HIGINIA GARAY

Explotación sexual: la nueva forma de esclavitud en el siglo XXI

España es uno de los principales países de destino para la explotación sexual y el Principado no se libra de esta lacra. «En Asturias hay mucha prostitución coactiva y también hay casos de trata», alerta la asociación APRAMP

Jueves, 24 de septiembre 2020, 13:45

Ha desbancado al tráfico de drogas para posicionarse como el segundo negocio ilícito que mayor cantidad de dinero en todo el mundo, solo por detrás del tráfico de armas. La compraventa de personas con fines sexuales está considerada como la esclavitud del siglo XXI ... y su erradicación se incluye en la Agenda 2023 para el Desarrollo Sostenible. La trata de personas es un delito que explota principalmente a mujeres, niñas y niños y que afecta a prácticamente todos los países. La Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (UNODC, por sus siglas en inglés) ha contabilizado a 2,5 millones de víctimas, aunque la propia organización reconoce que esta cifra no refleja fielmente la realidad, pues se calcula que por cada persona tratada identificada existen veinte más sin identificar. Y aunque el perfil de las víctimas sea el de mujeres y niñas procedentes de países de Europa central, África o América del Sur, ni España ni Asturias se libran de esta lacra: el territorio nacional es uno de los principales países de destino para la explotación sexual y está considerado como un 'paraíso del turismo sexual' dados sus altos índices de consumo de prostitución. De hecho, el pasado año la ONG Médicos por el Mundo realizó 25.630 intervenciones en España relacionadas con personas tratadas y prostituidas. Por otra parte, la fundación asturiana Amaranta —que trabaja por el pleno desarrollo de los derechos de las mujeres en todo el mundo—atendió a 335 víctimas de trata y explotación sexual en la región. Ante estos datos, el Día contra la Explotación Sexual y el Tráfico de Mujeres, Niñas y Niños, que se celebra cada 23 de septiembre, cobra especial importancia como forma de visualizar, concienciar e intentar erradicar esta problemática.

Publicidad

Aunque, evidentemente, no todas las personas que se prostituyen son víctimas de la trata, estas cuestiones no pueden desvincularse, ya que la primera es consecuencia de la segunda, como explica la doctora en antropología social y cultural, Carmen Meneses Falcón, quien añade que el hecho de que sean «solo los hombres los que pagan por servicios sexuales y sean mayoritariamente las mujeres las que venden su cuerpo, hace que la prostitución sea una cuestión de desigualdades de género que debe ser abordada desde la perspectiva de género y desde el proceso educativo». En esta misma línea, la delegación asturiana de la Asociación para la prevención, reinserción y atención a la mujer prostituida (APRAMP) explica a EL COMERCIO que la prostitución «no es una profesión; es una cuestión de género. Pagar por el cuerpo de una mujer es algo que va en contra de los derechos humanos. Muchos hombres creen que por el hecho de pagar pueden hacer o exigir lo que quieran, pero cuando las mujeres están siendo prostituidas o son víctimas de la trata, están cometiendo violación de pago; no es consentido. Están siendo obligadas y además ese dinero no es para ellas, es para el proxeneta o la red».

Definición de trata de seres humanos

«La captación, el transporte, el traslado, la acogida o la recepción de personas, recurriendo a la amenaza o al uso de la fuerza u otras formas de coacción, al rapto, al fraude, al engaño, al abuso de poder o de una situación de vulnerabilidad o a la concesión o recepción de pagos o beneficios para obtener el consentimiento de una persona que tenga autoridad sobre otra, con fines de explotación. La explotación incluye como mínimo, la derivada de la prostitución y de otras formas de explotación sexual incluida la pornografía, trabajos o servicios forzados, la esclavitud o prácticas similares a la esclavitud, la servidumbre o la mendicidad, las actividades delictivas y la extracción de órganos corporales».

«La Trata de Seres Humanos constituye una violación grave de la dignidad, la libertad de la persona, y una forma de delincuencia grave», explica la Policía Nacional.

Esta asociación conoce de primera mano la situación de las mujeres prostituidas y víctimas de la trata que se encuentran en el Principado, ya que cuenta con una mediadora y una superviviente de compraventa de personas que establecen un contacto directo con las chicas y les ofrecen una atención integral, que pasa por la oferta de material sanitario, asesoramiento jurídico, psicológico, social y apoyo para su reinserción. «Es verdad que cada vez hay menos clubs, pero eso no quiere decir que cada vez haya menos prostitución y trata. Oviedo, Gijón y Avilés son puntos calientes de pisos. En Asturias hay mucha prostitución coactiva y también hay casos de trata, pero muchas mujeres tratadas no quieren reconocernos su situación. A veces por miedo, en otras ocasiones piensan que es el precio que tienen que pagar. Sin embargo, cuando toman distancia y ven la situación desde otra óptica, se dan cuenta de que no es una elección libre», explican.

Por otra parte, el descenso de la movilidad provocado por el estado de alarma tampoco ha contribuido a mejorar la situación de estas mujeres. «El hecho de que se decretara el estado de alarma y de que la gente no pudiera moverse redujo notablemente el número de clientes, pero eso no quiere decir que haya cesado. Algunas han tenido que seguir trabajando, sobre todo las víctimas de trata. Pero fíjate hasta qué punto los puteros son unos cobardes que ellos no salían; eran ellas las que tenían que desplazarse y exponerse las multas por saltarse el confinamiento», explica APRAMP Asturias.

Un sistema alegal falto de garantías

Las corrientes feministas se dividen entre las partidarias de abolir la prostitución y las que defienden su regulación. En el primer bando se encuentran asociaciones como APRAMP, Médicos por el Mundo, o incluso miembros del Gobierno, como Carmen Calvo, cuyo partido —el PSOE— incluyó la abolición de la prostitución en el programa electoral que llevó a Pedro Sánchez a Moncloa y quien ha llegado a argumentar «que cada hombre que diga que la prostitución es una profesión, que apunte a su hija a una academia». En el segundo, organizaciones la Asociación de Profesionales del Sexo (Asprosex) o la prostituta asturiana y actriz porno Lucía Fernández, quien lleva ejerciendo durante más de cinco años y pide que se reconozcan los «derechos laborales de las trabajadoras sexuales». «Evidentemente, no voy a decir que la trata no exista, pero en los años que llevo ejerciendo no he visto a ninguna mujer en esta situación. Lo que sí he visto ha sido explotación laboral», expone. «He tenido alguna compañera a la que su proxeneta la ha multado por llegar unas horas tarde. Esto es explotación laboral, no trata. Podemos estar de acuerdo con que exista la figura de proxeneta, pero hay mujeres que prefieren trabajar así y tenemos que escucharlas y dotarlas de derechos y herramientas para que puedan solucionar cualquier problema con ellos», añade.

Publicidad

Lucía Fernández Álex Piña

Fernández considera que si se logra regular los derechos laborales de las prostitutas, no aumentará la trata. «Habrá más control. Además, la trata es un problema de migración, de la ley de extranjería. Si no ayudas a la gente que se está buscando la vida para entrar al país, van a acceder a mafias», argumenta. «Es evidente que existe una relación laboral en el momento en el que hay una jornada laboral, un poder de dirección, una voluntariedad... ¿cuál es la razón jurídica para no reconocer el derecho al trabajo de estas mujeres?l», se pregunta. «Las personas que abogan por abolir la prostitución tienen una visión moralista del sexo. Pero las condiciones del contrato de arrendamiento de servicio, que es lo que se está haciendo, son impuestas por las mujeres que ofrecen trabajo sexual. Las prostitución es un ejercicio voluntario de intercambio de sexo por dinero», añade.

Pero ninguna de estas dos corrientes se ha erigido aún vencedora en España donde la prostitución sigue sin contar con un marco legal, ni abolicionisita ni regulador en términos de derechos laborales, pese a ser el país europeo donde más se paga por sexo, según APRAMP y a estar señalado como un «paraíso del turismo sexual».

Publicidad

Ante este panorama, las más perjudicadas son las aproximadamente 100.000 prostitutas que se calcula que hay en España, de las que solo el veinte por ciento son nacionales y alrededor de una de cada tres podrían ser víctimas de la trata. Al otro lado de la balanza, los más beneficiados son los proxenetas y los miles de puticlubs —camuflados bajo nomenclaturas como hostales o saunas— que se extienden a lo largo de todo el territorio nacional y que se llevan gran parte de los más de 3,5 millones de euros diarios que genera la prostitución y a la trata en España. «Aunque una de las principales causas de la prostitución en España es la pobreza, mueve alrededor de 3.600.000 euros al día», sostiene la asociación Médicos del Mundo, que trabaja con mujeres, niñas y niños víctimas de la trata.

Pese a que existen registros oficiales, estas cifras podrían ser solo la punta del iceberg. «Muchas ejercen en pisos a los que la Policía no puede acceder si no tiene una orden judicial. De esta forma, solo pueden ver lo que hay en la calle y en los clubs, donde las mujeres tienen miedo y están amenazadas. Normalmente cuando los agentes les preguntan qué hacen en los burdeles, ellas dicen que están ahí libremente tomando algo. No es habitual que las mujeres denuncien una situación de trata porque las mafias son muy violentas. Un ejemplo es el juicio de los hermanos Sandulache. «Desde APRAMP asistimos a dos de las víctimas y lo que cuentan ponen los pelos como escarpias. Es muy duro», recuerdan.

Publicidad

El perfil de los puteros

La ONU calula que el 39 por ciento de los hombres españoles han consumido prostitución al menos una vez en su vida, aunque una investigación dirigida por Meneses, titulada 'Explorando los motivos para pagar servicios sexuales desde las opiniones sobre la prostitución', rebaja esa cifra al 20,3 %. Sea como sea, estos datos revelan que al menos uno de cada cinco españoles han 'ido de putas' alguna vez en su vida.

Este estudio, en el que se entrevistó a 1.048 hombres residentes en España de entre 18 y 70 años en 2018, ha categorizado el tipo de usuarios de prostitución: «los Funners (24,1%), que buscarían ocio y diversión; los Thingers, (21,7%) que desean sexo sin implicación ni compromiso; otro 21,7% los Couple Seekers, que buscan pareja; los Riskers, (19,8%) que además de sexo le atrae los comportamientos de riesgo asociados; y los Personalizers (12,6%) serían aquellos que desean sexo con intimidad y compañía»

Publicidad

Por otra parte, los estudios reflejan que cada vez más jóvenes deciden pagar a cambio de sexo. «Es lo que nos dicen las mujeres, que hay muchos clientes que son jóvenes», corroboran desde ASPAMP. Por eso, la asociación trabaja en la concienciación de los más jóvenes a través de talleres en los centros educativos en los que explican casos reales. «Es muy importante visibilizar esta lacra. Si llegamos a los jóvenes que aún no han pagado por mantener relaciones sexuales, probablemente ya no se lo planteen si saben que esas mujeres no están ahí porque quieren. Si frenamos el consumo, probablemente frenaremos a las redes que traen a las mujeres a España», zanjan.

Este contenido es exclusivo para suscriptores

3 meses por solo 1€/mes

Publicidad