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GONZALO DÍAZ-RUBÍN
OVIEDO.
Martes, 6 de marzo 2018, 03:40
El Auditorio Príncipe Felipe de Oviedo se ha quedado antiguo. Felipe es rey, el sexto de su nombre, y el edificio, aunque lleva 17 años sobre el antiguo depósito de aguas que diseño en el XIX el ingeniero Pérez de la Sala y ... a caballo entre la calle de este y la plaza de El Fresno, podría estar cerrado. No cumple, como adelantó este diario en exclusiva en septiembre del año pasado, la normativa de incendios que estaba vigente en 1996.
El edificio sigue ahí, pero no es el mismo. Tras desvelar las deficiencias, el alcalde pidió informes a distintos servicios y otros externos para establecer un «plan de usos máximos». El documento con las recomendaciones de la jefa de Bomberos, Carmen del Prado, acabó por suponer la clausura de las salas de la última planta, usadas cada mes para decenas de reuniones, encuentros y charlas formativas; del sótano con las salas de ensayo de la OSPA o la Banda de Gaitas; o, más grave, la prohibición del uso simultáneo de las salas Principal y Polivalente, que ha acabado por limitar el aforo máximo para eventos a 1.500 personas.
La segunda fase del plan del alcalde era encargar un estudio en profundidad de las deficiencias, así como de las medidas correctoras posibles. El resultado, firmado por José Luis Pérez-Lozao, esbozaba una serie de obras que podrían acometerse en cinco fases y con un presupuesto próximo al millón de euros para garantizar la seguridad pasiva del edificio en caso de incendio. El equipo de gobierno trató de acelerar y contratar proyectos parciales, que podrían tramitarse como contratos menores, para cada una de las fases, pero Intervención se opuso.
Lo que le ha quedado al equipo de gobierno es licitar -lo hará hoy en una junta de gobierno extraordinaria- un contrato mucho mayor, por importe de 58.000 euros (70.180, con el IVA) para la redacción del proyecto completo de todas las obras necesarias y su dirección durante el tiempo de ejecución de las mismas. El estudio ganador tendrá tres meses para entregar su propuesta de trabajo completamente definida. Un lapso que sitúa el posible inicio de los trabajos de adecuación del edificio después del verano y que se encuentra entre las razones por las que el área de Cultura está empezando a desplazar los eventos previstos a partir de septiembre al Campoamor.
El informe sobre las condiciones de protección contra el fuego del Auditorio, encargado al arquitecto José Luis Pérez-Lozao, propone ejecutar una serie de obras por fases para minimizar su impacto en la actividad y alcanzar, tras la ejecución de todas ellas, el cumplimiento de la normativa exigible cuando se aprobó el proyecto, la de 1996.
En concreto, el arquitecto proponía tres fases de obras independientes para adaptar, respectivamente, el área de instalaciones técnicas, las oficinas de la OSPA y la sala de Cámara; el sótano (salvo la sala de exposiciones y la cafetería), la planta inferior de las salas Principal y Polivalente y las oficinas de Congresos; y una última para todo el edificio.
Sin embargo, los pliegos para redactar el proyectos de las obras dejan al criterio de los interesados definir cómo y en cuántas etapas se harán los trabajos, siempre que se mantenga que la adecuación de la parte alta (el anfiteatro) de las salas Principal y Polivalente se haga después de haber mejorado la seguridad de los recorridos de evacuación del edificio, incluida la protección de las escaleras, la creación de espacios de seguridad o vestíbulos en sus distintos tramos o la sustitución de las puertas por otras resistentes al fuego.
Pero algunas cosas no volverán a ser como eran. Incluso tras las obras, la sala de Cámara no podrá usarse de forma simultánea con la Polivalente o la Principal. También seguirán existiendo limitaciones de aforo en la salas de reuniones -'aulas', en el informe- de la tercera planta, para el restaurante o terraza de la misma altura o para el uso de los vestíbulos del edificio, empleados en decenas de congresos y eventos como zona de expositores en los últimos tres lustros, pese a que cierran las deficientes rutas de evacuación del edificio.
El problema era de fondo. El edificio no cumplía ni las condiciones de seguridad exigibles cuando se inauguró. En 17 años, no fue inspeccionado nunca por Bomberos, tampoco encontró ningún defecto en él en ese tiempo la sección de Edificios y Patrimonio.
De hecho, en el Ayuntamiento falta documentación del proyecto y directamente no hay constancia de sus dimensiones reales. Pérez-Lozao expone que «la ausencia total de compartimentación resistente al fuego» convierte al edificio, diseñado por Rafael Beca, en un «único sector de más de 18.000 metros cuadrados». También, la falta de protección de las escaleras de evacuación o la insuficiencia de las salida de la planta baja, aplicando la hipótesis de bloqueo, y la existencia de recorridos de evacuación con longitudes superiores a los 50 metros son otros de los problemas de diseño y ejecución.
La mayor parte de las obras propuestas están dirigidas a dividir el edificio en sectores protegidos inferiores a los 2.500 metros cuadrados, máximo que establece la normativa. Solo en el atrio se crearían cuatro. Uno el atrio general, que correspondería con los laterales de la planta baja que dan a la iglesia redonda y Pérez de la Sala y el vestíbulo de acceso a la sala Principal, y los otros tres: el de las oficinas de la OSPA, la sala de exposiciones y la cafetería y el vestíbulo lateral de la sala Principal en la primera y segunda planta.
Pérez-Lozao estimaba necesarios 15 meses de obras. Falta el proyecto y saber cómo se podrán acompasar a la programación.
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