Catorce agentes de la Policía Local velan por la seguridad de la noche

Viernes, acuartelamiento de Rubín, nueve y media de la noche. Comienza el turno nocturno de la Policía Local. Catorce agentes entre patrullas, personal de centralita, atestados y oficina conforman la plantilla.

El subinspector Jacobo Fernández es el jefe de servicio. Llega puntual para organizar la noche. Toca revisar que no quede ningún expediente pendiente del turno de tarde, marcado por el partido entre Real Oviedo contra el Almería, sin incidentes. Toca también repartir las zonas de cada unidad. «En la calle destinamos cuatro patrullas entre la zona alta de la ciudad, zona centro, zona baja y otra para los atestados y controles de alcoholemia». En total, diez horas en las que EL COMERCIO ha sido testigo directo de la labor de la Policía Local por las calles de la ciudad. Un turno intenso que se salda con un detenido por atentado contra la autoridad, un accidente de coche cuyo conductor triplicó el límite de alcohol permitido, un control de alcoholemia que se saldó con una multa administrativa, dos intoxicaciones etílicas y numerosas llamadas por ruidos procedentes de locales de copas. «Las noches suelen ser tranquilas aunque los fines de semana suele haber más llamadas por temas de peleas en pubs o molestias por ruido». Dicho y hecho.

El turno arranca con una llamada por exceso de ruido procedente de un bar de la Avenida del Mar. Son las once y veinte. El problema queda resuelto de inmediato ya que cuando llegan los agentes, no hay ni ruido ni música en el local. «Lo que se hace en estos casos es avisarles para que no vuelva a ocurrir, en caso de que tuviesen intención», explica el subinspector.

A la medianoche los efectivos se preparan para un control de alcoholemia. El lugar elegido, la calle Azcárraga. «El objetivo es disuadir a la gente y concienciar de que si se conduce no se puede beber. No buscamos la multa, hay que tener en cuenta que en el 50 por ciento de los accidentes de tráfico, el alcohol está presente», incide el subinspector Jacobo Fernández. En diez minutos, el dispositivo da el alto a ocho vehículos. El control se mantendrá hasta la una de la madrugada. La mayoría dan negativo. «Yo trabajo con el coche y no bebo nunca», aseguró Arturo González. El alcoholímetro le arroja un resultado de 0,0. De todos los conductores, solo una superó el límite permitido con 0,31 miligramos de alcohol por aire espirado. La infracción le conlleva la retirada de seis puntos de carné y multa económica. «Ahora la tenemos que llevar al cuartel de Rubín para repetirle la prueba con el alcoholímetro de precisión que es el que tiene validez para imponer la sanción correspondiente», explica uno de los agentes. «Solo bebió dos cervezas pero es que no cenó», justifica un amigo.

La noche continúa en dirección a la zona de movida, El Antiguo. Son la una y veintiséis de la madrugada. «Esta es una zona muy segura, lo único que si alguna vez ocurre algo pues llama mucho la atención, pero son hechos puntuales», explica Jacobo Fernández. Lo que parecía una noche tranquila se rompe cuando en la emisora entra un aviso: «Reyerta en Aureliano San Román con armas blancas». Un hombre acaba de romper el cristal de un bar con la cabeza tras protagonizar una pelea en su interior. Policía Local y Nacional actúan en conjunto. De hecho, ambos cuerpos se encargan de intercambiar sus respectivas emisoras durante los turnos de noche. «Nos apoyamos y reforzamos unos a otros», explica el jefe de turno de la Local. El incidente en Pumarín se salda con un detenido por atentado a la autoridad. La noche continúa. Accidente de tráfico en la plaza de La Liberación. Un conductor se estrella contra el mástil del fotorrojo. Da un resultado de 0,72. Son las seis de la mañana. El turno finaliza a las siete y media. Un agente lo resume así: «Así es la noche policial».