La magia de 'Trust'
Joyas impopulares ·
La cinta de Hal Hartley revela una imaginativa voluntad de contar el mundo, una destreza muy personal para envolver al espectador en una atmósfera donde todo parece transmitir un hábitat de originalidadSecciones
Servicios
Destacamos
Joyas impopulares ·
La cinta de Hal Hartley revela una imaginativa voluntad de contar el mundo, una destreza muy personal para envolver al espectador en una atmósfera donde todo parece transmitir un hábitat de originalidadLas suyas son criaturas que reconocen su desamparo. No hay convencionalismos en las enredaderas sutiles de este cineasta. Entre la extrañeza y la desnudez los personajes de Hal Hartley exudan una singular sinceridad, un desprendimiento contradictoriamente empático, una ligereza sustancial que se adhiere a la piel de sus películas. Exponente de eso tan difuso que llamamos cine independiente, representante máximo de una generación apartada de los cánones del Hollywood más oficialista y deudor confeso de la nouvelle vague, su filmografía es profusa en sus inicios e irregular y escasa en los últimos años. Incursiones en la televisión se han alternado en la presente década con esporádicos largos como 'The girl from Monday'. Como casi todo en este director, realizador y guionista las cosas nunca están sujetas a lugares comunes y nada es lo que parece. Tras debutar con 'La increíble verdad', Hartley se hace fuerte con una tarjeta de presentación, 'Trust', saludada con el primer premio de Sundance.
Bastan apenas tres minutos para deslizarse por la superficie de esa mirada que Hartley imprime sobre una comedia urbana, amarga, habitada por disturbios, en un fresco hiperrealista que discurre como clavando alfileres sobre la epidermis de las emociones. Primeros planos, diálogos secos y cortantes, leves movimientos de cámara, potencia narrativa y una fotografía resplandeciente de colores básicos acompaña esta historia en la que asoma la muerte, la colisión generacional, el aborto, la violencia, el desamor y esa iluminación fugaz de las cosas pequeñas que se descubren y se desmoronan con idéntica inconsistencia. 'Trust', como casi todas las obras que forjaron la personalidad del cineasta en los noventa, de 'Amateur' a 'Henry Fool', revela una imaginativa voluntad de contar el mundo, una destreza muy personal para envolver al espectador en una atmósfera donde todo parece transmitir un hábitat de originalidad.
Una comedia sentimental que desdramatiza tanta situación extrema y que saca la sonrisa como si fuera una granada en la mano a punto de explotar o se mofa de un padre y un hijo empeñados en pelearse en una cocina. La confianza y la complicidad residen en la inadaptación. El de Hartley es un cine perfumado de Godard, exento de brusquedades y subrayados, pegado a una austeridad y a una extrañeza contagiosas y envuelto en una música perfectamente combinada con los silencios y miradas. Hartley en este caso se presenta como autor total y firma la banda sonora siempre bajo el pseudónimo de Ned Rifle, que precisamente ha sido el título el pasado año de su última película. Fiel a determinados intérpretes, la presencia de Martin Donovan, su actor fetiche, y de Adrianne Shelly (actriz, guionista y escritora asesinada la pasada década), dota al filme de un clima especial que refuerza ese tono entre el absurdo y el cinismo, entre la acidez y la frialdad, entre el nihilismo y el existencialismo, entre lo literario y la caricatura. A Hartley le interesa el azar, la denuncia de una sociedad alienada, la insatisfacción, la apatía…
Pero lo que seduce y fascina de su cine, como en 'Trust', es ese componente mágico, esa disección del comportamiento humano mediante deslumbramientos tragicómicos tras los cuales supervivencia y sentimientos intercambian golpes bajos. Son vidas rotas y dolorosas conectadas por afinidades casi invisibles que buscan un fragmento de dignidad entre tanta descomposición. Frente a los encasillamientos y los roles impuestos la pareja protagonista crea un ecosistema de protección expresado en sus diálogos lúcidos, reflexivos, a modo de código críptico sobre la confusión y la frustración, donde no llega lo establecido, lo institucional y lo convencional. 'Trust' mantiene su frescura, su declaración de estilo sin pedantería, su melancolía incendiaria, su apasionada querencia por una sorpresa súbita que nunca resulta epatante. Se diría que toda la filmografía del cineasta neoyorquino es un interminable monólogo interior visualizado por personajes y objetos que lanzan sus destellos desde la diferencia. Frente a la normalidad y las modas, 'Trust' es un agridulce documento humano de humor tan necesario como amargo que transparenta respeto y admiración. Para confiar en el cine y en la vida.
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Mikel Labastida y Leticia Aróstegui (diseño)
Óscar Beltrán de Otálora y Gonzalo de las Heras
José A. González y Álex Sánchez
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.