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SANDRA S. FERRERÍA
OVIEDO.
Domingo, 23 de septiembre 2018, 03:30
Imaginación, algún que otro conocimiento de mecánica, mucha maña y poco miedo a la velocidad. Esto es lo que demostraron los más de treinta participantes que ayer por la tarde se lanzaron cuesta abajo por la Cuesta del Naranco, por la avenida de los ... Monumentos.
La séptima edición del descenso de carrilanas de Oviedo congregó a aficionados y curiosos en torno a este tipo de vehículos sin motor y que pueden llegar a alcanzar los cien kilómetros por hora, empujados solo por su inercia. Por segundo año consecutivo tras la recuperación de la prueba las pasadas fiestas de San Mateo y con un sol más propio de agosto que de septiembre, la Cuesta del Naranco volvió a acoger esta curiosa competición.
Este año hubo menos participantes que el anterior, cuando bajaron el Naranco más de cincuenta participantes. Según la organización, para esta ocasión estaban apuntados medio centenar, pero hubo bajas de última hora de algunos de los inscritos en la competición. La prueba comenzó a las 16.30 horas y se realizaron dos mangas, así que cada participante subió y bajó dos veces las pendientes del Naranco. Y no, no es lo mismo subir un 'longboard', que una carrilana, por citar dos de las modalidades de estos deportes de inercia que compitieron ayer en el descenso ovetense. Antes, por la mañana, vehículos y patines pasaron las correspondientes verificaciones técnicas y administrativas necesarias para participar en la prueba.
De hecho, las carrilanas no fueron ayer los únicas formas de desplazarse sin motor por San Mateo. En el Campo San Francisco hubo, de tarde, una competición de patinaje urbano y, por la mañana y con motivo de la Semana Europea de la Movilidad, el Campo acogió las actividades del 'Día Sin Coches', con el que se pretendía concienciar sobre la importancia de realizar traslados a pie o en bicicleta, o en transporte público y disminuir el uso de vehículos privados.
Dentro de las actividades que se realizaron en las calles aledañas al Campo hubo talleres para que los más pequeños aprendiensen a andar en bicicleta.Para su realización fue necesario cortar el tráfico a los particulares desde las 10 de la mañana hasta las seis y media de la tarde, con el fin de que los ciclistas pudieran circular por las vías con todas las garantías de seguridad, permitiendo solamente en los alrededores del Campo la circulación de taxis y autobuses urbanos.
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