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Travieso, rebelde, alegre, risueño, muy hablador, cercano... Jugó al fútbol veinte años. Oviedista y del Barcelona. Ha trabajado envolviendo regalos, como interiorista, carpintero y «todo lo que se ponía por delante para sacar un dinero». Duerme bien, lo cual ya es un logro en los tiempos de estrés que corren, disfruta de los amigos, del buen beber, del buen comer y es propietario de una memoria fotográfica que ayuda mucho siendo hostelero.
Tiene labia pero el éxito de su persona se encuentra en unos ojitos pequeños y expresivos que le confieren una cercanía, de persona de la que uno se puede fiar. Don de gentes. A lo mejor es hasta cierto –bueno, seguro que es cierto–, pero lo que es verdad es que hace unas hamburguesas para chuparse los dedos.
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Juan Acinas García (Oviedo, 1982) es el propietario del restaurante Caprichos y del espacio Caprichos para eventos en la avenida de Galicia. Un castrillonense que nació en Oviedo «porque los quirófanos del hospital de Avilés estaban en obras y trajeron a mi madre a Oviedo a dar a luz». Es decir, nunca mejor dicho que le nacieron en Oviedo. De todas formas, sus padres, Geli y Nacho, estaban contentos sin saber todavía que traían al mundo a un niño de maduración tardía porque «he sido muy trasto», y un hermano para Nuria. Volvió a Piedras Blancas, donde pasó la infancia y la juventud, y desanduvo el camino andado para asentarse en la capital en 2015 cuando abrió Caprichos.
La infancia fue futbolera: «El primer regalo que recuerdo que recibí fueron unas botas de la marca Paredes a los cuatro años, aún las conservo». Infancia, adolescencia o más porque jugó al fútbol durante veinte años en el Hispano –durante diez años– Avilés o Navarro. Eso sí, es oviedista, «muy oviedista».
El fútbol estuvo bien pero los amigos eran una cosa mejor; le gustaba la fiesta. Pero en el medio le detectaron un cáncer. Tenía 30 años y aunque no lo quiera decir abiertamente eso supuso un golpe muy duro, como es normal, y un cambio completo.
Nadie debería recibir un hachazo de ese calibre pero apechugó con el trauma y la enfermedad, salió adelante, formalizó y se puso a trabajar más en serio. Tras abrir Caprichos en Avilés se trasladó a Oviedo, «donde encajé bien por mi perfil porque el ovetense es muy afín a mí y yo a él».
Acinas controla el negocio. Anda enredado con sus miles de cosas que le ocupan el día. De hecho, es prácticamente un personaje raro porque «no veo la tele, no me gusta»
De hecho sólo disfruta con tres cosas: la familia, principalmente su padre que está a su lado en todo momento, los amigos, «una comida y el 'tardeo' de después es la leche», y trabajar porque «si te sacrificas, le pones tesón y lo haces bien el premio llega aunque para mí el premio es el esfuerzo».
Juan Acinas es como un pequeño motor a muchas revoluciones pero que a la vez sabe poner el punto muerto y escuchar. Y no se toma a broma las hamburguesas, unas hamburguesas de las que se disfrutan tanto como él de la vida.
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