ALBERTO ARCE
OVIEDO.
Lunes, 17 de abril 2023, 02:33
El monte Naranco, emblema natural de la capital del Principado de Asturias, es ahora la imagen de fondo de una postal negra después de los dos grandes incendios que lo asolaron durante las noches de los pasados 31 de marzo y 8 de abril. Dos ... noches, con sus días, en las que el fuego, presuntamente intencionado, se llevó por delante más de cien hectáreas de monte, asedió viviendas, sacó a los vecinos de sus casas y los obligó a ayudar en las tareas de extinción y, en definitiva, convirtió una buena parte de la ladera sur en un páramo de ceniza y tierra quemada. También estuvo cerca de los monumentos prerrománicos. Por ahora, el Ayuntamiento espera que cristalice el plan de ayudas regionales para las zonas afectadas y que tenga en buena cuenta a Oviedo con el objetivo, según había explicado el alcalde, Alfredo Canteli, de que «todo aquello que es negro ahora vuelva a ser verde en un año». La ocasión; sin embargo, es también una «oportunidad» para que el Naranco pase a ser una de las prioridades del próximo mandato -en este lo fueron La Vega y las obras de la entrada a Oviedo- y para que se ponga en marcha de una vez por todas su plan especial y se construya la conocida como 'variante' de los Monumentos.
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Al menos, esa la premisa que barajan desde el equipo redactor de la revisión del Plan General de Oviedo (PGO), para los que el Naranco supone en sí mismo uno de los diez proyectos de capitalidad que marcarán el desarrollo de la ciudad de cara a los próximos años. Lo explica una de sus cabezas visibles, Víctor García Oviedo, 'Tachi'. «El Naranco es un monte mítico ligado a la fundación de Oviedo con un Prerrománico muy importante y que hace que la ladera sur adquiera un mayor protagonismo», resume. Uno que fue objeto en 1994 de la redacción de un plan especial, ideado entre otros por el arquitecto Ramón Fernández-Rañada, que sigue vigente, pero que nunca llegó a iniciarse.
El Consistorio, según indicó el edil de Urbanismo, Nacho Cuesta, durante a celebración del último Pleno ordinario, quiere cambiar eso. «Hay una consignación presupuestaria para ello y llevamos ya tiempo hablando con el propio Ramón Rañada, que, en una feliz coincidencia, forma parte del equipo redactor que está llevando a cabo la revisión del Plan General, y con los técnicos y responsables políticos de la dirección general de Patrimonio para ver de qué forma se integran en ese plan especial del monte Naranco los monumentos prerrománicos. Unas actuaciones que este equipo de gobierno ya está llevando a cabo», explicaba entonces el primer teniente de alcalde.
¿En qué consiste el plan especial del Naranco? Pivota sobre cinco razones fundamentales, aunque, la principal radica en la construcción de la 'variante' de los Monumentos. Para ello, el plan de Fernández-Rañada establece la necesidad de desviar la carretera existente en la actualidad en las inmediaciones de los monumentos de Santa María del Naranco y San Miguel de Lillo, peatonalizar y poner en valor toda aquella zona.
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¿Cómo? A través de cinco actuaciones bien diferencias. La primera, mediante la duplicación hacia el noroeste del actual aparcamiento de los monumentos. Después, transformando la carretera, en la zona de los bares, en un lugar de paseo recreativo desde el que los usuarios podrían disfrutar de vistas panorámicas de Oviedo y la propia montaña. En tercer lugar, ordenando mediante un plan especial el núcleo rural de Santa María con el objetivo de organizar el acceso al parque de los monumentos y creando, además, entre uno y dos edificios funcionales relacionados con el patrimonio monumental del monte, pero invisibles desde Santa María o San Miguel.
De manera paralela, el planteamiento incluye la transformación en un parque lineal los terrenos situados en las inmediaciones del Prerrománico, repletos de zonas encespedadas, fondos arbolados y distintas sendas peatonales que deberían estar conectadas con la carretera recuperada para los peatones. «Todo ello formaría un todo unitario centrado y dominado por los monumentos», tal y como explica el propio arquitecto firmante del documento a este diario, quien celebra la intención del Ayuntamiento de sacarlo adelante casi tres décadas después.
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Las obras concluirían con la creación de una nueva variante de la carretera de subida al Naranco, desviando el trazado actual de las inmediaciones del Prerrománico para conectar con el viario de acceso a la cima. En un punto intermedio de este nuevo trazado también se crearía un nuevo acceso al núcleo rural de Constante.
Para que todo ello pueda ser posible, los redactores del nuevo documento rector del urbanismo ovetenses defienden la modificación de la actual tipificación del suelo, calificado como de especial protección del Naranco -una categoría específica creada para evitar tropelías en el monte ovetense-, para evitar el vigente marco restrictivo. «El Naranco se ha quemado, ahora toca recuperarlo y ponerlo en valor, es una obligación de la ciudad de Oviedo», concluye García Oviedo con vehemencia.
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No es lo único. Fernández-Rañada también propone un tratamiento específico para la cima del monte que ya había sido discutido durante los tiempos del anterior tripartito de izquierdas. En dos vías, el arquitecto plantea la creación de otro nuevo parque lineal a lo largo de la cima, entre Peña Llampaya y el Pico del Paisano, con prohibición del tráfico rodado mediante la que se lograría, conservando su aspecto primitivo, la implantación de una red de sendas públicas peatonales. Ya arriba del todo, en el pico del antiguo campamento, el plan incluya la construcción de un centro recreativo, enterrado, y reconstruyendo la forma inicial de la cima de tal forma que quedase parcialmente oculto a la vista.
Otra de las cuestiones que tocará abordar ahora será qué hacer para que un desastre ecológico como el ocurrido el monte vuelva a suceder. El biólogo Emilio Rico, tercera pata de la UTE PGO-Oviedo, aboga por «fragmentar las masas forestales para impedir que el fuego, en caso de incendio, pueda llegar a tener demasiada entidad como para impedir atajarla». El argumento es tan sencillo como que el prao no arde. Un planteamiento totalmente diferente al actual en lo que se refiere al uso y paisaje del monte en el que «se aprovechasen las pistas para montar fajas de pradería» para, a la larga, implementar usos de ganadería extensiva -en los suelos de la parte alta-, y se «realizase un manejo forestal distinto al actual, cambiando la producción del eucalipto, que nunca se llega a dar porque arde antes, por la encina o el abedul». En suma, la creación de un verdadero «parque periurbano con masas forestales compartimentadas y bien definidas» que funcionasen como escudo natural contra el fuego.
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