Borrar

Gijón regresa a la EGB

El Palacio de Revillagigedo abre sus puertas a un viaje en el tiempo que nos lleva a la infancia vivida por las generaciones de los años 70, 80 y 90

pablo antón marín estrada

Viernes, 31 de mayo 2019

Un mundo sin móviles, redes sociales, plataformas de 'streaming', videojuegos ni wikipedia. Así era la España en la que crecimos los niños entre los años 70 y 90 del siglo pasado. ¿Fue una infancia más gris o aburrida que la de las generaciones 'millenials'? La respuesta la ofrece la exposición 'Yo fui a EGB', que hoy se inaugura en el gijonés Palacio de Revillagigedo y que podrá visitarse hasta el 30 de Junio. Quienes vivieron esa época o quienes solo la conocen a través de la visión mítica de sus padres, tienen la oportunidad de sumergirse en ella y revivirla en una experiencia absolutamente analógica, sin artificios virtuales ni zarandajas de la era digital, tal como era y la han seguido soñando aquellos niños criados con Nocilla, galletas Chiquilín y mirindas.

Javier Ikaz y Jorge Díaz, los padres de la criatura, explicaron acompañados por el comisario de la exposición Íker González, de Metrópoli, que más allá del atractivo para los amantes de fetiches de la época recreada, el propósito de sus promotores es «generar un intercambio y traspaso de ideas entre generaciones» y buscar la interacción del público con los contenidos expuestos a través de un formato en el que cada visita va a contar con la intervención de actores en los diversos escenarios que reviven un bar, una plaza pública con su kiosko y su tienda de barrio o un plató de televisión.

El contraste entre el universo tecnológico en el que vivimos hoy y el del tiempo que les tocó a los niños anteriores a la LOGSE tal vez sea lo que más llame la atención entre los visitantes más jóvenes. Javier Ikaz admitía en la presentación de la muestra que «si entonces nos hubiesen vaticinado cómo sería el mundo actual nos parecería pura ciencia ficción». Su compañero, Díaz, destacaba así mismo cómo habían cambiado los contenidos destinados al entretenimiento infantil ejemplificándolo en las series de televisión de esos años: «Era todo tremendo, muy dramático: la separación de Marco y su madre, la amiga de Heidi en una silla de ruedas o el final de Chanquete, que nos sirvió para mostrarnos que la muerte existía. Ahora todos los contenidos están mucho más controlados y eso sería impensable».

En el vestíbulo del Palacio de Revillagigedo un 600 blanco con la baca cargada de maletas recibe a los visitantes como hito cronológico. El primer escenario con el que se van a encontrar es una plaza pública con su tienda de barrio y un escaparate con productos ahora icónicos: una caja de galletas Chiquilín, un paquete de Norit o un rollo de papel Elefante. Enfrente, un kiosko con publicaciones como 'Jaimito' o la 'TP' y su mostrador lleno de cromos. En las otras plantas del palacio aguardan una sala de estar con su escay y sus VHS, un salón de juegos analógicos, el plató del '1, 2, 3', réplicas de Espinete, ET o Naranjito. Y muestras 'a ciegas' para oler 'Nenuco', tocar 'Blandyblú' o escuchar el arranque de un 'Spectrum'. Un auténtico viaje a nuestra infancia con todos los sentidos y para todos los públicos.

Publicidad

Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios

elcomercio Gijón regresa a la EGB