella situación familiar volver a la infancia. Cómo volver al refugio del dibujo, de las cosas tiernas, de los libros, de los cuentos de hadas.
JCR: Por aquel entonces, José Ramón Sánchez ya había ilustrado un centenar de libros infantiles publicados por la editorial Santillana, así como varios volúmenes que tuvieron gran éxito, como 'La gran aventura del cine', '50 años de cine español', 'Nijinsky y los ballets rusos'... Se sentía en uno de los puntos más altos de su carrera.
JR: O sea que yo ya había crecido y estaba ahí, en mi altillo, por llamarlo de alguna manera. Yo necesité bajar a unos escalones cercanos a la infancia para superar aquello.
JCR: Fue entonces cuando terminó el José Ramón padre de familia, y quedó exclusivamente el José Ramón artista.
JR: Me bajé después del desayuno y me quedé en el estudio pensando, sentado en el diván que tenía.
JCR: José Ramón se acuerda de aquel día…
JR: Y pensé que si yo no me metía con una obra más grande, para mí muy inalcanzable, iba a pasar por una crisis, una depresión… Porque yo llevaba 27 años con mi mujer, yo estaba enamorado de ella, y para mí aquello, joder, fue muy duro.
JAE: En esos momentos era aún joven, tenía facultades para dibujar, así que se sirvió de su arte para salir a flote de ese profundo vacío. Volcó toda sus fuerzas en el dibujo, y como era de esperar en alguien con su talento, comenzaron a gestarse las que ahora son consideradas sus grandes obras.
Sonido trazo de José Ramón
JAE: Primero llegó 'El Quijote', que finalizó en 1992, más tarde los episodios bíblicos, 'La Divina Comedia', 'El Beato de Liébana'… Y una última con la que, como él mismo confiesa, tocó su cumbre como creador. Lamentablemente, también es la que le hizo ver que su cuerpo comenzaba a fallarle… Enseguida retomamos el relato.
PAUSA
JAE: El poder evocador del dibujo, como el de otras artes, es mágico. Un sencillo gesto físico, como la fricción de un carboncillo en una cuartilla de papel, puede dar lugar a la construcción de todo el universo sonoro de una historia de aventuras. En 'Moby Dick', José Ramón se adentró en el mar para dibujar la narración como si fuera el 'storyboard' de una película… Continúa José Carlos Rojo.
JCR: José Ramón retrató los planos generales del ballenero, el mar, el puerto de Nantucket, las manadas de ballenas, el gran titán blanco. El libro rezuma misterio y oscuridad. Es, según él mismo reconoce, la obra de su vida. Quiso ilustrar la novela desde que la leyó siendo un adolescente. Pero ese mismo sueño de infancia, ahora ya cumplido, le descubrió lo implacable que puede ser el paso del tiempo.
JR: Yo decidí dejar la pintura y dejar el dibujo. El dibujo lo dejé cuando terminé 'Moby Dick'. Dije «yo no puedo hacer más».
JCR: Fueron 1.000 viñetas que terminaron por arrebatarle la vista.
JR: Mira son.. 1.000 viñetas y en 1.000 viñetas hay dos o tres que yo hubiera cambiado y dije «chico, este es el momento de empezar a dejarlo, dejarlo arriba. El sitio donde te ha llevado la obra a ti y tú a la obra».
JCR: Estos días José Ramón se está leyendo el libro 'Conversaciones con Billy Wilder', en el que Cameron Crowe entrevista a este legendario cineasta…
JR: Dice «Después de 'El apartamento' tenía que haber dejado de dirigir. Porque todo lo demás me hizo perder el prestigio, perdí el público.
JCR: Billy Wilder se arrepintió de no haberse retirado tras dirigir 'El Apartamento', porque nada de lo que hizo después igualó la genialidad de aquella película. Jose Ramón también tuvo miedo de estropear su legado, de hacerlo cada vez peor.
JR: Yo me di cuenta que yo estaba durando mucho. Que mi trayectoria era más larga que la de la mayoría y que era ascendente. Entonces me preocupó mucho que lo que tú has logrado, al altillo donde has subido, lo que venga después sea caerte, descender… Perder. Y dije, no tengo por qué.
JCR: Fue la hora de la verdad, en que el cuerpo dijo basta. Hace unos meses le operaron de cataratas en un ojo, y está a la espera de que le intervengan el segundo.
JR: La primera operación de cataratas me ha dejado un ojo como lo tenía, mal, y otro ojo, el izquierdo, que veo Pedreña. Y con el otro no veo más como si estuviera nublado.
JCR: Pedreña, para los que no conocen Cantabria, es uno de los pueblos que se divisan desde Santander, al otro lado de la bahía. Está lo suficientemente lejos como para probarse la agudeza visual. Me conduce hasta la ventana y se tapa el ojo bueno con una mano.
JR: Yo ahora veo con el ojo malo. Veo el mar, la masa y una cosa blanca y las nubes. Con el operado veo las casas, veo el pantalán, veo las boyas, veo que se mueve el agua, veo que las nubes corren.
JCR: Tiene la esperanza de que la segunda intervención salga bien; pero eso no le llevará a coger de nuevo el lapicero. Lo tiene bien claro.
JR: No quiero dibujar, ni quiero pintar ya.
JCR: Nada parece que le vaya a hacerle cambiar de opinión. Ni siquiera el abismo que se le presenta ahora, cuando las horas del día se le acumulan sin saber muy bien qué hacer. Le gusta, por ejemplo, pasear por la bahía.
JR: Es el paseo más cercano que tengo al sitio donde vivo y porque no me cansa. Si hace sol, porque hace sol. Si está nublado, porque está bonito el cielo y el mar gris. Es un paseo contemplativo.
JCR: Lee el tiempo que puede, lo que le aguantan los ojos sin llorar por el cansancio. También es un fanático de las series. Ama 'Dexter' o 'El ala oeste de la Casa Blanca'. Acompaña unos días a su hijo, el director de cine Daniel Sánchez Arévalo, en el rodaje de su nueva serie en Netflix. Y para de contar. Se acabaron las aficiones. Lo que nadie imaginaba, ni siquiera él mismo, era que le quedaba un as en la manga para recuperar el pulso del creador.
JR: Pues cuando viene la pandemia yo tengo que decir «¿qué hago yo en casa todo el día?
JCR: En abril de 2020, en pleno confinamiento, una tarde aburrida llevó a José Ramón a husmear en el baúl de los recuerdos. Lo que encontró le ha servido para recobrar la ilusión artística por el dibujo, aunque no vaya a necesitar volver a hacerlo.
JR: ¿Qué hago si no quiero dibujar ni quiero pintar ya? Pues, lo que quiero es revisar mi obra. Empecé a mirar todas las carpetas que tengo como 200 carpetas.
JCR: En ellas encontró escritos, dibujos, bocetos, planes, proyectos que nunca llegaron a despegar…que quedaron guardados esperando su momento. Como la serie de Maestros. Un homenaje que José Ramón Sánchez dedicó a los grandes pintores, músicos y escritores que lo emocionaron, que le enseñaron a contar historias, que lo animaron a crecer como creador.
JR: Yo cuando lo leí dije «¡Me cagüen la leche! En vez de pasar al siguiente proyecto, ¿cómo no estuve unos meses tratando de publicarlo?». Y ahora es el momento en que puedo.
JCR: Con la emoción de un niño pequeño José Ramón corre a su biblioteca y coge los cuadernos donde tiene a Los Maestros. En ellos conserva bien ordenadas decenas de páginas llenas de fotocopias de las láminas donde años atrás inmortalizó a Shakespeare, a Stevenson, a Wagner o a Rubens…
JR: Dostoyevski y Tolstói.
JCR: José Ramón señala a cada uno, pasando las páginas. Todos vienen acompañados de una ilustración y una narración en que se ficciona parte de su vida. Son textos llenos de borrones en bolígrafo rojo. Él se detiene en uno de ellos… Ilustraciones y textos están montados en cada página con mimo. Por así decirlo, se ha molestado en hacer un concepto de diseño. Le ha dado la misma forma con la que le gustaría verlo publicado.
JR: Yo lo he hecho todo y tengo todos los libros. Mira. Thomas Mann, Dickens y Oscar Wilde, Victor Hugo… Yo gozo con esto, es que esto para mí es tan creativo.
JCR: Tan creativo, tan ilusionante, que en medio de este vacío existencial y aunque no vuelva a coger lápiz y papel, el dibujo vuelve a convertirse en su refugio.
JR: ¡Es que es como el que va a descubrir las fuentes del Nilo! ¡Es que son mis fuentes! Yo me había olvidado de que mis fuentes eran estos 36 personajes. Nunca había pensado yo que esto podía ser el cierre de la trayectoria. Como editorial, de lo que editas; porque son las fuentes. Doce pintores. Doce músicos y doce escritores.
JAE: Muchos de los rasgos que tenía el José Ramón niño aún perviven en la mente del hombre de 85 años. Esa inquietud por aprender, por vivir, por crear, por disfrutar del proceso artístico.
JR: Yo quiero gozar de las cosas que he escrito, leerlas, releerlas, porque en todas encuentro el gozo de haber sido joven y de haberlas escrito. ¿Por qué uno no se va a gozar de la niñez, de la adolescencia?
JCR: El arte ha alimentado su alma, le ha servido de parapeto contra los golpes de la vida y es, todavía a estas alturas, la fuerza que lo obliga a levantarse cada mañana con la inquietud de un colegial.
JR: Yo he recapacitado y me he dado cuenta de la vida tan creativa que he tenido.
JCR: La vida le ha devuelto el favor y le ha recompensado. Hace muy poco José Ramón recibió la Medalla de Plata de la ciudad de Santander, reconociéndole como uno de los ilustradores más importantes del país.
JR: Nunca me imaginé que me iban a editar libros, que me iban a dar la Medalla de Plata de la ciudad de Santander. O sea, yo sé que a la gente le quiere, pero no tanto.
JAE: Gracias, José Carlos. José Ramón no parará hasta lograr que la serie de Los Maestros esté en las librerías y eso, consciente o no de ello, le obliga a mantener la lucidez, a conservar la ilusión porque su proyecto, su anhelo, su meta.
En marzo de 2022 José Ramón recibió la Medalla de Plata de la ciudad de Santander. Cada mañana intenta descubrir el mar desde la ventana de su estudio.
Esta ha sido una más de las historias de Fuera del Radar. Un podcast de periodismo narrativo que se mueve más allá de la noticia. Soy José Ángel Esteban. Gracias por escuchar.
Esta historia ha sido escrita e investigada por José Carlos Rojo
En Santander la edición es de Pablo Bermúdez
Fuera del Radar es un podcast narrativo desarrollado por los periodistas de las cabeceras regionales del grupo Vocento. La edición y coordinación general es de Andrea Morán, la producción sonora de Rodrígo Ortiz de Zárate con la ayuda de Iñigo Marín Ciordia y la dirección y producción ejecutiva de José Ángel Esteban.

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