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CECILIA PÉREZ
OVIEDO.
Jueves, 18 de abril 2019, 01:55
Había ganas, emoción y mucha devoción. La procesión de Nuestro Padre Jesús Nazareno cumplió con creces las expectativas marcadas en un año especial para la cofradía que ayer salió a las ocho de la tarde de la iglesia parroquial de Santo Domingo de Guzmán, ... los Dominicos. El paso con la imagen de Jesús Nazareno y su túnica morada recorriendo las calles de El Antiguo puso el broche de oro a las celebraciones del veinticinco aniversario de la Cofradía y Hermandad de Nuestro Padre Jesús Nazareno. Fue la precursora de la recuperación de la Semana Santa ovetense cuando en 1994 se refundó como cofradía tras años sin procesiones en la capital asturiana. A ella le siguieron años después el resto de cofradías y hermandades que han hecho de esta semana de Pasión un hito religioso, cultural pero también turístico para el municipio.
El veinticinco aniversario de esta cofradía estuvo presente en todo el recorrido. Desde el recién estrenado trono que cargó con la imagen de un solemne Nazareno, escoltado por el Regimiento de Infantería número 3 Príncipe de Asturias, hasta otras novedades en la procesión de este año que tuvo que aligerar los pasos ante la amenaza de lluvia.
Especialmente emotivo fue el encuentro entre la imagen del Nazareno y la Dolorosa, en la plaza del Ayuntamiento. 'Entrelazaron' sus tronos en un sentido homenaje al cuarto de siglo de la Cofradía y Hermandad de Nuestro Padre Jesús Nazareno. La imagen de la Virgen de los siete puñales, insignia de la Archicofradía del Santo Entierro y Nuestra Señora de los Dolores, que salió de la iglesia de San Isidoro El Real, se convirtió en protagonista. Otra de las novedades de la procesión.
Por primera vez también, en los veinticinco años que lleva procesionando el Nazareno se rezó el Vía Crucis 'in itinere', durante todo el recorrido, y no en la plaza de la Catedral como en ocasiones anteriores. El encuentro entre la imagen de Nazareno y la Dolorosa tuvo lugar en la cuarta estación, la que narra el encuentro de Jesús con su madre cuando iba camino de la crucifixión.
El párroco de los Dominicos, el sacerdote, José Antonio Rodríguez, aprovechó el rezo del Vía Crucis para cargar contra la pena de muerte o la negativa de Europa a acoger a los que huyen de la barbarie de la guerra, pero también contra todo tipo de violencia ejercida contra los más débiles.
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