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Antonio Resines tiene 70 años y es como uno más de la familia desde que en 1980 su compañero de Ciencias de la Información en la Complutense, Fernando Trueba, le hiciera actuar en 'Ópera prima'. Resines hace de Resines en las entrevistas y en sus ... comedias. Pero también tiene un lado serio que asomaba en sus memorias, 'Pa'habernos matao', publicadas en 2017. El actor ha superado un cáncer colorrectal, una angina de pecho y un covid que le hizo estar 48 días en la UCI, 23 de ellos en coma. En 1990 vivió de primera mano el atentado contra su entonces suegro Fernando de Mateo Lage, presidente de la Audiencia Nacional, al que una carta bomba de ETA amputó las manos y dejó ciego.
Cuando Antonio Resines se ha dejado de risas delante de una cámara le ha ido bien. Su único Goya lo ganó por su estremecedor carnicero castrado de 'La buena estrella'. Y cuando se pone duro acojona, como en 'La caja 507' y en 'Celda 211', por la que volvió a estar nominado al Premio de la Academia. Así que no es ninguna sorpresa que en 'Mikaela' ensaye un registro serio en la piel de un baqueteado madero, aunque se cuelen elementos humorísticos.
Los destinos de DanielCalparsoro y Antonio Resines, que en principio no parecían llamados a encontrarse, coinciden en el decimosexto largometraje del prolífico director donostiarra. Lejano queda su debut, 'Salto al vacío', un retrato crispado y rabioso de una joven en el lado salvaje de la vida encarnada por su exmujer Najwa Nimri y rodado en una Euskadi postindustrial. Su febril ritmo de trabajo no tiene parangón: en un año ha estrenado 'El correo', la serie 'Asalto al Banco Central' y 'Mikaela', que llega el 31 de enero a las salas.
Su personaje de policía cansado y gruñón, de vuelta ya de todo, a punto de un retiro forzoso y metido a su pesar en una misión que le obligará a volver a ser un héroe nos remite, claro está y salvando todas las distancias, al Bruce Willis de 'La jungla de cristal'. Hasta hay villanos rusos. La Mikaela del título es una tormenta del jaez de Filomena, que en la víspera de la Noche de Reyes azota el centro de la Península. Un gigantesco atasco en los túneles de la A-6, a medio centenar de kilómetros de Madrid, será el escenario de este thriller de acción. Bajo la tormenta de nieve, en medio del caos de una autopista colapsada, un grupo de atracadores aprovecha la oportunidad de asaltar un furgón blindado.
«Una historia de gente al límite que una vez más debe recuperar la audacia y asumir el riesgo de seguir adelante», resume el director de 'Cien años de perdón', que apuesta por un protagonismo coral en el que sobresalen los personajes de una guardia civil en prácticas recién salida de la academia, la colombiana Natalia Azahara, y una técnico de la Jefatura de Tráfico encarnada por Adriana Torrebejano. La peripecia del atraco se enriquece con tramas sobre el cascarrabias policía y un rehén, y hasta da tiempo a desarrollar un romance entre dos personajes secundarios.
Calparsoro demuestra su oficio en las escenas de tiroteos y persecuciones aunque las posibilidades del guion –segundas oportunidades, conciliación laboral y profesional, precariedad de las fuerzas de seguridad– no terminan de desarrollarse. Al menos, 'Mikaela' no tiene bajones de ritmo en sus precisos 90 minutos. Entretiene y eso ya es mucho.
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