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Jonathan Millet, director de 'La red fantasma'. Efe
«El cine que me conmueve es el que confía en el espectador»

Jonathan Millet

Director de cine
«El cine que me conmueve es el que confía en el espectador»

Documentalista en zonas de guerra, el cineasta hace su primera incursión en la ficción con 'La red fantasma', un thriller basado en hechos reales

Iker Cortés

Madrid

Viernes, 7 de febrero 2025, 00:04

Asegura Jonathan Millet (París, 39 años) que hace unos meses resultaba impensable la caída del régimen de Bachar el Asad en Siria. Documentalista en zonas de guerra, el cineasta hace su primera incursión en la ficción precisamente con 'La red fantasma', un thriller basado en hechos reales que cuenta la historia de Hamid, un profesor de literatura sirio en el exilio, que forma parte de un grupo secreto que persigue a los dirigentes fugitivos del régimen. Su misión le lleva a Francia tras la pista de su antiguo torturador. Sin apenas acción, Millet logra una película tensa e hipnótica que habla de la pérdida, el duelo o la justicia y que este viernes llega a la cartelera.

-Inicialmente pensó en hacer un documental, ¿en qué punto y por qué optó por saltar a la ficción?

-Al cabo de dos años de documentarme, me hablaron de esta historia real, de cómo espías refugiados sirios buscaban criminales de guerra del régimen de Bachar el Asad, y pensé que no quería hacer una cinta de información que explicara lo que había sucedido, quería que el espectador viviera todos los elementos de la búsqueda. Eso solo podía darlo la ficción porque permite al espectador identificarse en cada momento y con todo lo que vive el protagonista. Es una película, digamos, de sensaciones, una cinta en la que casi te tienes que agarrar a la silla y la ficción me permitía hacérselo vivir en el presente, mientras que el documental parte de un «te vamos a contar lo que ocurrió».

Un fotograma de la película. Kris Dewitte

-Pasó varias semanas en un centro de tratamiento para víctimas de la guerra y la tortura. ¿Cuál fue la historia que más le sobrecogió?

-Sobre la tortura, cualquier historia es estremecedora. Son tan fuertes y tan tremendas… Pero uno de los testimonios que realmente me empujó a hacer esta película fue el de un refugiado sirio que, estando en la cola de un supermercado en Berlín, vio una silueta y supo, por la forma en la que se movía y andaba, que era el hombre que le había torturado en la cárcel. Aquel refugiado no tenía nada que ver con las células de espías y lo peor de todo es que no podía hacer nada. No podía quejarse, ni denunciarle. ¿A quién? La justicia no tenía nada que ver con esto, no intervenía. «Volví a mi casa y durante un mes no podía moverme, no pude salir», me dijo. Me describió que lo que sentía era corporal y físico, casi como si hubiese renunciado a vivir al verlo, y en el fondo muchos de esos refugiados de guerra que conocí llevaban esa renuncia en ellos. Pero justamente los de las células secretas tienen una obsesión, dentro de ellos llevan una llama que les empuja a seguir, pero los otros no tienen llama. Es posible que al cabo de unos años se reconstruyan, pero la tortura les había quitado tanto que estaban por debajo de la línea de flotación de la vida. En Francia la película se llama 'Los fantasmas' precisamente porque esos sirios refugiados se han convertido en fantasmas.

-¿Cómo se recupera uno de ello?

-La única forma para poder vivir es ser considerado como una víctima, si te consideran como tal y te dicen: «Esto es lo que has vivido, esto es lo que has sufrido». Y para eso hace falta justicia y detener a los torturadores y a los que mandaron a los torturadores y que Bachar el Asad se fuera. Han sido trece años de espera.

-'La red fantasma' es un thriller donde apenas hay acción, pero la tensión y la intensidad habituales en el género siguen muy presentes.

-Para mí toda la película debe ocurrir en la cabeza del personaje. Para el espectador es casi como ofrecerle una experiencia de inmersión total, en la que estamos en la mente del cazador. Nunca hay un plano que corresponda a algo que Hamid no vea, siempre vemos lo que ve él: su visión del mundo, su percepción de las cosas, lo que oye… También vamos a compartir sus dudas, sus problemas, su fragilidad, sus impulsos, sus traumas, su lucha interior... Vamos a estar tan metidos en su cuerpo que vamos a estar en el momento, en el instante y, realmente, la tensión también nace del hecho de le conocemos y tenemos miedo de lo que es capaz de hacer. Su día a día es cotidiano pero tiene pensamientos muy poderosos y en cierto modo como espectador yo siento más tensión cuando veo cómo alguien como Hamid se acerca lentamente a una persona, que hace que me pregunte si le va a atacar o se va a derrumbar, que si le veo coger un cuchillo, que ya sabes que va a matarlo.

-Uno de los aspectos más sorprendentes de la cinta es la soledad del espía, que casi se palpa.

-Me di cuenta de que los exiliados sirios no podían confiar en nadie porque Bachar seguía en el poder y si decían algo contra el régimen, un pariente que esté en Siria podía pagarlo. Por tanto, no confían entre sí. Me lo planteé como una película de espías en la que estos agentes no pueden contar lo que les ocurre a ellos y lo que viven. La soledad era muy importante e imaginé la búsqueda del personaje como unas pesquisas en las que no pueden pedir una opinión o preguntar a su alrededor qué deben hacer. La búsqueda de Hamid es fuerte porque él mismo debe resolver sus problemas morales. Es como si el llevase sobre sus hombros toda la carga de un país, toda la carga de la justicia y la moral de un país. El resto de la célula de espías a la que pertenece, de hecho, son voces abstractas, no se ven, está solo y solo deberá decidir. Y esa es la clave: cómo un hombre que no había nacido para eso, que era un profesor de literatura, se encuentra convertido en un espía.

«La búsqueda de Hamid es fuerte porque él mismo debe resolver sus problemas morales. Es como si el llevase sobre sus hombros toda la carga de un país»

-A medida que discurre la película el espectador va escuchando testimonios por audio de las distintas torturas a las que fueron sometidos presos como Hamid, sin embargo la cinta evita caer en lo explícito. ¿Por qué?

-No hace falta mostrar o enseñar. Las imágenes más fuertes en el cine son las que sugieren, aquellas que imaginas y de las que te apropias como espectador. Enseñar a veces es un cliché o es tan violento o fuerte que te distancias, te alejas. Yo quería compartir en profundidad la tortura. No puedes hacer que el espectador tenga rechazo, por eso había que hacer algo muy sencillo, muy suave, que al escuchar los testimonios pudieras imaginar lo peor de lo peor. Creo que el cine que realmente me conmueve es aquel que confía en el espectador.

-En determinados momentos, los miembros de la célula barajan tomarse la justicia por su mano. Tiene que ser difícil no sucumbir a la tentación, ¿no?

-En la historia real tardaron nueve meses en decidirlo. Cada decisión tiene consecuencias enormes. Denunciarlo significa creemos que algún país en Europa va a seguirnos y a ayudarnos, pero también la extrema derecha puede usar esa denuncia para advertir de que entre los refugiados puede haber criminales de guerra. Por otro lado, no denunciarlo y matarlo es arriesgarse a que nunca se pueda hablar, a que las víctimas nunca puedan contarlo. Es como una tragedia griega, no hay decisión sin consecuencias.

-¿Se imaginaba que la cinta iba a llegar a España apenas unos meses después de la caída del régimen de Bachar el Asad?

-Imposible imaginarlo, imposible. Bachar lleva siempre y antes era su padre. La guerra ha durado trece años, así que no podía imaginar algo así. Dicho esto, lo que me interesaba era hacer una película muy anclada en la historia actual y sabía, por lo tanto, que en un momento dado algo podía ocurrir, podía ser que Bachar normalizara sus relaciones o cualquier cosa. Pero a la vez también me interesaba hacer una película que dialogue con lo que ocurre y esto no hace más que dar más alimento a lo que sucede en la película porque en el fondo la cinta cuenta la historia de Siria en un momento dado, pero los grandes temas que trata son mucho más amplios: la justicia, haberlo perdido todo, el duelo, volver a reconstruirte… Cualquiera puede identificarse con esto. Muchos países tienen historias que resuenan y tienen un eco con esto.

-¿Qué futuro cree que le aguarda a Siria?

-Bueno lo que se espera en Siria es que con la caída de Bachar y ahora que todo el mundo centra su mirada allí pueda evitarse lo peor. Lo peor sería otro dictador, que volvería hacer lo mismo, o que el Estado Islámico tomase el poder de una forma u otra. Yo personalmente creo que, con los ojos del mundo puestos en Siria, lo peor no va a ocurrir o van a impedir que suceda.

-¿Qué es lo que más le ha sorprendido del proceso de dirigir ficción con respecto a la realización de un documental?

-Con un documental te sobra tiempo, nadie mira la hora, da igual. Hablas, al día siguiente vuelves a rodar lo mismo... El tiempo no existe. En ficción, cada segundo cuenta y eso es muy complicado. Pero a la inversa, en ficción hay una libertad enorme, puedes llevar tu idea hasta el final. Yo, por ejemplo, quería rodar en Estrasburgo y quería filmar el inmenso mercado navideño, que es muy famoso. Rodamos en agosto, pero como es ficción pudimos recrear la integridad del mercado, con todos los stands y los vendedores que hablaban con la gente.

«Con un documental te sobra tiempo, nadie mira la hora, da igual. El tiempo no existe. En ficción, cada segundo cuenta y eso es muy complicado»

-Es su primer largometraje de ficción. ¿Qué debilidades y qué fortalezas se ha visto?

-Uhm... Te puedo decir lo que me gustaría llevar más lejos en mi siguiente película y lo que me gustaría evitar. Lo que realmente me interesa, y es lo que pienso trabajar más, es cómo el cine es un arte de sentir. El sonido es tan importante como la imagen, casi puedes hacer oler al espectador si quieres. Me parece que ese cine nos permite acceder a un algo invisible mucho más fuerte, es decir estoy hablando de poder penetrar e ir más allá de un simple rostro o una simple persona. Tengo la impresión con 'La red fantasma' de tener instrumentos para penetrar en lo más profundo de un ser e incluso de contar el inconsciente y esto para mí es algo que me interesa enormemente. Y lo que quiero evitar... 'La red de fantasmas' es un trabajo que hago sobre unos personajes encerrados en sí mismos, con mucho mutismo, que no expresan sus sentimientos, pero en la siguiente película sí quiero dosificar más las emociones y trabajar con los actores lo contrario al mutismo, la expresión.

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