
RAFAEL FRANCÉS
OVIEDO.
Domingo, 30 de abril 2023, 01:22
Evaristo Arce Piniella (Villaviciosa, 1941) recibirá próximamente el título de Hijo Adoptivo de Oviedo, uno de los honores más importantes que concede la ciudad a ... las personalidades ligadas de una u otra forma a la capital del Principado por su trayectoria vital o profesional, tras acuerdo de la Corporación municipal que preside Alfredo Canteli. Periodista de profesión y de raza, ha dedicado gran parte de su vida a contar historias y a preservar el arte en la Caja de Ahorros de Asturias o la Fundación Masaveu.
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-Un maliayés en la ciudad de Alfonso II.
-Recibo esta distinción con mucha honra para la profesión de periodista porque es un honor para la profesión, creo. Evidentemente, en Villaviciosa vine al mundo y en Oviedo tomé posesión de él. Oviedo me ha dado más de lo que yo podía esperar. Este es el colofón a 60 años de vida en Oviedo. Además, una de mis grandes satisfacciones con este galardón es poder recibir el título con mi gran amigo Manolo Linares.
-¿Qué hace un periodista jubilado por Oviedo?
-El periodismo me ha dado todo lo que soy y todo lo que he sido se lo debo al periodismo. Incluso cuando no trabajé en un periódico, es decir, en mis tiempos de responsable de arte de la Caja de Ahorros de Asturias y de la Fundación Masaveu la realidad es que llegué allí gracias al periodismo. Otra profesión no me hubiera aportado lo mismo.
-¿Qué cosas?
-Instinto para conocer a la gente, el ojo clínico y conocer el ámbito cultural me dieron una serie de aportes que me valieron más tarde. Todos los grandes amigos que tengo me los dio el periodismo: Rubén Suárez, Orlando Sanz, Juan de Lillo, Graciano García o Luis Alberto Cepeda.
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-¿Cómo es el periodismo de hoy?
-Se perdió un poco el respeto a la noticia porque hoy todo son ruedas de prensa y comunicados de partidos políticos o sindicatos y antes lo que te pedían era estar en la calle y conocer a la gente. Te soltaban por la mañana y tenías que traer historias, lo que no te querían era en la redacción. Ahora la ideologización de los medios es mucha y tapa las buenas historias. Yo sigo yendo por la calle y veo noticias constantemente. Es verdad que el nivel de preparación de los profesionales en las redacciones es mucho mayor a cuando yo empecé, pero lo que creo que falla es la vocación y la entrega.
-¿Es más una profesión o un oficio?
-Es una mezcla de los dos. Para ser periodista hace falta una base cultural amplia y en este sentido puede ser periodista un abogado o un economista, pero otra cosa es la vocación y luego aprender el oficio en la redacción.
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-¿Este Oviedo del que usted contaba historias ha cambiado mucho, no?
-Muchísimo. Me acuerdo de las aceras estrechas y de los coches aparcados en la plaza de la Catedral. Ahora es más grande y más populoso aunque sigue manteniendo cierto aire parroquiano en el que nos conocemos todos. Para entenderla y sentirla no basta solo con vivir en Oviedo, hay que leerla. Oviedo es una ciudad de escritores, ahí están los nombres de Clarín, Pérez de Ayala y desde el periodismo o relacionado con él, grandes plumas como Manolo Avello, Carmen Ruiz-Tilve o Emilio Campos.
-Déjeme aprovechar su ojo crítico. ¿Cómo son los ovetenses?
-Muy integradores y copulativos. Hay que recordar el famoso bar La Perla, donde te podías encontrar tomando un vino al apellido de abolengo y al maletero de la estación del Norte.
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-¿No es exclusiva?
-Lo es, pero no tanto como parece. Mire, Gijón se ha nutrido de las cuencas mineras y de gente obrera, pero también tiene su elite. Mi experiencia, yo que no soy nadie, me dice que nunca tuve problema de relación en Oviedo. Quizá en su día existió el estereotipo de elitista, pero hoy en día en absoluto, llega la gente de todas partes. Ya le digo, el carácter de Oviedo es el de una ciudad abierta y copulativa
-¿La Vega es un buen sitio para desarrollar la actividad cultural?
-Estamos en la moda de convertir todo en centro cultural y luego tenemos uno de los cinco mejores museos de España, el Bellas Artes, y ni siquiera saben donde está. Son inventos como la Noche Blanca y similares en los que se gasta mucho dinero, pero se quedan ahí porque siempre que voy a un museo, que son gratuitos, nunca hay nadie. A lo mejor, lo que hay que cambiar es el planteamiento.
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-¿Qué hay que hacer entonces con La Vega y El Cristo?
-Para La Vega y El Cristo hay que tenerlo muy claro y sin partidismos, porque hay que acabar con los localismos y las políticas localistas, y ese el gran problema que tiene Asturias, que los localismos frenan el futuro. Tiene que haber políticos que miren de forma global. Si toda hubiera dependido de los políticos, estoy seguro de que el Museo Guggenheim no estaría en Bilbao. En Oviedo se ha pervertido todo, no preguntan por la Cámara Santa, preguntan por la estatua de Mafalda y si preguntas a uno de Oviedo de qué siglo es la Catedral, te dice que le preguntes a un turista, que es el que lo sabe.
-Oviedo es una ciudad llena de esculturas.
-Ahí faltó criterio y exigencia. Mire, una vez iba por la calle con el artista Antonio López y al pasar por una plaza céntrica, de la que no voy a decir el nombre, una señora mayor nos dijo que la escultura era maravillosa. Cuando se fue la señora, Antonio López me dijo que si hubiera una escultura buena en vez de la que hay, a la señora le hubiera gustado igual. El caso es que la gente viene a Oviedo a hacerse fotos con Mafalda y Woody Allen y, en cambio, una estatua como la de Juan Pablo II está apartada cuando si estuviera en el centro, sería lugar de peregrinación.
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