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R. Sánchez / M. rojo
Viernes, 5 de enero 2018
Cumplió el pasado mes de noviembre 75 años y en su agenda no hay todavía fecha para la jubilación. De hecho, tiene todo 2018 ya programado con trabajos en diversos continentes y la Staatskapelle de Berlín, que dirige desde hace 25 años, lo ha nombrado ... director vitalicio. «Probablemente no sabían que iba a aguantar tanto», comenta divertido. Este domingo inicia en Oviedo, en el Auditorio Príncipe Felipe (19 horas, entradas agotadas) su pequeña gira al piano por España en homenaje a C. Debussy (1862-1918). Tras su actuación en la ciudad en la que recogió en 2002 el Premio Príncipe de la Concordia juntoa a Edward Said, viajará al Auditorio Nacional de Madrid y al Palau de Barcelona. El programa incluye los 'Preludios para piano' (Primer Libro) del autor francés y, tras el intermedio, las 'Estampas', 'Dos arabescas' (Arabesca nº 1. Andantino con moto y la Arabesca nº 2. Allegretto scherzando) y, para cerrar, 'La isla alegre'. Más propinas.
Barenboim, que además del argentino tiene pasaporte español, también tiene otro israelí y otro más palestino. «Le duele mucho que Israel vaya por la senda que tomó», reconocía hace poco Elena Bashkirova, su esposa. «A veces le insultan en la calle en Israel por su trabajo por la paz». Elena deja entrever que, aunque Barenboim haya obtenido reconocimiento por su obra musical y sea considerado el músico más influyente del mundo, en la intimidad él considera que su gran obra es la Academia Barenboim-Said, que abrió en Berlín este año para su West-Eastern Divan Orchestra. La agrupación, cofundada con el intelectual palestino-estadounidense Edward Said (1935-2003), está integrada por jóvenes talentos musicales palestinos e israelíes y tras la concesión del Premio Principe es ya todo un símbolo mundial de conciliación. Baremboim ha logrado infundir en esta orquesta un principio que formuló en 2005: «La música quizá no traiga la paz, pero traerá comprensión, paciencia y curiosidad por la historia del otro».
«Sin la música, la humanidad pierde gran parte de su capacidad cultural y de su capacidad de entendimiento del otro», lamentaba Barenboim en una entrevista. Este domingo, en Oviedo, un auditorio abarrotado tendrá una nueva oportunidad para entender a qué se refiere.
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