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La calle Cervantes de Oviedo se ha convertido en los últimos años en un refugio para comerciantes que buscan un entorno amable, con clientela fiel y, sobre todo, con espíritu de comunidad. Esta vía, a escasos metros del bullicio del centro, acoge negocios que mezclan tradición y nuevas apuestas, donde el trato cercano y la pasión por el oficio son el verdadero motor del día.
Desde hace dos años, esta cafetería la dirige Macarena Estrada. Tras 15 años trabajando en un supermercado, decidió dar un giro radical a su vida profesional, pero sin dejar de lado su vocación por atender al público: «Mimar al cliente es mi pasión y aquí lo puedo hacer cada día», afirma.
La propietaria de este establecimiento de hostelería se enamoró de la calle desde el primer momento. «Muchos trabajadores de la calle paralela, que está llena de oficinas, vienen aquí a tomar el café. También tengo una pequeña terraza que decoro yo misma», enfatiza. Con la ayuda de una única trabajadora, ha logrado levantar el negocio: «Tuve clara la idea de cambiar», concluye
A pocos pasos, en su sastrería, Plácido Iglesias confecciona trajes con la dedicación de quien lleva toda la vida en el oficio. Este año ha afrontado un reto muy especial: su primer traje de novia con estilo masculino. «Ha sido un desafío profesional, pero también muy bonito», confiesa. Tras muchos años en la Avenida de Galicia, este sastre se trasladó a Cervantes buscando un entorno más humano. «Donde estaba se había convertido en lo que mi madre llamaba un túnel con todo toldos. Aquí es distinto: una calle amplia, agradable de estar, con luz».
Pero lo que más valora es el ambiente entre los diferentes comerciantes de la calle. «La hostelería nos copa todo, pero los comercios necesitamos seguir. Esta es una calle casi familiar y hemos creado una red de apoyo entre todos magnifica. Llevo dos años aquí, pero ya tengo claro que me quedo porque, además, pocos sastres quedan ya», afirma.
Algo similar cuentan María y Yolanda Castellano, las hermanas fundadoras de Mimique, una firma de moda y complementos que empezó hace diez años recorriendo 'showrooms' y que ahora, por fin, tiene tienda física desde hace año y medio. «Ya tenemos clientela fija y la gente que pasa por esta calle viene a comprar. Eso sí, tendrían que hacer algo de la calle para abajo que están muchos locales cerrados y es una pena», explica la segunda.
El boca a boca les ha funcionado mejor que cualquier campaña publicitaria. «Incluso trabajadores de la zona vienen en sus ratos libres a comprarnos un bolso que ya habían visto o del que oyeron hablar», añade María. Además, la cercanía del hotel también se nota. «Tenemos clientas que vienen de fuera y repiten cuando vuelven a Oviedo, ya que el turismo sanitario de la ciudad se nota y nos repercute».
Al otro lado de la calle, la tienda de Salvador Bachiller tiene como responsables a Silvia Cueva y Marián Santiago, dos apasionadas del comercio que destacan la calidad de sus productos y la cercanía con las clientas. «Nos llegan clientas de toda España, incluso del extranjero. Buscan calidad, y esta piel no la encuentran en ningún sitio más». Ambas coinciden en que la decisión de mudarse desde la calle Asturias fue todo un acierto. «Nos mudamos hace nueve años y esta calle es muy familiar. Preferimos estar aquí: hay cercanía, apoyo y una clientela fiel».
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