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D. L.
OVIEDO.
Lunes, 20 de agosto 2018, 02:31
Además del primer templo de la diócesis, dos importantes estructuras eclesiásticas de la ciudad están pendientes de reformas por iniciar o por concluir: el Seminario Metropolitano, desde este año, y la iglesia de San Francisco Javier de la Tenderina, desde el pasado. En el caso de la instalación de Prao Picón, esperan la concesión de la licencia municipal, que estaba prevista el pasado junio, para poder comenzar la primera fase de un ambicioso plan de modificaciones con un horizonte temporal de una década y un presupuesto estimado en diez millones de euros.
Los primeros trabajos en el centro de formación de sacerdotes cuentan con un importe máximo de licitación de tres millones de euros, que se llevará una de la cuatro empresas (dos, conocidas firmas asturianas) que han llegado a la fase final del concurso. Afectarán a un total de 6.200 metros cuadrados, de los 35.600 que tiene el Seminario.
Esta fase inicial de las tres que conforman el plan de reforma consiste en transformar el ala este, que ocupó el Colegio de la Asunción hasta 2005, en una nueva residencia con capacidad para cincuenta personas. La planta baja se destinará en parte a engrosar los cursos del MIR; el resto, a sala de comunidad, formación y biblioteca. En las plantas superiores se remodelarán las habitaciones del viejo Seminario Menor para adaptarla a la actualidad, con servicios individuales. Más adelante, habrá cambios en la zona de docencia para modernizarla y en la parte destinada a acogida y actividades de parroquias, para hacerla más habitable. El objetivo final es la sostenibilidad ambiental y el ahorro.
Por otro lado, la iglesia de La Tenderina continúa con las obras de ampliación paradas desde Navidad, cuando el concurso de acreedores de la empresa que las llevaba a acabo, Procoin, dejó únicamente los cimientos puestos. Los servicios técnicos del Arzobispado evalúan estos meses cuál es la mejor oferta para continuar. «Sigue en espera de adjudicación a una empresa», confirma el párroco, Alberto Reigada.
El barrio espera desde 1959 el agrandamiento de lo que era un salón de actos. El proyecto de Alfonso Toribio consiste en dar un tercio más de capacidad al templo, girando el altar para ganar espacio, añadir una sacristía y también un ascensor para hacerlo accesible. Se ha descartado el columbario subterráneo porque hay un manantial.
También necesita un arreglo, y urgente porque no se puede usar, la iglesia de Santa María de Loriana, que en mayo de 2016 sufrió un primer desprendimiento del tejado, que se convirtió en total el pasado sábado. Sin embargo, aunque el Arzobispado ayude con 20.000, la parroquia se ve incapaz de obtener los 100.000 euros restantes que se calculan necesarios para la reparación.
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