RAFAEL FRANCÉS
Domingo, 30 de octubre 2022, 00:57
Carmen de la Uz Díaz (Oviedo, 1973) mira a través de unos ojos claros que parecen mostrar una timidez ya superada o al menos domada. La mayor de cinco hermanos que ya suponen una dinastía en el comercio ovetense, pues la ciudad está trufada de ... perfumerías con su apellido. Es precisamente ese el rasgo diferencial en su vida, la familia, la piña que forman y que incluso hace que se vayan de vacaciones juntos. En un mundo de familias desavenidas, Cristina, su hija Carmen, su hermano, su hermanas y sus padres, Alejandro y María del Carmen forman grupo muy unido.
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«Somos una piña. Hemos estado siempre muy juntos, de hecho tres hermanos trabajamos en la empresa y somos de ir de vacaciones juntos», asegura Carmen de la Uz, que va más allá en la explicación sobre la unidad familiar: «Vamos de vacaciones a Denia de toda la vida, primero a un camping y hace treinta y pico años mis padres se compraron un adosado y desde aquella época seguimos todos yendo allí. Nos gusta, tenemos pandilla, casi la misma de la adolescencia. Estamos muy bien juntos».
Ese es uno de sus pilares, pero hay otro que ha cobrado con el paso de los años cada vez más protagonismo: el tiempo. «Para mi lo más apreciado es el tiempo, porque necesito tenerlo para desarrollar mi trabajo, que me encanta (es la jefa de compras de la empresa familiar), y para mi familia, que también lo necesita».
En un futuro próximo, ese tiempo cambiará de nacionalidad pues la intención de Carmen de la Uz es trasladarse a vivir «un año o algo más a Dinamarca, porque a Carlos, mi pareja, le han trasladado allí por motivos profesionales (es directivo de una multinacional de cosmética) y creo que irme con él es una grandísima oportunidad vital. Me voy a aprender».
Carmen de la Uz vivió desde pequeña en el entorno de Valentín Masip y, por lo tanto, conoce a la perfección la vida y los juegos en los prados de La Ería, cuando existían. Estudió Derecho y ya en cuatro curso empezó a trabajar en la empresa familiar «siempre por abajo y ascendiendo». Con 25 años, ya estaba pagando la hipoteca de su actual casa, se independizó y como todas las jóvenes de su edad vivió la noche ovetense -cuando la noche ovetense todavía era la concurrida noche ovetense- «los viernes y sábados y algún jueves, pero pocos porque el viernes era día de trabajo».
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Es vicepresidenta de la Cámara de Comercio de Oviedo y allí «estoy trabajando en lo que se me necesite, pero principalmente aprendiendo de mucha gente que sabe más que yo y que gasta mucho de su tiempo en buscar lo mejor para Asturias y empujar ala región, porque dejan mucho esfuerzo y muchas horas».
El porqué de su presencia en la Cámara hay que buscarlo es su preocupación por Oviedo y por la región «y por el pequeño comercio, que cada vez somos menos y tenemos que ayudar para que podamos salir de esta fase en la que cada vez hay más grandes cadenas y menos comercios familiares». Es un paso más en su máxima de que «los problemas no son problemas, no son más que oportunidades», sostiene convencida.
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