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ROSALÍA AGUDÍN
Domingo, 10 de julio 2022, 00:44
El apellido Díaz-Miranda se remonta al año 1535. Por el medio, seis siglos donde ha habido varios rectores de la Universidad de Oviedo, canónigos de la Catedral, jueces, nobles, políticos y el arquitecto Felipe Díaz-Miranda. Tiene su estudio en la calle Quintana y ... su sello está plasmado en la Expo de Sevilla, siendo el único especialista asturiano de su rama que participó. También en las mejoras de los ayuntamientos de Quirós y Tapia de Casariego, así como en el diseño del polideportivo de Riosa, la construcción de viviendas públicas de Otero y Grado y el Palacio de Justicia de Villaviciosa. En la actualidad, trabaja en la reforma de la rotonda de la Cruz Roja junto a otras dos empresas.
Cuenta este arquitecto que 'le trajeron' a nacer en Grado. Hijo de Felipe y Lolina, vino al mundo en 1958, en la casa familiar de sus abuelos maternos. Es el mayor de seis hermanos y con tan solo dos meses la familia volvió a Francia, hasta que los expulsaron. Viajaron de nuevo a Asturias, donde su padre, ingeniero agrónomo, entró en la Diputación oficial y «a mí me 'encerraron' en el colegio San Luis de Pravia».
Allí estuvo hasta los 17 años, cuando tuvo que elegir entre dos carreras: «Ingeniería de Caminos, Puertos y Canales o Arquitectura». Se decantó por la segunda y la otra decisión que tomó fue el destino. «Me aceptaron en Barcelona y en Sevilla. En la primera ciudad ya empezaba el tema del catalán y en la otra, donde finalmente estudié, había una colonia asturiana importante» en esta carrera. En los últimos años de estudios, conoció a una cordobesa que estudiaba Farmacia. Ambas facultades estaban al lado, algo que propició «que tres amigos íntimos estén casados con farmacéuticas».
La pareja estableció su residencia en Oviedo -han tenido tres hijos- después de que fracasase uno de sus grandes proyectos por culpa de una crisis económica. «Estaba en un grupo empresarial y teníamos un proyecto para ampliar la capital de Santo Domingo en un millón de habitantes. Estaba programada la Universidad, viviendas,... pero llegó el crac del peso dominicano y quedó en nada». Su padre le animó a presentarse a las oposiciones de la Consejería de Ordenación del Territorio, Vivienda y Medio Ambiente y aprobó. «Creamos el servicio de Arquitectura y al año y medio me fui a la iniciativa privada».
Montó un despacho, que mantiene hoy en día, y en todo este tiempo ha hecho proyectos para numerosas consejerías, el Arzobispado, y con las Dominicas en sus sedes del «norte de España». Unas tareas que ha compatibilizado formando parte de la Fundación Municipal de Cultura. Durante dos mandatos ha sido presidente y vicepresidente de la Sociedad Ovetense de Festejos También fue presidente de la Junta de Hermandades y Cofradías.
Aficionado al deporte, ha practicado a lo largo de su vida el fútbol y el rugby. Gran aficionado al Real Oviedo, confiesa que es una persona creyente y «muy asturianista». Colecciona numerosos cuadros y libros, siendo una parte de ellos del archivo familiar que se pudo rescatar tras un incendio provocado en la casa familiar por el mariscal Ney.
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