Sin sorpresas de última hora ni sobresaltos ni demasiados nervios. Así recogió ayer al cierre del Pleno de investidura Alfredo Canteli, el sexto alcalde de la democracia en Oviedo, el bastón de mando que le abre las puertas de par en par a su segundo ... mandato consecutivo tras cuatro años de gobierno en coalición con Ciudadanos, ahora desaparecido. Esta vez, con la seguridad de que sólo se necesitará a sí mismo y a sus trece ediles para lograr el desarrollo y consecución del modelo de ciudad del Partido Popular, gracias a la mayoría absoluta que cosechó el pasado 28M, doce años después de que Gabino de Lorenzo perdiese la última lograda por la formación en la capital del Principado. Una mayoría más amplia si cabe, habida cuenta de la abstención de los tres concejales electos de IU-Convocatoria por Oviedo, comandados por la promesa de colaboración de su líder, Gaspar Llamazares. Canteli se la correspondió con un enorme agradecimiento.
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También prometiéndole a él y al resto de grupos de la oposición, PSOE y Vox -que sí postularon su candidatura aunque sólo fuese de forma obligada y con el no por delante-, el mismo clima de «negociación, colaboración y acuerdos» para sacar adelante los retos enquistados, y para moldear la ciudad del futuro de aquí a 2027. Para ello, el discurso de investidura del primer edil tuvo dos motivos fundamentales. El primero, un balance del mandato que termina y que el regidor resumió en los «21 millones de euros» invertidos para la «recuperación económica» tras la pandemia; las mejoras fiscales para las familias numerosas; los «61,5 millones de euros» destinados desde 2019 a las políticas sociales; o los «más de 60 millones de euros» en obras ya iniciadas o en fase de licitación y «que van a cambiar, para mejor, la fisionomía y los equipamientos de muchas zonas de la ciudad».
En segundo lugar, el futuro. En una frase: «Quiero que Oviedo sea reconocida y valorada realmente como la capital de Asturias». Una «capitalidad política», aseveró, pero también entendida en el sentido del liderazgo, como «motor económico, cultural y social de Asturias». Para empezar a moldear esa capital, Canteli volvió a confiar en el potencial del turismo, aunque con una dura crítica al Principado por los retrasos del AVE, «la radiografía perfecta de los males de Asturias y una historia de frustraciones», y la reivindicación de que este «llegue directamente a Oviedo».
Los envites a la Administración Barbón no terminaron con la alta velocidad. El alcalde echó en cara el «fracaso político del Gobierno asturiano» en cuanto a la transformación de los terrenos del viejo HUCA, para los que defendió la creación de ese gran campus B que pretenden el Principado y la Universidad, aunque «con la Escuela de Minas en ese campus, dentro de una politécnica con todas las ingenierías que se imparten en Oviedo».
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También rescató el tema de la Ronda Norte, solicitando a los grupos de la oposición que no se adscriban a ese «frente del no que tanto daño ha hecho a Oviedo»; y destacó que, después de la «transformación y modernización» de la ciudad impulsada en tiempos de Gabino de Lorenzo, lo que toca ahora es «mantener y conservar» todo lo que se ha desgastado con el tiempo. En ese sentido, habló de la necesidad de poner al día equipamientos como el Carlos Tartiere y de recuperar otros como El Asturcón o el centro comercial del Calatrava.
En suma, sentenció Canteli, rememorando su lema de campaña, «Oviedo necesita una revolución de sensatez política para ser la gran capital que Asturias necesita».
Enfrente, lo que encontró Alfredo Canteli fueron palabras muy poco beligerantes. Más bien todo lo contrario. El líder del PSOE, Carlos Fernández Llaneza, prometió, «dado el lugar en el que nos ha colocado la ciudadanía como líderes de la oposición», ejercerla de manera «constructiva y positiva, pero firme», con la esperanza de que la mayoría absoluta del PP «no sea un rodillo sordo» y de que hay tres problemas esenciales en Oviedo que se pueden solucionar en el seno de ese clima de acuerdos: «La Vega, El Cristo y la protección del Naranco». Eso sí, también adelantó que tratará de sacar adelante ante el gobierno local alguna de sus propuestas de campaña como la creación de un corredor verde que atraviese la ciudad.
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El único conato de crítica vivido durante las intervenciones de los portavoces de la oposición tuvo lugar cuando la de Vox, Sonsoles Peralta, le recriminó al alcalde estar liderando «la mayoría de un partido al que no pertenece» y «con tránsfugas» tras la «voladura controlada de Ciudadanos» -en referencia a Nacho Cuesta y Lourdes García-. El público (y hasta el alcalde) estalló en una carcajada casi unánime. Aun así, volvió a prometer convertirse en la «gota China» del gobierno local y en su principal agente fiscalizador. Aun con todo, también se puso a disposición de llegar a encuentros y Canteli, por su parte, no le dio demasiada importancia a las críticas.
Llamazares, a su vez, se ofreció para «construir sobre lo que construyeron los anteriores equipos de gobierno y sin desandar lo andado, superar el 'síndrome de Penélope'», porque «hay condiciones para el acuerdo». Ahora bien, recalcó, «no somos ingenuos: el PP tiene mayoría y nos separan muchas cosas, pero hay que reconciliar las almas de Oviedo».
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