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La calle Magdalena de Oviedo lleva el nombre de la capilla que existió entre los números 8 y 12, resto de lo que quedaba de una cofradía, alberguería y hospital de la Magdalena. Hoy, los comercios se reparten a ambos lados de esta vía peatonal de El Antiguo, tránsito entre la plaza de la Constitución y El Campillín que, dicen, es muy buena para los negocios.
Marta Carbayeda heredó la administración de loterías de sus padres y desde los 19 años no ha parado de trabajar en algo que «es muy sacrificado». Ahora, tras casi 38 años en el negocio, sigue atendiendo a numerosos clientes, especialmente en épocas clave como la Navidad. «Es un no parar. Aquí casi vivimos en campaña de la lotería constantemente y atiendo a muchas personas», explica. «Mientras hacemos esta entrevista, han entrado ocho personas en menos de cinco minutos y casi no tengo tiempo libre», comenta.
Sin embargo, señala un problema que afecta a la imagen de la calle: el edificio de enfrente cubierto de andamios desde 2017. «Da una imagen negativa y nadie nos da una respuesta», lamenta. A pesar de ello, considera que la calle Magdalena es un buen lugar para el comercio. «De aquí no me muevo», sostiene con determinación.
La emblemática tienda de Oviedo Albiñana lleva en la misma calle 19 años. El hijo del fundador José Luis Bobes, junto a Mari Paz Hermida, destacan su atractivo comercial y turístico. «Gracias al turismo, la calle tiene movimiento; en cuanto al comercio, la situación sigue siendo casi la misma», explican. Aunque algunos locales han cambiado de negocio, otros han logrado mantenerse en el tiempo.
Uno de los principales problemas que denuncian es el estado del pavimento. «Es habitual ver a gente caer. Aunque sea una calle peatonal, el paso de camiones lo deteriora mucho», comentan. También insisten en la necesidad de retirar el andamio del edificio que lleva en ese estado desde 2017. «Los turistas terminan en la plaza del Ayuntamiento, pero antes pasan por aquí y esa imagen no ayuda», insisten.
Sonia Fernández lleva tres años en la calle Magdalena: «La calle está bien. Vendemos libros de filosofía, religión e infantiles, y suelen venir muchas familias, aunque depende de la época», cuenta. Su compañero Antonio Regidor, con nueve años de experiencia en la librería, añade que desde la pandemia han notado un mayor flujo de turistas interesados en las compras físicas. «Aquí seguiremos. Estamos cerca del centro y nuestro público es muy definido, por lo que ya nos ubican en esta calle», aseguran. También destacan la importancia del Camino Primitivo, que pasa por la zona y genera un flujo de visitantes constante.
Con 63 años de trayectoria, Iriarte es otro de los negocios emblemáticos de la calle Magdalena. «No hemos notado grandes cambios. Aquí siempre hay lucha, pero sigue habiendo gente porque la calle comunica con el barrio de San Lázaro y el Mercadona ayuda a traer más público», explican Vanessa y Sandra Solís desde la tienda.
Comentan que, aunque la calle ha perdido algo de actividad comercial, por las mañanas hay bastante afluencia. También resaltan el problema del pavimento, que está roto y resbala, lo que supone un peligro para peatones. «Aquí también tenemos la necesidad de cuidar de los escaparates que hay vacíos que dan sensación de descuido y no embellecen la calle», comentan. Pese a ello, estas dos hermanas aseguran que «esperamos jubilarnos aquí».
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María Díaz y Álex Sánchez
Almudena Santos y Leticia Aróstegui
Josemi Benítez
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