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RAFAEL FRANCÉS
Domingo, 22 de octubre 2023, 00:29
Hizo campaña electoral con Foro como candidato a la Alcadía de Oviedo el pasado mes de mayo aunque no parecía entonces que supiera mucho dónde se metía. Carlos Suárez (Oviedo, 1978), en el fondo y en la superficie, es un romántico. Quizá por eso salió ... tarifando del mundo de la política y también quizá por eso se le iluminan los ojos cuando habla de su esposa Belén, ingeniera química en Arcelor. Se le nota enamorado.
Lo del romanticismo lo confirma además el hecho de que durante cinco años fue árbitro de fútbol hasta Regional preferente y asistente -lo que antes era el linier- hasta Segunda división B. De esta experiencia guarda «grandes amigos» aunque «me insultaron muchísimo, pero eso me ayudó en política porque llegué ya muy insultado». En ese lustro sólo tuvo un problema «aunque todos los árbitros hemos salido escoltados por la Policía Nacional o la Guardia Civil», y fue en un partido de alevines cuando «un padre me dio un cabezazo en la nariz». Gajes del oficio aunque sea deleznable que un padre se comporte así delante de su hijo.
Hijo de Carlos, abogado, y Marinides, ama de casa, nació en la antigua maternidad de la Residencia de El Cristo y vivió su infancia y juventud con su hermano Nacho, seis años más pequeño, entre el colegio San Juan, el Seminario -donde estudió el bachiller-, la movida en Oviedo -«sobre todo en la calle Quintana que era un hervidero de gente»- y la Concha de Artedo, «con mis abuelos». Allí, «nadaba y montaba en kayak, pero no aprendí a pescar porque pese a que mi abuelo era pescador, no me dejaba hablar y me aburría». Recuerda su primer beso a los 15 años y como caballero que es no dirá el nombre de la chica ni bajo amenazas. Eso sí, disfrutaba de los San Mateo «de antes y no los que tenemos ahora».
Estudió Ingeniería Técnica Industrial y se fue a Edimburgo a licenciarse en Ingeniería y Planificación de Transporte. De esos tiempos, para pagarse los estudios se dedicó al arbitraje pero no decayó. «Más allá de mi familia, el arbitraje, Edimburgo y la noche ovetense son mis mayores y mejores experiencias».
Antes de volver a España y entrar a trabajar como jefe de Soldadura de la obra del Palacio de Calatrava, siguió a su amor a Bruselas para trabajar en un 'lobby' que «defendía la intermodalidad entre el barco y ferrocarril.
Lo de la soldadura fue un pequeño paso porque para Carlos Suárez lo importante era el transporte así que abandonó el Calatrava y abrió una empresa, 'Vectio', de transporte y planificación'. Dieciséis años después «cuenta con veinticinco trabajadores y sedes en Oviedo, Madrid y Londres, y trabajamos en más de treinta países». De hecho, Carlos Suárez es el padre de la turbo glorieta que une las calles Real Oviedo, Independencia, General Zuvillaga y Samuel Sánchez.
Le gusta leer aunque «me está costando acabar 'La Regenta'» y se vuelve loco con Héroes del Silencio. Es una persona familiar sonriente y muy empática que pasó por la política y lo dejó. No era una cuestión de buen arbitraje. Era ser fiel a sí mismo.
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