Israel Sastre toca el saxofón en su casa. PABLO NOSTI IVÁN MARTÍNEZ GODO RUBIO

Un talento barbudo con cara de pillo

El artista con mostacho. Pintor y escultor autodidacta; es multidisciplinar, creativo, inquieto, enamorado del rock. Vive en el casco antiguo cuyas calles ha transformado en el salón de su casa pues ya está incrustado en la escena de un barrio con mucha personalidad, como él mismo

RAFAEL FRANCÉS

Domingo, 30 de julio 2023, 01:00

Artista sin formación académica artística. A golpe de talento. Niño de pueblo que estudió en lo que se llamaría un colegio pijo. Mal estudiante que con 25 años hizo las pruebas de acceso a la Universidad y se matriculó en Fisioterapia. Entre la culpa por ... no haber estudiado de chaval y la paranoia de querer arreglar el déficit, lo de la fisioterapia le duró lo que tardó en matricularse porque «no fui ni un día a clase».

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De niño.

Israel Sastre García (Oviedo, 1974) es un artista afable, sonriente, con un pedazo de barba y un mostacho intimidante. Con ojos sonrientes que son la única parte de la cara que permite ver la barba. Divertido, campechano, creativo, inquieto, colorista, multidisciplinar, quizá porque su capacidad de concentración es de tramos cortos, y buena gente que cuando camina por la calle no para de saludar, reír. «Conservo y presumo de sumar amigos y no perder los que ya tenía». Es un personaje del casco antiguo, donde vive en un cuarto piso sin ascensor con una maravillosa vista de la torre de la Catedral.

En su juventud.

Un chaval de pueblo porque la infancia la pasó en Nava, de donde era su madre Eloísa, que además de ser esteticién tenía una vaquería. «Me tocó catar, 'cuchar' y conducía el tractor, la segadora y el coche antes de tener carnet». Su padre Joselín tiene un animado y concurrido bar en Naves.

En el aire.

Durante los años de juventud «fui la gran esperanza de la familia» y por eso le mandaron a estudiar al colegio Palacio de Granda. Pero estudiar no era lo suyo y terminó en el Hispania aunque «eso no quiere decir que no me guste formarme». «No estoy a favor del sistema educativo que es una competición absoluta. Soy más de la formación a demanda». Israel es un autodidacta amparado «en la observación que es la base del conocimiento y, sobre todo, el aprovechamiento de las cosas, sentía una necesidad de algo, una inquietud y la canalicé hacia el arte». De ahí que sea escultor, pintor o músico. Hiperactividad y seguramente déficit de atención lo que le hace ser muy multidisciplinar.

La vena artística le viene «del aislamiento del pueblo» porque «me crié con las mujeres de la familia y me faltaron colegas de mi edad; eso me hizo apoyarme en mi creatividad. De hecho me pasé la infancia y juventud desmontando toda clase de cosas para ver cómo eran. Algunas las arreglaba y volvía a montar y otras no. Es decir, soy muy chambón pero muy funcional, así como muy cubano que todo lo aprovecha y no tira nada». Lo de no tirar nada tiene un nombre que es síndrome de Diógenes «aunque lo disimulo con el arte».

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Toca el saxofón con las enseñanzas de Kiko Flores y el piano aunque con este último es como todo lo suyo, autodidacta. Tenía una banda de rock, Los Enigmáticos.

Tiene dos hijos Carmen (23) y Beltrán (16), y una pareja, Inés. Se acerca peligrosamente a los 50 aunque en algunos momentos lo disimula demasiado bien con su temperamento incombustible y agitador. Su vida es escultura, pintura, creación, mucho rock y blues y pocos libros: «Solo leo los de divulgación porque soy autodidacta y no me gusta la novela». Mucho talento con cara de pillo.

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