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Acaba de terminar su primera temporada, hace apenas unos días, y Max ya ha anunciado la renovación de 'Dune: La profecía' tras seis capítulos intensos coronados con una sesión final de 80 minutos de duración donde todo explota en su último tramo, dejando al espectador ... con ganas de más, con varias vías abiertas de interés y el grueso de los personajes principales en una situación complicada de la que no es fácil salir, incluyendo la muerte -roles importantes perecen en la lucha por el poder-. La serie derivada de los famosos libros de ciencia-ficción de Frank Herbert, que continuó su hijo Brian junto al escritor de género Kevin J. Anderson -de hecho, se inspira en 'Sisterhood of Dune'-, tendrá una segunda entrega tras cocerse a fuego lento en su inicio. Bautizada en algunos círculos seriéfilos como el 'Juego de tronos' de la ciencia-ficción, probablemente porque está alojada en la plataforma antes conocida como HBO, estéticamente se debe claramente a las adaptaciones de Denis Villeneuve, a su vez deudora de la versión de David Lynch, cuya gestación fue un difícil parto cinematográfico.
Asentadas las bases de la imaginería visual del Universo Dune, lo mejor del -todavía- díptico estrenado en salas firmado por Villeneuve, que tendrá una tercera entrega, 'Dune: la profecía' transcurre 10.000 años antes de los acontecimientos narrados en la novela publicada en 1965. Muchos años atrás, pero el panorama no ha cambiado demasiado, salvo el aspecto del clan de los Harkonnen -no son todavía seres siniestros de cráneo rasurado y tez lechosa-, aquí protagonista esencial de las intrigas palaciegas. La Hermandad Bene Gesserit, una organización que pretende controlarlo todo, como una mano negra en la sombra, vertebra el espectáculo comedido -que nadie espere grandes batallas-. De vital importancia a nivel político y religioso, se trata de una suerte de secta férrea, compuesta por mujeres clérigas que siguen las enseñanzas de sus ancestras, cultivadas con una serie de habilidades que les permite controlar y leer las mentes. Debido a estos poderes son consideradas brujas en algunos círculos, temidas y odiadas, mientras se acercan a quienes, supuestamente, son un símbolo de autoridad, monarcas y aristócratas. Las hermanas Valya y Tula Harkonnen pertenecen a esta orden. Mediante sus pesquisas, pretenden manipular las fuerzas que deciden el futuro de la humanidad, pero se topan con una inesperada amenaza que trastoca sus planes, un individuo enigmático -interpretado por un mesiánico Travis 'Vikingos' Fimmel- que siembra el pánico al conseguir que sus enemigos mueran tras una terrible combustión espontánea. Se queman vivos delante del misterioso interfecto, una máquina de odio que busca venganza, motor esencial de la ficción, sin que se conozcan sus razones hasta el agitado clímax de la temporada.
Las extraordinarias Emily Watson y Olivia Williams encarnan a las hermanas Harkonnen, capaces de todo con tal de conseguir sus propósitos, especialmente Valya, eje central de la propuesta, a quien la protagonista de 'Rompiendo las olas' imprime un carácter preciso con la mirada, pura frialdad. Hay varios focos de atención en la serie. Junto a los movimientos de las fichas sobre el tablero de La Hermandad despierta en paralelo, silenciosamente, la rebelión de la Casa Atreides por culpa de la famosa y valiosa especia. Hay un deseo de que el trono del Imperio sea tomado por una princesa criada con los preceptos de Bene Gesserit mientras el asesino que quema a la gente por dentro engatusa al emperador y va ganando posiciones en el alto poder, surgiendo aliados inesperados de un lado y de otro. Oscuros secretos son desvelados, cambiando las reglas de la partida una y otra vez, con diversos flash-backs que arrojan luz sobre el suspense (y lastran ligeramente el ritmo).
'Dune: La profecía' es, ante todo, una experiencia visual, como las películas de Villeneuve. La trama avanza con cautela y velocidad contenida, aumentando su intensidad de manera consciente a medida que avanza la acción. No es fácil engancharse a la historia a través de los primeros capítulos. Sin duda, respira bien al partir de donde parte, de un mundo que ya conocemos, pero su primera temporada acaba donde todo empieza, desembarcando en el planeta Arrakis, luego lo que está por llegar promete mucho con una conclusión tan abierta. Es una serie política, de diálogos, movimientos y giros, luego es vital el trabajo de su reparto. Cuenta con un diseño de producción mimado más de la cuenta para ser televisión, con efectos visuales, vestuario y escenarios precisos, donde se fusionan la realidad y el CGI, sin llegar, obviamente, al nivel de las películas al manejar un presupuesto más ajustado (ojo también a la música). Plantea diferentes líneas y no fusila sin más las ideas del material conocido, reflexionando sobre la fe, los principios, el poder y la lealtad. Funciona como precuela y puede dar sorpresas en un futuro. HBO sigue existiendo.
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