«En el teatro hay que jugársela»

-¿'Divinas palabras' son palabras mayores?

-Absolutamente. Nunca había hecho un Valle Inclán, era una cuenta pendiente mía, que siempre he sido más de Lorca, y me tocaba este viaje. Ha sido una fortuna que cayera en mis manos y poderlo hacer con José Carlos.

-¿No es fácil Valle Inclán?

-Los autores universales de este calibre son una aventura desde el principio. He tenido la fortuna de poder estudiar muy bien cara a cara con José Carlos, palabra por palabra, escena por escena. El personaje de María es fascinante, es una grandísima mujer, un ejemplo y un reto.

-¿Qué tiene de bueno y qué de malo llegar a un montaje ya en marcha?

-Tiene todo de bueno, porque hacer teatro siempre es bueno, o siempre debería serlo, es un acto sagrado y sanador para quien hace y quien lo recibe. Aterrizar en una compañía como esta es aprender.

-¿Qué tiene su María? ¿Qué le aporta usted?

-Nos estamos descubriendo mutuamente, llevamos solamente dos funciones y es fascinante. Lo que creo que le puedo aportar es mi planta, mi físico de mujer grande, fuerte, mis agarraderas a la tierra. Soy muy terrenal y muy pasional. Y esta es la historia de una mujer pasional que quiere vivir y que es castigada por la sociedad por eso.

-¿Qué ha descubierto la lorquiana de Valle Inclán?

-El amor por su palabra, su mundo poético, la cercanía y la conexión con las raíces de nuestra tierra. Todos los grandes autores nos ponen en contacto con lo terrenal y lo divino, con lo animal y lo humano, lo emocional y mental. El mundo de Valle Inclán es único, retrata de verdad una España que ya venía de entonces y que es absolutamente actual. Los que la vean se sentirán muy removidos, porque habla de feminismo, de la mujer moderna, de la institución de la Iglesia, de la divinidad que está por encima de ella. Son temas tan grandes que navegar con ellos es maravilloso.

-¿Seguimos siendo los mismos, no hemos cambiado?

-Somos un animal muy antiguo. Y estaría bien que empezáramos a darnos cuenta para dar un paso adelante.

-¿Actriz de método, de instinto, de empeño?

-Llevo toda mi vida estudiando con muchos maestros, y siempre sigo buscando fuentes de inspiración y conocimiento. Los métodos valen todos y ninguno.

-¿Pero es más de estómago o de cabeza?

-De todo. Soy muy pasional e intento cultivar lo que me falta, la mente, lo cerebral.

-Con su genética, usted sí debe saber si el actor nace o se hace.

-Las dos cosas. El talento sin práctica y sin trabajo diario, sin instruirse, no sirve, tiene que ser cuidado y encauzado para que llegue a buen puerto.

-¿Ha pedido consejo en casa?

-Mi padre, aunque ya no esté, es mi inspiración, siempre me acompaña, y mi madre es muy respetuosa con mis procesos, no se mete nunca, pero me acompaña y me apoya.

-¿No le pide ayuda a su madre?

-La suelo pedir cuando hay algo en que me bloqueo. Tengo una maestra en casa y su ayuda siempre me arroja luz, pero procuro sorprenderla, que venga a ver. Somos muy diferentes y muy parecidas.

-¿Cuándo ha necesitado esa luz?

-Siempre uno necesita una ayudita. Pero el teatro tiene una parte de misterio a la que hay que entregarse, salir seguro a un escenario es contraproducente, en escena hay que jugársela y hay que vivirlo. Cada función es distinta y es un acto de valentía.

-¿Y la tele qué es?

-Este trabajo, en cualquier plataforma, es un acto de puenting total, de arrojarse al precipicio. En todos lados te la juegas, pero lo más arriegado, lo más difícil, es el teatro, y por eso hay muchísimos actores que no lo hacen.

-¿Tiene proyectos para la tele y el cine?

-Estoy pendiente del estreno de una serie, pero no me dejan decir nada, y tengo un proyecto de cine.