Reinvención minera

Los tiempos de bajar a la mina no son historia; lo que ocurre es que la finalidad de hacerlo ha cambiado en muchos casos. Mientras que los mineros descendían jugándose el tipo para ganarse el jornal hace unas pocas décadas, ahora cualquiera lo puede imitar con un fin lúdico y didáctico. La minería asturiana ha tenido que reinventarse, pasando de ser medio de subsistencia a conformar un abanico de ocio ideal para este periodo vacacional.

El oro negro nacional escribió un capítulo clave en Arnao, en Castrillón, donde hoy se puede visitar el Museo de la Mina. En este paisaje costero está la primera mina de carbón de la península Ibérica, conocida en el siglo XVI, explotada industrialmente desde el XIX. Los visitantes conocen de primera mano el sistema de trabajo y las condiciones que tenían los mineros en las galerías. Verán su castillete de madera, declarado Bien de Interés Cultural, y descenderán por el pozo vertical. Todo en una visita guiada que dura unos 50 minutos y que se completa en el Centro de Interpretación de la Mina, donde, de manera libre o no, se atiende a recursos audiovisuales, paneles e imágenes históricas. Los adultos pagarán por todo 4,50 euros y dos menos los niños de 4 a 14 años. Por 3 euros más y bajo reserva previa, el visitante descubrirá Arnao, un poblado obrero del siglo XIX.

La costa queda lejos cuando llegamos al valle de Samuño, donde está el Ecomuseo Minero, que abre mañana temporada. Aquí la experiencia comienza en El Cadavíu, donde espera un tren minero que lleva al visitante por el socavón Emilia y el pozo San Luis, declarado Bien de Interés Cultural. Su castillete de 28 metros, obra de la Sociedad Metalúrgica Duro Felguera, la casa de máquinas, la lampistería, el taller... Todo se ve en esta visita guiada de dos horas, cuya vuelta se puede hacer andando o en el mismo tren. Los niños entre 4 y 11 euros pagan 4 euros; 5 los pensionistas, mayores de 65 años y desempleados; 8 los grupos de más de 20 personas y 10, el resto. Quien no quiera coger el tren pagan 3.

En San Martín del Rey Aurelio ofertan actividad el Museo de la Minería y de la Industria de Asturias (MUMI) y el pozo Sotón, dependiente de Hunosa. El primero, radicado en El Entrego, propone descender en la 'jaula' para iniciar un paseo de kilómetro y medio por la mina, donde atender a la forma de trabajar que tenían los que se dedicaban a ella descubriendo tanto talleres de mecanización como manuales. Hasta un tren minero está al alcance del turista para que la experiencia sea completa. También una muestra de objetos propios de la industria y la minería y una sala a la que se puede meter comida propia. El precio de la entrada general es de 7 euros para adultos y de 4,50 para niños de 4 a 12 años, pagando los grupos de más de quince personas solo 4 euros. La entrada del centro, construido en los terrenos de la escombrera de la mina de San Vicente, la preside un castillete.

La experiencia en el pozo Sotón es la más auténtica y, por tanto, la más atrevida. Por algo forma parte de la Ruta Europea de Patrimonio Industrial. Hay dos opciones de visita independientes: una de pago a las galerías (48 euros) y otra gratuita, recorriendo con un guia las instalaciones exteriores que componen la declaración de Bien de Interés Cultural. La visita interior, por la que también se da cuenta de lo exterior, se realizará a lo largo de las plantas octava, novena y décima del pozo, es decir, a una profundidad que alcanza los 550 metros, para lo que el ávido turista portará lámpara propia y vestuario especial. Es un trazado complejo por lo que hay limitaciones físicas y precauciones médicas de acceso y no se le permite a menores de 16 años. Se necesita puntualidad, la bajada es a las 8.15 horas. Para las exteriores hay dos turnos: 9.30 y 11.30 horas. Eso sí, los martes. Visita merece también su Centro de Experiencias y Memoria de la Minería. Y atentos, porque próximamente será posible sacar una entrada conjunta para Sotón, el Museo de la Minería y Samuño.

Mieres cierra el triángulo, y lo hace proponiendo, directamente, una incursión en un poblado minero. Bustiello es un conjunto levantado entre 1890 y 1925 por la Sociedad Hullera Española, que un guía especializado dará a conocer desde una perspectiva histórica, artística y patrimonial. El recorrido debe iniciarse en el Centro de Interpretación ubicado en la casa de don Isidro. Desde aquí el turista conforma su ruta, pues puede elegir si descubrir solo Bustiello o incluir el socavón La Rebaldana, el polvorín Fortuna y el pozo Espinos, ejemplo de explotación hullera. El precio de esta visita aquí, siempre guiada, oscila entre los 4 y los 12 euros.

Teverga se llevó en 2013 el Premio al Pueblo Ejemplar por haber sabido dar una vuelta de tuerca a las forma de subsistencia que tenían sus habitantes. Donde hubo mina, ahora hay turismo, y sus habitantes no quieren olvidar su pasado, por eso su Asociación de Jubilados y Pensionistas ha trabajado para adecuar la zona. El turista que pase por su oficina de turismo no tiene más que mencionar su interés por el pasado minero de la zona. Con gestiones telefónicas mediante tendrá, siempre que sea posible, un tour personalizado de entre media y una hora de duración por el castillete del antiguo pozo de San Jerónimo, a dos kilómetros de San Martín y próximo a Santianes. Verán la sala de máquinas y 150 fotografías que dan cuenta de la historia. La clave en la mayoría de espacios está en reservar para asegurar la disponibilidad y consultar dudas. Una vez hecho, empieza la aventura.

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