Denise Despeyroux. Geraldine Leloutre
Denise Despeyroux, dramaturga, filósofa y educadora social

«Una dramaturga ha de tener mirada y sensibilidad propia»

Regresa al Centro Niemeyer de Avilés el próximo 24 de enero con 'Misericordia', su primera incursión «en el origen de mis traumas»

Rosa Fuentes

AVILÉS.

Viernes, 17 de enero 2025, 01:00

Conocedora del público avilesino, la dramaturga y escritora Denise Despeyroux (Montevideo, 1974) llega el 24 de enero con 'Misericordia', al escenario del Centro Niemeyer de Avilés. Su reconocimiento está avalado por numerosas obras que buscan argumentos sociales y humanos.

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–¿Es una mujer de teatro, de siempre, a qué se debe?

–Es una vocación muy temprana que tengo desde niña e incluso tiene que ver con alguna experiencia de la infancia, cuando participé en el coro infantil de una obra que estuvo de gira por España. Tenía doce años y esa experiencia me marcó, aunque ya antes me quería dedicar al teatro. Es algo de toda la vida.

–Sin embargo no ha elegido la actuación en el escenario sino escribir las obras. ¿Por qué?

–Empecé con la actuación porque era lo que tenía más a mano, porque no había cursos de dramaturgia en Barcelona que era donde vivía en aquel momento. Me puse a impartir clases y de ahí vino de manera natural la dirección, que lo sentí como muy vocacional y fue lo que me llevó a la escritura teatral. Estar de actriz en una obra que diriges es un reto grande, tienes que contar con dobles, es complicado. Sí que he sustituido a actrices cuando ha sido necesario en una gira.

–¿Qué cualidades tiene que tener una buena dramaturga?

–Es fundamental tener una mirada propia, con una sensibilidad propia que de lugar a esa mirada singular sobre el mundo y su entorno. Tiene que ver con la originalidad y la creatividad para traer algo nuevo al mundo.

–Por sus títulos se deduce que la psicología forma parte de su obra y de su vida. ¿Es así?

–Me ha interesado desde el principio de los tiempos. Con 18 años leía mucha filosofía y psicología, y estaba fascinada con los autores de la antipsiquiatría. Siempre he estado muy familiarizada con su lectura y enseguida la incorporé al teatro. Mis primeras obras tienen personajes de psicólogas. El teatro me ha llevado a la psicología y a la inversa.

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–¿Qué es 'Misericordia'?

–Es mi primera incursión en el origen de mis traumas. Sufrí un exilio precoz cuando tenía tres años, por motivos políticos, y esta obra lo refleja. Me enfrento a temas dolorosos, pero es una obra de ficción, que juega con la auto ficción y tensa los hilos. Mis obras suelen ser muy corales porque trabajo con la intención de que los actores tengan su lucimiento. Son cuatro personajes y yo aparezco como secundario pero con un papel fundamental.

–¿Una obra que sale al escenario qué significa, un regalo, un alivio, un sufrimiento?

–Es todo eso. Sobre todo un regalo y un alivio porque siento que el teatro es mi misión de vida, es lo que más me llena y me hace un ser humano más completo, pero dirigiendo porque no me conformaría con estar en mi casa escribiendo.

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–¿Y el sufrimiento?

–No hay sufrimiento durante el proceso. Lo duro es cuando estás con proyecciones independientes y no tienes una productora que permita que tenga la vida que merece. Son duelos. Antes de empezar los ensayos de 'Misericordia' tuve un ictus y fue difícil, pero superable. La producción fue en el Centro Dramático Nacional, público, y la diferencia con producir de manera independiente es abismal y fue, paradójicamente, mucho más fácil.

–¿Qué pide a los actores y actrices cuando salen a escena?

–Que sean felices e implicación emocional. Mis obras tienen argumentos disparatados y fantasiosos y el reto es que se afronte con cierto realismo, no me interesa nada la parodia.

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–¿Qué es el éxito?

–Todavía no lo sé, jajajaja. Entiendo que es sentirte en paz y reconciliada con lo que estás haciendo y eso lo he tenido, sí.

–¿Qué tal resulta España para vivir del teatro?

–Barcelona me resultó más difícil, más cerrada. En Madrid, enseguida me empezó a ir mejor. Veo que ha cambiado muchísimo y tenemos que estar todo el tiempo adaptando a nuevas circunstancias. Ahora se está dando cancha a la gente joven.

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