Susana Fernández Iglesias. De pequeña, viendo con su padre 'Vencedores y vencidos' decidió que su futuro era ejercer la Abogacía. Su camino se cumplió. Con despacho en la calle Uría, es consultora de franquicias y forma parte de la ejecutiva de la Cámara de Comercio de Oviedo
ROSALÍA AGUDÍN
Domingo, 3 de julio 2022, 01:47
Susana Fernández Iglesias supo desde bien pequeña que quería ser abogada. La decisión la tomó viendo junto a su padre la película 'Vencedores o vencidos' y cumplió su destino. Una vez licienciada, pasaron tan solo quince días hasta que fue contratatada como pasante. Ahora tiene ... su propio despacho en el que, entre otros asuntos, ayuda a las empresas a crecer a través de una franquicia o a un emprendedor a poner un nuevo negocio. Lo segundo, añade, siempre da alegrías mientras que lo primero le propicia más quebraderos de cabeza.
Fernández Iglesias nació en 1971 en la Clínica Santa Ana -actual Clínica Asturias-. Hija de Ignacio y Maribel, es la pequeña de cuatro hermanos. Fue alumna del colegio de las Dominicas, una etapa de la que tan buenos recuerdos guarda que cogió en diversas ocasiones la batuta para organizar reencuentros de su promoción, los más especiales los del 20 y 25 aniversario de graduación.
Se licenció en Derecho por la Universidad de Oviedo en 1994. Para ella los martes y 13 no significan mala suerte: «Una jornada como esta en septiembre de aquel año salieron las dos últimas notas de mi carrera y aprobé ambas. Cogí una botella de champán para celebrar». Después, disfrutó de las fiestas de San Mateo y a trabajar desde entonces: porque a los quince días de tener el título, Norberto Tellado la contrató «como pasante». Fue un lustro hasta que en 1999 montó un despacho con Juan Muñiz. Con la nueva década empezó a trabajar en solitario. «En 2003 me casé y al año siguiente me establecí en la calle Uría número 70 para después pasar a donde estoy ahora en el número 25» .
Está especializada en Derecho Penal, Familia y Empresa llegando a esta última rama por casualidad: «Fue en 2005 cuando un cliente quería aumentar su negocio siendo la mejor fórmula la franquicia» y se formó al máximo: «Hice un máster en Madrid». Ahora esta rama es una pata fundamental de su negocio. Ofrece asesoramiento para ampliar negocios y a quienes quieren emprender con una franquicia. «Cuando se cierra un acuerdo, lo celebramos. Estamos creando negocio y empresas; siempre apuesto por trabajar por el bien común porque si a las empresas asturianas nos va bien; a todos nos va bien».
Con esta máxima, asumió hace cuatro años un nuevo reto: formar parte del comité ejecutivo de la Cámara de Comercio de la mano de Carlos Paniceres. «Con él es imposible estar parado. Es verdad que trabajo demasiadas horas, pero con lo que más disfruto es con la Abogacía».
Entre el resto de actividades que le permiten llegar a la felicidad figura su colaboración con la parroquia de los Santos Apóstoles. Organiza cada año el rastrillo solidario para Manos Unidas y tanto se involucra que llegó a establecer una gran relación de amistad con el párroco Segundo Martínez. «Vino de las misiones de Ecuador para oficiar mi boda y después fuimos a verlo. Allí las monjitas trabajaban de sol a sol y no dudaban en ir a las dos de la mañana a las casas de prostitutas para recuperar a las mujeres; me parece increíble lo que hacen», dice con real admiración.
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