Los niños siguen sin salir de su burbuja

El Ministerio de Sanidad ha aprobado el protocolo de medidas para las actividades de tiempo libre dirigidas a la población infantil, actividades que «contribuyen a la equidad, la conciliación familiar y el bienestar emocional» de los niños. «Todo ello tiene todavía un papel más relevante si se toma en cuenta el impacto negativo psicosocial y educativo sobre la población infantojuvenil de la pandemia por covid-19». Con todo, es importante que las actividades se pueden desarrollar, aunque con seguridad, teniendo en cuenta que esta población está «todavía sin vacunar y la aparición de nuevas variantes, algunas de ellas con una posible mayor transmisibilidad y/o gravedad clínica». Pese a todo, insiste el ministerio, «la realización de estas actividades es necesaria y esencial para la sociedad». El éxito del curso escolar ofrece suficiente experiencia para poner en marcha los campamentos, con o sin pernocta.

Y se nota en la demanda. Las empresas admiten que se presenta un «verano con trabajo», avance de un curso, el próximo, en el que se espera mucha más normalidad en las aulas, con muchos centros y asociaciones de padres interesándose ya por las extraescolares.

En cuanto a las medidas de seguridad, se plantean las generales, como las entradas y salidas escalonadas; la recomendación de acudir en «transporte activo (andando o bicicleta)»; la buena planificación de grupos y turnos para poder cumplir con las medidas; higiene de manos; uso de mascarilla obligatorio; ventilación natural cruzada, preferiblemente de forma permanente; llevar el registro diario de asistentes y la organización de grupos estables de convivencia, esto es, grupos burbuja, como en los colegios. El tamaño de los grupos será de 20 niños en escenario de 'nueva normalidad' y 15 en el resto de escenarios. En 'nueva normalidad' incluso podrá plantearse la interacción de dos grupos burbuja. Dentro de un grupo burbuja se puede 'romper' la distancia de seguridad, que sigue siendo de 1,5 metros.

Por encima de todo, se recomienda «priorizar la realización de actividades al aire libre», especialmente cuando se trate de «actividades con mayor riesgo de generación de aerosoles como cantar, corear, gritar, tocar un instrumento de viento o realizar ejercicio físico intenso».

El protocolo también fija aforos: un 75% en los espacios cerrados para nivel de alerta 1 y un 50% para los superiores. En los comedores, el aforo será del 50% en nivel 1 y del 33% en el resto.

Las normas son más amplias para los campamentos con pernocta. Para empezar, se recomienda a los participantes que limiten los contactos y actividades de riesgo en los diez días previos. Los organizadores deben contar con una bolsa de monitores suplentes, en previsión de que pueda haber algún positivo. Habrá documentos de declaración responsable de los padres o tutores, así como el consentimiento para realizar un test de antígenos o PCR en caso de que fuera necesario. Es más: se plantea la posibilidad de realizar una de estas previas en las 72 horas previas al inicio del campamento, cuando los participantes lleguen de territorios con nivel 2 de alerta o superior.

En cuanto a las habitaciones, se deberá mantener una distancia entre camas o literas de 1,5 metros; si son litera solo se podrá ocupar una cama y, en el caso de tiendas de campaña, no se superará el 50% de la capacidad prevista. Y aún hay más: «El espacio previsto para comedor debe ser exterior o disponer de posibilidad de ventilación natural cruzada permanente».

Además de grupos burbuja, se deberán establecer también grupos de pernocta, de no más de 8 personas. En ellos podrán retirar la mascarilla y flexibilizar el distanciamiento físico. Es lo que hacen en la Escuela de Vela Luanco, donde tienen campamentos y cursos de todo tipo de actividades acuáticas: paddle surf, snorkle... Cada grupo, coordinado por un monitor, se divide en tres de ocho alumnos, con un monitor cada uno de ellos, a modo de burbuja. «Hemos encontrado una forma de trabajar con la que estamos a gusto, nos adaptamos a las restricciones y lo hacemos todo de una forma cómoda y organizada», cuenta Pipo Secades.

Pese a la larga lista de recomendaciones, son muchas las familias que han echado mano este verano de los campamentos infantiles. «La gente se animó a venir», asegura Miguel Estrada, de CeamAsturas. Allí dieron el pistoletazo de salida a la temporada el pasado domingo. «Para dormir tenemos una treintena de niños y, en el campus de día, otros tantos, pero están en zonas diferentes», apunta. «En julio se anima algo más, llegaremos a sesenta, aproximadamente», añade.

Todos estos pequeños están «en grupos burbuja y sin usar literas», señala. A eso se añade la «muchísima precaución», de los monitores, para que «no se junten distintos grupos». Tanta que en la Granja Escuela Ría del Eo les pidieron un test de antígenos. «Lo hicimos para reducir las posibilidades de que pueda pasar algo. Aún así, mantenemos todas las medidas», anota Sara Martín.

En el Acuario de Gijón, también son muchos los niños que disfrutan el verano. Eso sí: sin pernocta. «Tenemos un campus por la mañana y otro nuevo, por las tardes, en el que se hacen distintas misiones», cuentan sus responsables. Sus medidas: las mismas del año pasado, que, para los peques, son ya normales.