Los Reyes Magos llenan de ilusión el Calatrava, en Oviedo

La Sala de Cristal del Palacio de Congresos vivió este sábado, en Oviedo, una jornada mágica con la llegada de Sus Majestades los Reyes Magos, un evento esperado por miles de niños y sus familias. A las 16.30, puntuales como cada año, Melchor, Gaspar y Baltasar hicieron su entrada acompañados por un séquito de pajes, desatando gritos de emoción entre los pequeños que llevaban horas aguardando para verlos de cerca.

Claudia Villar, una de las primeras en acceder, había llegado junto a su madre una hora antes de que abrieran puertas para lograr ser de las primeras, como así fue. «Llevamos desde las 15:30 aquí», explicó esta mientras la pequeña mostraba su carta en la que pedía una muñeca y una mochila a los Reyes.

Oinat y Mario, dos hermanos de seis años, también lograron estar entre los primeros en saludar a Sus Majestades y, aunque ya habían entregado su carta a Aliatar días antes, decidieron acudir para asegurarse de que su rey favorito, Gaspar, supiera de sus deseos. «Venimos a verle igual», aseguraron con entusiasmo. Sofía, de cinco años, pedía la casa de Bluey y Laura, de seis, un peluche.

Los primeros de la cola no fueron los únicos que atrajeron la atención. Un grupo de pequeños, todos con coronas donde figuraba el nombre de Baltasar, aguardaba emocionado su turno. Mateo, Eneko, Manuela, Izan y Neizan se declararon fieles seguidores de este Rey Mago y llevaban sus listas de regalos bien preparadas.

Con el paso de los minutos, el cansancio hacía mella y algunos niños comenzaban a sentarse en el suelo mientras esperaban su turno. El pequeño Saúl, sin embargo, fue preparado para la ocasión, ya que merienda en mano hizo fila para entregar su carta junto a su hermana Ángela, de nueve años: «Es la primera vez que vengo y pido un dinosaurio», decía sonriente. Algo a lo que su madre ponía aclaración: «Vino de bebé, pero no se acuerda».

Los más activos mantenían la energía alta como Martina (7 años), Laura (6 años) y Martín (6 años), quienes en corrillo saltaban y gritaban el nombre de su rey favorito: «¡Melchor, Melchor!».

Otros, como Martín, vestido con la camiseta del Real Oviedo, tenía un pedido muy especial. «Quiero un balón firmado por Cazorla», sostuvo con vehemencia. Al llegar su turno, Melchor le dedicó unas palabras que hicieron brillar aún más los ojos del niño: «Hay que ser bueno y mañana disfrutar de la Cabalgata», le encomendó. No parece una misión tan complicada.

Los Reyes Magos no sólo atendieron a los niños ovetenses, pues también tendrán que enviar sus regalos hasta Estados Unidos, donde viven Belén, de nueve años, y María, de cinco. Ambas les han pedido un Sonny Angel en una carta donde también hay cabida para el dinero: «Le pido entre 100 y 500 dólares».

El evento, organizado por el Ayuntamiento, reafirma una tradición que une a generaciones. Para los más pequeños, es un momento mágico que quedará grabado en sus recuerdos, mientras que para los adultos es una oportunidad de revivir la ilusión.

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