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La Sociedad Ovetense de Festejos reparte durante toda la mañana sus 2.500 bollos.

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La Sociedad Ovetense de Festejos reparte durante toda la mañana sus 2.500 bollos. Álex Piña
Día grande de las fiestas de San Mateo

«Pase lo que pase mantenemos la tradición porque San Mateo es San Mateo»

Los ovetenses disfrutan del día del bollo y se refugian en las casetas hosteleras del Campo San Francisco ante la amenazante lluvia

Sábado, 21 de septiembre 2024, 14:22

La lluvia o más concretamente la amenaza de lluvia condicionó los dos últimos días de celebración de San Mateo. Primero fue el viernes con los fuegos artificiales que se libraron del líquido elemento y ayer, Día de San Mateo o también conocido como día del bollo, la amenaza de lluvia sacó a los ovetenses de los praos para concentrarlos en las casetas hosteleras del paseo del Bombé. Familias enteras las abarrotaron para comer el bollo. 2.500 repartió la Sociedad Ovetense de Festejos, de once a tres de la tarde, junto a otras tantas botellas de sidra.

Es verdad que no fue sólo el Campo el eje de la fiesta porque los más jóvenes, de entre 16 y 22 años, tomaron al asalto el parque de Purificación Tomás donde se sentían aislados y en su salsa para tomar el bollo y las bebidas que habían comprado y que traían en bolsas de supermercado para disfrutar de la comida, poca, y la bebida, mucha, en los alto del parque, más o menos a la altura de lo que en su momento fue el chalet de Radio Vetusta, donde, además, existe una estructura que les daba cobijo de las inclemencias meteorológicas.

El verde del Campo San Francisco estuvo ayer vacío; sin embargo desde las doce de la mañana muchas personas acotaban ya mesas en las casetas para asegurar una mesa en la que comer. Eso sí, con las consumiciones de las casetas para evitar los lógicos problemas con los hosteleros que han realizado una inversión para sacarle un rendimiento en San Mateo. Es decir, una especie de 'entente cordiale' en la que los clientes ponían sus bollos, empanadas o tortillas de patatas y el hostelero se encargaba de la bebida.

Entre las mesas ocupadas por familias en el Bombé estaba la formada por José Rodríguez, Belén Rayón, Susana Rayón, Inés Rayón y Chema Martín que ya a primera hora de la tarde desafiaban sin escrúpulos al cielo plomizo: «Nos hemos buscado acomodo porque hay que prevenir», dijeron. Bajo la sombrilla que les salvaba del agua, se mostraban a gusto con las celebraciones porque «mantenemos la tradición paseo lo que pase porque San Mateo es San Mateo».

Una zona de reborde de hormigón junto al parque infantil fue el lugar que eligió la familia de Mercedes Casaprima, matriarca de la familia, junto a sus hijos Carmen Martínez e Ignacio Sariego, su nieto Leonardo, y también Mercedes Martínez y el italiano Stefano Picco, italiano pero como un ovetense más que disfrutaba del bollo, de la empanada y de la sidra. A Stefano, como a toda su familia política, lo de la lluvia le daba un poco de lado «porque venimos preparados y somos asturianos. Qué asturianos seríamos si nos echase para atrás un poco de lluvia». Muy italiano en el estilo, aseguraba que «me gustan las gaitas y los tambores; hace dos años que volvimos de Italia y aquí estamos encantados».

En las casetas pegadas al Pavo Real, junto a la fuente del caracol, se sentaron a comer Sonia Arbesú, Morán, Bernardo Martínez, Leire, Miguel Tamargo y Miguel Tamargo (padre). «Somos de Oviedo. Hemos traído bollos, empanada y no trajimos tortilla porque al final nos dio pereza hacerla y más por cómo estaba el día de gris que no sabíamos si podríamos comer en el Campo o nos teníamos que volver para casa. De postre, tarta de queso».

La verdad es que daban ganas de quedarse a comer. «Hemos venido preparados para la lluvia con bolsas de basura para sentarnos si hay humedad y unas mantas para los niños. Somos de comer el bollo en el Campo de toda la vida aunque sólo sea comerlo y marchar corriendo para casa».

En uno de los asientos de piedra junto al quiosco de la música, la familia compuesta por Carlos Álvarez, su mujer Felisa Díaz, su hijo Sergio, y las hermanas de Carlos, Esperanza y María Álvarez. Tres generaciones disfrutando de la festividad: «Venimos todos los años aunque llueva con el bollo y la bota de vino». Cumplieron.

Como también 'cumplieron' los niños que disfrutaron de multitud de juegos infantiles. La diversión es para todos.

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