Un canto a la vida y a la felicidad

El goteo de personas en la carpa de La Ería comenzó antes de las ocho la tarde. Así hasta llegar a los casi 800 fans que reunieron los dos conciertos de la noche: Macaco y Rulo y la Contrabanda. Una velada «sin demasiada gente, pero de nivel». Pasados veinte minutos de la hora prevista (20.30), el escenario se iluminó de un azul eléctrico. Macaco salió enérgico al escenario.

Al ritmo de las palmas del público, con los brazos abiertos, gritó: «Buenas noches, Oviedo, aquí, Macaco». No había confusión. Con ritmo, abrió su actuación con 'Vívela', un canto a la vida, que, seguro, afirmó «Oviedo quiere vivir a su manera».

Mencionó a Albert Einstein con si mítica frase sobre que «el mundo no será destruido por los que hacen el mal, sino por aquellos que lo miran sin hacer nada» para dedicar su 'Moving' a los activistas de Friday for Future y Greenpeace. «Nos enterraron pero se olvidaron que somos semillas», añadió. También tocó una canción que tiene con Leiva en un intento de ambos por «romper los tópicos típicos de las canciones que intentan relacionar el amor con la propiedad, el amor propio con la soledad y ese tipo de lastres que se han pasado de generación en generación»: 'Quiéreme bien'. Y se despidió asegurando que cantaría «3.000 millones de horas» para dar paso a «mis hermanos», Rulo y la Contrabanda.

A las once menos diez, la banda cántabra entró entre vítores y aplausos de un público con sus camisetas y mensajes. 'La cabecita loca' levantó el ánimo de todos los presentes. Siguió 'Buscando en la basura', que dice «unos labios que me digan esta noche quédate», que fue lo que hizo el público ovetense, quedarse. Y siguió con 'Me gusta' para reivindicar: «Me gusta Oviedo». También cantó a la felicidad con 'Baja por diversión' en una noche que esperaba que «no hubiera nadie»; y a la fidelidad, la que demostraron ayer sus fans en Oviedo.

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