Taxista. Pepe Fernández, ayer, a la salida de los juzgados con la cara amoratada. ROSALÍA AGUDÍN

«Me puso una pistola en la cabeza y pensé que mi vida se había terminado»

El taxista que fue apaleado y atracado en La Tenderina relata la agresión sufrida por los tres jóvenes, que han ingresado en prisión

Domingo, 25 de junio 2023, 01:30

Su cuerpo relata el calvario que sufrió. Tiene grandes moretones en el ojo y la frente, rasguños en la barriga producidos por un cuchillo de grandes dimensiones y vendas en la espalda por culpa de las puñaladas que sufrió. José Fernández García, más conocido como ... Pepe y que lleva 33 años en el sector del taxi, fue apaleado, encañonado y atracado la madrugada del jueves en la calle Rayo por tres jóvenes -dos hombres y una mujer- con antecedentes previos. Estos ingresaron ayer en prisión tras la petición de la Fiscalía y la decisión del Juzgado de Instrucción número 2 de Oviedo, en funciones de guardia, por los presuntos delitos de robo con violencia e intimidación, así como el de lesiones con instrumento peligroso.

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La víctima ya ha sido dada de alta y a primera hora de la mañana se desplazó al Palacio de Justicia, donde fue examinado por el médico forense y relató lo ocurrido ante el juez. Todo comenzó a las 4.40 horas en la calle Roma «cuando dejó a un cliente». Pensó a dónde ir y es común que a esas horas reciban el aviso de un hombre que pide un taxi para ir a trabajar.

Esperó el encargo en la parada de Consultas Externas del Hospital Universitario Central de Asturias (HUCA) cuando de repente aparecieron tres jóvenes. «Venían de la zona del aparcamiento y me preguntaron si estaba libre; les dije que sí, que estaba trabajando». Fernández les miró y ellos le preguntaron que «si le parecían sospechosos», pero el taxista dijo que no.

«El chico que iba detrás de mí en el coche sacó un cuchillo grandísimo y la chica también me agredió»

Uno de los hombres se sentó en el asiento del copiloto, la pareja en la parte trasera del coche, y le pidieron ir al número 1 de la calle Rayo. El viaje fue tranquilo, pero cuando llegaron a La Tenderina comenzó la pesadilla. «El que iba detrás de mí sacó un cuchillo grandísimo y la chica también me agredió. Me pidieron el dinero y el copiloto me cogió como si fuese una llave de judo. Me puso una pistola en la cabeza y noté el hierro; pensé que mi vida se terminaba ahí».

El arma, prosigue, era tipo «revolver» y «me machacaron». Lo agredieron mientras él buscaba el dinero correspondiente a la recaudación de tres días más el suyo propio. En total, 600 euros. «No lo encontraba y les dije que estaba en la chaqueta para que lo cogieran ellos».

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Lo sacaron del vehículo por la puerta del copiloto y uno de ellos encontró el botín en el que también estaba el teléfono móvil de Fernández, las tarjetas del banco, las llaves de casa y del taxi, así como del dispositivo electrónico que permite a los profesionales recibir los avisos y estar geolocalizados. Los tres jóvenes huyeron del lugar y «a mi me dejaron tirado en el suelo».

Una vecina de la calle Rayo vio todo lo que ocurrió y dio aviso a los servicios de emergencias. También aparecieron otros taxistas porque Fernández había pulsado en varias ocasiones el pedal de alerta advirtiendo de la pesadilla que estaba sufriendo. Una UVI móvil le trasladó hasta el Hospital donde estuvo ingresado casi dos días hasta recibir el alta.

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Declaración ante el juzgado

Los dos chicos y la chica fueron detenidos el jueves por la tarde en Vetusta y han permanecido dos noches en calabozos a la espera de que los agentes recabasen todas las pruebas necesarias para entregárselas al juez. El taxi, por su parte, pasó el primer día en el depósito de la grúa y el viernes por la mañana fue analizado por la Científica. «Tomaron todas las huellas», relata el dueño del taxi, que acompañó ayer al conductor herido al juzgado, donde también fue interrogado.

Hasta allí también fueron trasladados los tres detenidos. En su declaración afirmaron no acordarse de lo ocurrido porque habían consumido estupefacientes. La Fiscalía pidió cárcel por la «la gravedad de los hechos, la existencia de indicios sólidos de criminalidad, riesgo de fuga, reiteración delictiva y destrucción, ocultación y alteración de fuentes de prueba». Algo a lo que el juzgado acabó accediendo en el correspondiente auto, dictando la prisión provisional, comunicada y sin fianza.

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