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La comisaria de la exposición Marisa Oropesa posa junto a Blanca Bayón y Tina-Aurora Martín Bayón delante de uno de los cuadros de la serie de Tina, madre y abuela de Blanca y Tina. Al otro lado, con muletas, Isabel Azcárate, viuda de Arroyo; la consejera de Cultura, Vanessa Gutiérrez, y el director del Centro Niemeyer, Carlos Cuadros. Pablo Nosti
La militancia artística de Eduardo Arroyo llega al Niemeyer

La militancia artística de Eduardo Arroyo llega al Niemeyer

Sesenta obras se engloban en 'Una biografía pintada', la mayor exposición del pintor hasta la fecha en Asturias

Viernes, 7 de febrero 2025, 18:05

Una muestra representativa de la obra de Eduardo Arroyo (Madrid, 1937-2018), un «artista fundamental en la historia del arte contemporáneo», cuelga desde este viernes 7 de febrero de las paredes de la Cúpula del Centro Niemeyer. Es 'Una biografía pintada', sesenta obras, incluida alguna escultura, que reflejan el universo y la trayectoria de un artista autoexiliado en París que criticó en sus lienzos la dictadura franquista pero que también dio cabida a pasiones como el boxeo, la tauromaquia o el folclore, con algunos elementos recurrentes en sus cuadros. Se podrá visitar hasta el 4 de mayo.

LOS DATOS

  • Fechas: Hasta el 4 de mayo de 2025

  • Horario: De miércoles a domingo de 11 a 14 y de 16 a 19 horas. Apertura extraordinaria los días 14, 15, 17, 18 y 21 de abril y 1 de mayo.

  • Precio: 4 euros. La última hora de la tarde, entrada gratuita.

La inauguración de hoy ha sido especialmente emotiva porque en ella se han conocido la viuda del artista, Isabel Azcárate, y la hija y la nieta de 'Tina' Constantina Pérez Martínez, asturiana de Langreo y a quien el artista con raíces en la localidad de Robles de Laciana, en Villablino (León), escogió para representar las represalias franquistas. «Siempre habíamos visto los cuadros en libros y láminas, pero nunca en directo», explicó su nieta Tina, que reivindicó la historia de la cuenca minera y la 'huelgona' «que encendió la mecha en la lucha contra el franquismo». Subrayó que recuperar la memoria histórica no reabre heridas como se dice sino que «las cicatriza» y considera que si bien «siempre es importante recordar nuestro pasado, más en estos tiempos porque no podemos permitir que blanqueen nuestra historia».

Esa historia fue la que nutrió la obra de Arroyo que tras iniciar su carrera profesional en el periodismo se pasó a la pintura y en 1958 se autoexilió en París. Instalado en el barrio de Montparnasse, contactó con las distintas corrientes artísticas que reivindicaban la figuración narrativa como arma de crítica política y social.

En grande, el cuadro de Robinson Crusoe. A la derecha, Isabel Azcárate, viuda del pintor, conversa con la nieta de Tina, también llamada Tina.
Imagen principal - En grande, el cuadro de Robinson Crusoe. A la derecha, Isabel Azcárate, viuda del pintor, conversa con la nieta de Tina, también llamada Tina.
Imagen secundaria 1 - En grande, el cuadro de Robinson Crusoe. A la derecha, Isabel Azcárate, viuda del pintor, conversa con la nieta de Tina, también llamada Tina.
Imagen secundaria 2 - En grande, el cuadro de Robinson Crusoe. A la derecha, Isabel Azcárate, viuda del pintor, conversa con la nieta de Tina, también llamada Tina.

Uno de sus cuadros más conocidos y que pocas veces sale del Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía, como destacó el director general del Centro Niemeyer, Carlos Cuadros, es 'Los cuatro dictadores', presentado en la III Bienal de París en 1963 y que provocó un escándalo diplomático entre Francia y España. La obra no se retiró, como pretendía el gobierno español, pero fue censurada en España. A la 'sala de Tina' le concedió Cuadros el adjetivo de «privilegio» no solo porque en la exposición se reúne mayoritariamente obra que es propiedad de la familia de Arroyo, sino también porque «demuestra que el arte es útil para reivindicar la memoria histórica».

Se habló mucho de memoria histórica y del doble papel del arte como instrumento de militancia y vehículo sanador, pero también del talento y el virtuosismo del artista, del que la comisaria de la exposición Marisa Oropesa también destacó la obra de Robinson Crusoe, «un canto a los exiliados» en la que incluye sus iconos (botella de anís 'La Asturiana', un teléfono negro y un busto de Napoleón, otro exiliado).

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