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GONZALO DÍAZ-RUBÍN
OVIEDO.
Lunes, 20 de julio 2020, 00:47
Con números oficiales en la mano, el Hospital Universitario Central de Asturias costó cerca de 400 millones de euros, casi el doble de los 205 presupuestados en un principio, con sobrecostes de 90 millones en las obras y la compra de nuevos equipos como principales responsables de la desviación. Una montaña de dinero que empequeñece los poco más de 78.000 previstos para una obra que arrancará hoy y que debería solucionar o mejorar, al menos, uno de los grandes problemas del recinto hospitalario: los accesos y su regulación.
Arposa 60, que presentó la oferta más ventajosa de las tres licitadoras, deberá terminar en cinco semanas unos trabajos menores, pero que deben mejorar la situación y reducir la «presión» de los vehículos públicos y privados en la avenida el Hospital Universitario y la calle Aldea Cerdeño, y mejorar la seguridad de los peatones con la reubicación de algunos servicios.
La ejecución de las obras implicará cambios en la organización del tráfico. Así, desde esta misma mañana y durante toda la obra, la parada temporal de taxis, que usa la plataforma del área de Consultas Externas desde la apertura del HUCA hace seis años, se desplazará a la avenida Hospital Universitario, junto a la capilla, y los accesos para el Parking 1 deberán realizarse exclusivamente por la calle Juan López Arranz.
En una fase posterior, se procederá al cierre al tráfico de la calle Aldea Cerdeño entre los días 10 al 23 de agosto, fechas en las que se desplazarán las paradas de autobús actuales. Así, durante dos semanas el transporte urbano tendrá su estacionamiento en la calle Juan Antonio Álvarez Rabanal y el interurbano en la avenida Roma. El transporte de los trabajadores sanitarios no se verá afectado por el corte de circulación.
Las obras de reordenación del tráfico permitirán crear tres andenes, dos para su uso por taxis y otro para pacientes que «facilitarán el acceso regulado al centro hospitalario en la plataforma de Consultas Externas del HUCA», señala el comunicado del Principado.
La parada de taxis se trasladará a la avenida del Hospital Universitario, donde se creará un aparcamiento exclusivo en línea con cabecera en la propia avenida del hospital, al que se accederá por la calle de La Minería. La cabecera se establecerá en el sentido contrario para facilitar la llegada y recogida de pacientes sin necesidad de hacer cambios de sentido.
Las paradas actuales de TUA serán «consolidadas» y se creará, en la calle Aldea Cerdeño, un carril-bus. La parada del transporte interurbano se trasladará a la avenida del Hospital, frente a la capilla, y el resto de las paradas se realizarán en la calle Juan Antonio Álvarez Rabanal.
Las obras incluyen también la ejecución de un carril de parada exclusivo para taxis, con capacidad para cuatro vehículos,en el acceso al servicio de Urgencias. La obra permitirá a los turismos de servicio público recoger a los pacientes o familiares a la puerta del propio servicio sin interferir con la rutina de accesos de este o con los transportes sanitarios de emergencia.
Seis años después de la apertura del nuevo centro sanitario, la actual configuración del tráfico se ha mostrado «caótica», según denunciaron los conductores de TUA a principios del pasado verano, con «colas interminables», la peligrosidad del paso de peatones, «coches dejando a personas con movilidad reducida en cualquier sitio», «personas mayores, sillas y niños en el medio del caos», así como «taxis hacinados en un hueco para diez coches donde tienen que meter veinte».
Todo esto con autobuses del servicio público municipal, de dieciocho metros, sorteando estos obstáculos cada pocos metros y con casi 300 servicios de autobuses interurbanos y de personal sanitario al día rondando por las inmediaciones.
Los problemas eran previsibles. El Principado abrió El Hospital Universitario Central de Asturias sin tener completados los viales perimetrales o el plan de accesos (el enlace con la AS-II, se inauguró este año) y sin un plan de movilidad previo quer ordenase el resultado. El Ayuntamiento aprobó el suyo, con una importante reforma de la red de autobuses para dar servicio al centro, pero después de una inversión próxima a los 500 millones, (incluida la urbanización y accesos), los taxis acabaron amontonados a la entrada de la nueva ciudad sanitaria, demandando a los autobuses interurbanos y con las paradas del transporte colectivo en precario.
De hecho, el Hospital abrió sin licencia. El Ayuntamiento amagó con un expediente, pero luego no osó a hacer algo al respecto. Cuatro años más tarde, otorgó -con muchos matices- el permiso de actividad y Gispasa y Consistorio se pusieron a buscar una fórmula para ordenar el recinto. Con los viales sin recibir y el Hospital 'oficialmente' sin actividad, ni la Policía Local ni su disuasorio servicio de Grúa podían actuar en el entorno. El acuerdo permitió actuar en casos de riesgo para el centro o problemas de movilidad graves, pero poco más. Para lo rutinario, para un equipamiento de referencia que recibe a tres turnos a miles de trabajadores cada día y a muchos pacientes y familiares, lo habitual sigue siendo el caos. Las horas punta de entrada de la mañana son especialmente conflictivas.
Los trabajos deberían, por lo menos, despejar el terreno y dejarlo ordenado para el transporte público.
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