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La Jefatura Superior de Policía de Asturias puede decir con orgullo que tiene «una de las mejores unidades de guías caninos de España» y ... no es ninguna exageración. En activo, dieciséis perros adiestrados hasta la saciedad para la búsqueda de drogas y explosivos –la Policía Nacional no tiene perros de rescate en la región, se movilizan desde Madrid si son necesarios–. Los hay veteranos, como 'Fito', un perro de aguas de diez años –roza el límite de la edad de servicio, pero su estado físico se lo permite– que es una auténtica máquina y al que no se le escapa una piedra de hachís en la estación; también está 'Pepe', uno de los más novatos, un braco alemán de nueve meses en pleno adiestramiento que apunta maneras gracias a su olfato privilegiado para la detección de sustancias estupefacientes y su facilidad para enfrentarse a situaciones nuevas en su día a día como perro Policía.
EL COMERCIO, dentro de su serie de reportajes con las diferentes unidades de la Policía Nacional, ha podido salir de patrulla con estos canes y con sus experimentados guías, el oficial Ángel Santiago y el agente José Luis Morales.
¿Cuáles son los atributos que debe tener un perro Policía? Responde Morales. «El perro debe tener instinto de búsqueda, ser estable, con mente fría y que no se venga abajo». Lo ideal, expone, es cogerlos con dos meses –la mayoría llegan desde criaderos de Hungría– «para ir construyendo la socialización, acostumbrarlo a situaciones y diferentes ambientes, y que vayan aprendiendo».
Para estos perros, detectar droga en una maleta es un «juego». A través de un «condicionamiento clásico», matiza el oficial, terminan relacionando olores como los que desprenden el hachís, la marihuana o la Goma-2 con comida. «Es un olor neutro para ellos; yo hago que ese olor se asocie con comida y cuando lo detecta le doy un premio». ¿Cuál? «Algo de comer o la pelota, depende de los glotón que sea», bromea Morales. 'Pepe', por ejemplo, y le viene de raza, peca ligeramente de esto último.
Su compañero 'Ragnar', un pastor alemán de cinco años, en cambio, prefiere la pelota. Y casi siempre la consigue, en este caso después de encontrar un fragmento minúsculo de explosivo escondido bajo la rueda de un contenedor en La Pixarra, donde suelen tener lugar los entrenamientos.
Los canes siguen a sus guías con devoción –muchos viven con ellos en sus casas y cuando acaba la jornada de servicio se convierten en perros familiares que disfrutan con los niños– tanto en el entrenamiento diario como en circunstancias operativas reales. Tras pulir en La Pixarra toca ponerse manos a la obra, rumbo a la estación de autobuses. Allí, algún que otro cacheo rutinario gracias a las dotes olfativas de 'Pepe' y el hallazgo a distancia de un fragmento de hachís en la papelera.
Fue poco después, en la Estación del Norte, donde 'Fito' salió a demostrar por qué sigue en activo a su edad. Nada más bajarse de la furgoneta sale disparado a la entrada y realiza un marcaje rápido justo delante de las puertas de acceso a un joven que terminó siendo identificado por la brigada móvil de Policía en el Transporte. «Esto es un parque de atracciones para él, hay tardes en las que podemos levantar quince actas con un solo perro».
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