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J. C. A.
OVIEDO.
Lunes, 13 de julio 2020, 00:56
El mercado en la calle de El Fontán reabrió hace apenas un mes con restricciones de aforo y público, que reducen la instalación de puestos cada domingo a la mitad. Después de más de tres meses sin ingresos, muchos de los vendedores ambulantes creen que el Ayuntamiento podía haber tomado medidas más ambiciosas para, respetando las distancias de seguridad, garantizar que todos los comerciantes puedan vender cada domingo. El sistema rotatorio de pares e impares cada quince días no convence. Así lo explicó ayer uno de los floristas, Pedro Fernández. «Si la hostelería que está al doscientos por ciento de capacidad ampliando mesas, no contagia, nosotros tampoco», afirmó. «Menos puestos, menos gente para comprar y más loa domingos que es el día que más vendemos», añadió.
Una protesta que comenzó en el gremio de la floristería ante la imposibilidad de dar salida al género, perecedero, de quince en quince días, en vez de con la periodicidad semanal con la que antes contaban los puestos.
Otra florista, que prefiere evitar dar su nombre, aclara: «En San José, para el Día del Padre ya estábamos confinados y no pudimos vender nada». «Mientras a las terrazas les dejan hacer lo que quieren», sostiene antes de explicar que hay compañeras que ante la posibilidad de acudir al mercado solo cada quince días, han decidido ya no hacerlo más. «Ahí tenía que haber un puesto, ahí otro...», indica mientras por el esquinazo transitan decenas de personas. «Menos», cree, «que las que antes venía un domingo por aquí».
La solución que encontró el Ayuntamiento en colaboración con la asociación de vendedores ambulantes de El Fontán fue la de conservar el tradicional mercadillo a cambio de reducir a la mitad el número de puestos. Se turnan. Ayer, el presidente de los comerciantes, Antonio Romero, explicó que «nunca llueve a gusto de todos».
«La situación es la que es, hay una alarma sanitaria y sabemos que hay mucha gente que lo ha pasado mal. Son más de tres meses sin meter dinero en casa. El 14 de marzo se decretó el estado de alarma y al día siguiente, que era domingo, nosotros ya no pudimos venir. Así hasta junio», rememoró.
Consciente de la situación y conciliador con el Consistorio, Romero confía en poder recuperar la actividad de todos los puestos poco a poco. «Tenemos a la abogada que está en conversaciones con el Ayuntamiento», explico.
Es mediodía y el trasiego de personas por la plaza y aledaños no cesa. Y, aun así, Asunción Argote, lo ve «mal» desde su puesto de libros viejos. «Este es el segundo domingo que me toca venir y no, qué va, hay gente pero no como antes». «Somos conscientes de que las medidas están tomadas por una razón de salud pública pero esto es un negocio», incide en lo que advierte «un desastre económico». «Aquí tenía que estar mi 'vecina', pero ¿cómo garantizamos la distancia de seguridad? Es muy difícil de valorar. No nos podemos inventar calles».
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