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Luisa Oliva
Gijón
Martes, 27 de agosto 2024, 16:21
Si uno se para a reflexionar sobre el eterno idilio del ser humano con el mar, llega rápido a la conclusión de que no ha habido civilización que no haya cultivado su fascinación –de una u otra forma– por el océano, desde los vikingos hasta todos los pueblos del mar Mediterráneo. Bien conocido es el dicho popular de «para todo mal, el mar, y para todo bien, también», pero las propiedades del agua salada van mucho más allá de la filosofía callejera. Muchos estudios científicos avalan los beneficios físicos y psicológicos que se obtienen solamente con estar cerca de la costa. De esto pueden dar fe todos los que practican o practicaron este verano un deporte náutico en el Puerto de Gijón. Allí hay muchas opciones, entre las que están las clásicas motos acuáticas, el kayak de travesía y el paddle surf.
De este último además hay nuevas variantes como el paddle surf XL, que ofrece una anchura ligeramente mayor que el resto de tablas de paddle surf y, por eso mismo, pueden disfrutarlo más personas al mismo tiempo. Las risas están aseguradas en esta modalidad, ya que el grupo de intrépidos que se atreva a subir tiene que mantener el equilibrio, coordinándose todos juntos, nada fácil.
Y, entre carcajada y carcajada, este tipo de actividad promueve el trabajo en equipo, la propiocepción, que es la capacidad que tiene cada uno de sentir su propio cuerpo en relación con el entorno, el equilibrio y también los reflejos.
Más fácil es, sin embargo, mantenerse a bordo de un kayak de travesía. Estas embarcaciones, similares a las piraguas, están adaptadas para surcar los mares y permiten dar un paseo tranquilo por la costa de Gijón, sin correr el riesgo de acabar completamente sumergido. Quizá, por esa seguridad que ofrecen, sea el plan más demandado por familias y por campamentos infantiles.
Los que quieren chutes de adrenalina, sin embargo, prefieren echar mano de las motos de agua, que ofrecen velocidad y un buen rato saltando olas.«Es lo que más demanda el público pasarlo bien, refrescarse y poder contar anécdotas luego», explican los monitores, quienes llevan todo el verano enseñando la técnica a muchos jóvenes.
Y, a pesar de la gran cantidad de turistas que se dejó caer esta temporada por Asturias, las empresas gijonesas, a nivel de ventas, están apreciando un ligero descenso, con respecto a otras temporadas. «Este año ha bajado un poco, pero se mantiene», comenta Pelayo Fraile López, de Motos Poniente.
Quizá la menor o mayor demanda dependa de la meteorología, ya que los clientes suelen preferir los días de sol y calor para lanzarse al mar. Eso ocurre al menos la primera vez que se prueban estas actividades porque, una vez los gijoneses y los visitantes las descubren, repiten una vez tras otra.
Es fácil cogerle el gusto a estos planes en los que las risas están aseguradas y también unos cuantos chapuzones, una combinación perfecta para los días de verano.
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Óscar Beltrán de Otálora y Gonzalo de las Heras
José A. González y Álex Sánchez
Clara Alba y José A. González
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