Los tesoros ocultos del monte Naranco

Trincheras de la guerra civil, búnkeres, restos de asentamientos neandertales y castros y, por supuesto, los monumentos prerrománicos, constituyen algunos ejemplos de todo lo que tiene que ofrecer este gigante de la naturaleza. El Naranco, no solo es un mapa por la historia de Oviedo, sino que también guarda en su interior una diversidad vegetal digna de conocer.

El Naranco esconde , así, mucho más de lo que la mayoría de los ovetenses conoce, y es que, para muchos es un lugar de sobra conocido , sin embargo, seguramente no sean conscientes de que sus pies están sobre uno de los escenarios de mayor actividad durante la guerra, o que están respirando el aire de un lugar que cuenta con una situación bioclimática que lo hace único.

«En el Naranco hay de todo», afirma Honrado, que invita a descubrir estos secretos a «todo el mundo». El recorrido, de no más de 5 kilómetros, será siempre el mismo y pasará por todos los puntos importantes, haciendo que sus visitantes descubran todo lo que se esconde a lo largo de las rutas abiertas por el monte en el último plan de empleo local.

El recorrido de la actividad ya esta puesto a punto gracias a estos trabajadores. Hay tramos asfaltados, nuevas escaleras y sendas desbrozadas para facilitar la accesibilidad de las rutas y hacer de estas sendas un lugar perfecto para perderse. «No nos damos cuenta de que, cerca de casa, también hay sitios increíbles», sentencia Honrado, que ve en estas actividades la mejor forma de acercarse un poco más a la ciudad y a su historia.

Estas rutas guiadas inician su andadura mañana a las 5 de la tarde y así será durante todo este mes y parte del siguiente. Mediante grupos burbuja de unas 15 personas, la organización del proyecto acercará los nuevos espacios abiertos por los trabajos del plan de empleo a los ciudadanos y visitantes interesados. Para poder participar solo es necesario inscribirse en la web municipal o enviar un correo a la Escuela Municipal de Sostenibilidad. «Son sencillas», insiste Honrado, que hasta en eso es amable la sierra del Naranco con sus vecinos. Un monte que protege a la ciudad de los vientos del Norte, da lugar de esparcimiento a sus vecinos y cobija desde hace más de mil años dos de los monumentos más singulares de la historia ciudad.