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Seis de cada diez europeos sufren fatiga pandémica, una secuela del coronavirus que afecta tanto a quienes han padecido la enfermedad como a quienes no. Haber normalizado conductas extraordinarias para protegernos frente a la covid, como el uso de mascarillas, el lavado frecuente de manos, el distanciamiento de nuestros seres queridos, el teletrabajo o tener que pasar largos periodos de tiempo sin salir de casa puede generar desmotivación y sensación de incertidumbre, que podrían llegar a desembocar en síntomas de ansiedad o depresión. De hecho, se calcula que el cuarenta por ciento de los españoles presentan síntomas moderados o graves de depresión.
La propia Organización Mundial de la Salud (OMS) ha sido la que ha puesto nombre a la fatiga pandémica, que se define como una reacción de agotamiento, que puede llevar a la complacencia, la alienación y la desesperanza. Es un estado de ánimo que no aparece de repente, sino que lo hace de forma gradual.
Así, la fatiga pandémica se deriva de los meses de incertidumbre y de la modificación de nuestros hábitos, el miedo a la covid-19, el aislamiento obligatorio o el aburrimiento. Y sus consecuencias más frecuentes son la ansiedad, la tristeza, el desánimo, la apatía, la desesperanza y la desmotivación para seguir o aceptar las recomendaciones sanitarias, así como las restricciones. También deriva en una disminución de los esfuerzos por mantenerse informados sobre las cuestiones relacionadas con la pandemia. Esto quiere decir que es posible que algunas personas que padecen fatiga pandémica se muestren escépticas a las normas sanitarias para frenar la crisis sanitaria.
Pese a estar descendiendo la curva de la tercera ola, lo cierto es que aún la situación es incierta y desconocemos cuándo volverá la ansiada vieja normalidad. Es por ello que la psicóloga Laura Fuster ha explicado en ABC cinco consejos que ayudan a manejar la fatiga pandémica.
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2.Esto es normal dada la situación pero, según la psicóloga, hay que prestar especial atención a las emociones que son muy frecuentes, intensas y que duran demasiado tiempo. Por ejemplo, estar muy triste todos los días la mayor parte del tiempo. «En este punto deberías plantearte cambiar de hábitos o buscar ayuda profesional».
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